lunes, 30 de abril de 2007

CONSULTA POPULAR DEL 17 SEPTIEMBRE 2000: UN HITO POR LA DIGNIDAD E IDENTIDAD MANABITA


La consulta popular del 17 de septiembre del año 2000, representa sin duda un hito en la defensa de la identidad y la dignidad de los manabitas. Aquel día no se concurrió a las urnas a votar por un proyecto político en el que estuviera inmerso el interés del votante o sus convicciones o afectos personales y partidistas. No se trató de una campaña para obtener un número de votos que permitiese al "candidato" obtener una respuesta favorable en las urnas y ganar las elecciones, este fue un proceso eminentemente cívico, auténticamente ciudadano, que tuvo como gran actora a la sociedad civil organizada, sin que ello signifique haber excluido a los dirigentes políticos de la provincia.
Lo antes expuesto me permite sostener que la gesta del 17 de septiembre del año 2000, constituye una expresión soberana del pueblo manabita que se adhirió voluntaria y sentidamente al deseo de gozar de una libertad de conciencia, que le posibilite ser él mismo, que le abra espacios para ser actor y partícipe de su propio desarrollo, fue un grito insurgente contra un centralismo absorbente y arbitrario, fue una emotiva y consciente expresión de protesta contra la injusticia de una marginalidad que Manabí sabe no la merece pero sí la vive; en síntesis, existió una manifestación democrática de rebeldía contra un régimen de administración del país, obsoleto, aparentemente dadivoso y paternalista, pero en el fondo abusivo, injusto y caduco, en el que lamentablemente, la alta burocracia maneja los intereses nacionales, dispone de los recursos que produce el Ecuador entero, de acuerdo a criterios discrecionales de funcionarios o políticos influyentes de turno, que en ocasiones sin tener facultades para ello, interpretan, reforman o aplican disposiciones legales, en base a decisiones absolutamente personales, subjetivas, circunstanciales y en algunos casos respondiendo a intereses económicos o regionalistas. Se ha llegado a decir que existen funcionarios "que fabrican dificultades para vender facilidades", actitud que emparentan procedimientos de la administración pública con la corrupción.
La decisión del Consejo Provincial de Manabí, no exenta de malos entendidos, ni de celos políticos, ni de vestigios de sumisión al poder central del propio Tribunal Electoral de Manabí, responde en gran medida a la leal posición asumida por el máximo dirigente de las instituciones manabitas, nuestro Prefecto Provincial, Dr. Humberto Guillem Murillo. Él sabía desde el 19 de abril del año 1999 en que nos convocamos las instituciones públicas y privadas de Manabí, las organizaciones profesionales y sociales con representatividad provincial, que el camino a seguir no era un camino fácil, pues no es fácil homogenizar criterios cuando no se ha conversado previa y detenidamente sobre objetivos a lograr, cuando vivimos épocas donde todos creen tener derecho a pensar, decir y actuar como les parece o de acuerdo a su personal entender e intereses individuales. Pero cinco sucesivas Asambleas que organizó el que se denominó Comité Cívico Interinstitucional "Pro Autonomía" de Manabí, permitieron ir progresivamente discutiendo ideas, intercambiando puntos de vista, hasta ir hilvanando resoluciones que fueron estructurando un planteamiento que se entregó a los máximos directivos de las funciones Ejecutiva, Legislativa y Judicial del país, con propuestas que perseguían se tramitara una reforma constitucional que viabilice instaurar un régimen de autonomías dentro de la organización del Estado ecuatoriano, dando con ello un verdadero avance a procesos de modernización del país.
Las reuniones que tuvieron como escenarios distintos locales y lugares de instituciones de la provincia, sin duda contribuyeron a que Manabí le demuestre al país, que sí es capaz de formular un proyecto unitario, cuando no prevalecen intereses político-partidistas, cuando no existen intereses económicos y cuando el denominador común de la propuesta es el civismo, que en este caso tenía como factor motivador el afecto a una tierra de la que se siente el singular orgullo de ser nativo de sus entrañas, unido a una idiosincrasia que ha echado raíces profundas en el sentimiento montubio y la vida misma de los manabitas. Manabí por fortuna, es dueña de hondas y arraigadas tradiciones heredadas de familias que nos legaron honor y buenas costumbres.
Sería largo mencionar detalles y enumerar episodios que se fueron sucediendo en la formulación de la propuesta que Manabí hizo al país, pero no se puede dejar de señalar la entrega sin espera de recompensa que muchos miembros del Comité efectuaron para impulsar una campaña de promoción de la consulta, que no contaba con ningún tipo de financiamiento y cuyo único factor motivador era decirle al Ecuador, que en Manabí estamos conscientes de nuestra dura realidad socio-económica, de nuestra injusta marginalidad, de recibir un trato de instituciones y funcionarios del Estado que no lo merecemos. Es cierto que en la campaña hubo la colaboración institucional del Consejo Provincial de Manabí, de la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, de la Universidad Técnica de Manabí, pero esa cooperación fue extremadamente limitada, por ello más bien hay que relievar la solidaria recepción, que la casi totalidad de las autoridades cantonales, le dieron a la propuesta y el posterior apoyo a la consulta popular, sobre todo en lo relacionado con la organización de reuniones de trabajo con los representantes de las diferentes organizaciones cantonales y parroquiales, reuniones que buscaban ir impulsando un pronunciamiento consciente y claro de la ciudadanía manabita, como en efecto aconteció en el evento del día 17 de septiembre del año 2000, donde el 91% votó a favor y sólo el 9% en contra (hubo también cerca del 10% de votos nulos o blancos), votación cualitativa y cuantitativamente muy alta, si consideramos la campaña impulsada por los beneficiarios del poder político, burocrático y económico del centro del poder, que directamente o a través de interpuestas personas (incluyendo algunos manabitas) realizaron para sembrar confusión, dudas o al menos disminuir el avasallador pronunciamiento popular.
Desde el punto de vista de los hombres y nombres que deben ser recordados en la gesta cívica que "está prohibido olvidar" (según inteligente opinión del periodista manabita David Ramírez), es conveniente señalar los nombres del Prefecto de la Provincia Dr. Humberto Guillem Murillo, Teddy Marazita, Carlos Alarcón, Ángel Mendoza, Josélías Sánchez, Leonardo Moreira, Tony González, Douglas Vaca, Juan Carlos Lara, Carlos San Andrés, Raymundo Zambrano "Don Pascual", Freddy Reyes, estos dos últimos que con su actuación dramática sobre la autonomía de Manabí, demostraron con un lenguaje apegado a nuestra extracción montubia y vernácula, a nuestras realidades, a nuestras vivencias, lo que se perseguía: que la propuesta de autonomía no era una propuesta a favor de persona alguna, sino un acto de solidaridad y una oportunidad de encuentro con nosotros mismos. Mención especial para el irremplazable Secretario del Consejo Provincial de Manabí y del Comité Cívico Interinstitucional "Pro Autonomía", don Lizardo Mendoza, un ejemplo de organización, una garantía para confiar en que toda documentación está en orden y celosamente manejada y cuidada. Desde el punto de vista negativo no faltaron las influencias de los privilegiados del centralismo, que en opinión del gran Juan Montalvo es el "reducto apropiado de tiranos y tiranuelos", quienes no escatimaron esfuerzos para hacer una campaña y tratar de opacar el abrumador pronunciamiento de los manabitas, aquella actitud procuraba contrariar o desalentar el buen ánimo de los miembros del Comité Cívico “Pro Autonomía de Manabí”, que hay que señalar contó siempre con el entusiasta y firme apoyo de los medios de comunicación social, de incontables articulistas de opinión, debiendo remarcar de manera muy especial el apoyo de El Diario, de Manavisión, de Canal Manabita, de diario El Mercurio y de la Asociación de Radiodifusores de Manabí, sobre todo de su entonces Presidente Don Enrique Morías Arteaga, otro manabita de cepa, cuya bondad no está reñida con su identificación a plenitud con el desarrollo y bienestar de Manabí y su gente. Para evitar malos entendidos he limitado la mención a quienes se unieron a la caravana en la campaña en favor de la consulta, pero no me atrevo a mencionar a la cuantiosa cantidad de líderes manabitas que colaboraron con inteligencia y desinterés al interior del Comité Interinstitucional “Pro Autonomía de Manabí”, pues al nombrarlos podría omitir el nombre de alguno o incluir el nombre de alguien que no lo amerita.
Es necesario en este apretado comentario sobre la gesta histórica del 17 de septiembre del año 2000, resaltar enfáticamente que ese pronunciamiento popular de los manabitas, tiene el debido valor constitucional y legal, es una consulta legítima que la prevé la Constitución de la República en su Artículo 106, queda para la historia un pronunciamiento que por estar sometido al rigor jurídico y a las reglas de la democracia, obliga a todos los habitantes de Manabí a respetarla y a luchar porque el Congreso Nacional y el Gobierno Nacional, produzcan en el texto constitucional la reforma necesaria para que Manabí como región o provincia, sea respetada en su derecho de tener un régimen de autonomía administrativa, que es oportuno aclarar no resquebraja el poder político unitario del país, ni mucho menos, sino que al contrario favorece una anhelada unidad nacional, pues un régimen autonómico procura un armónico, equilibrado y justo desarrollo del país y sus veintidós provincias. Justamente para viabilizar la reforma constitucional, el Comité Cívico Interinstitucional “Pro Autonomía de Manabí” no se quedó en la simple propuesta y en el discurso, sino que formuló y entregó a los poderes y organismos competentes del Estado, como el caso de la Comisión Nacional de Autonomías, Descentralización y Circunscripciones Territoriales, así como al Consejo Nacional de Modernización, una redacción definida, precisa y contundente de reforma constitucional para que utilizando el Artículo 286 de la Constitución vigente, esto es, que el Presidente de la República envíe la propuesta de reforma con el carácter de urgente al Congreso y el Congreso apruebe la urgencia, para que el país se pronuncie en consulta popular nacional sobre la conveniencia de establecer un régimen de autonomías en el Ecuador. Lamentablemente el gobierno anterior no quiso tomar esta decisión, no obstante haberse logrado un magnífico y bien concebido informe de la Comisión de Asuntos Constitucionales del anterior Congreso (que recogió casi íntegramente el texto de redacción para la reforma, entregado por el Comité Cívico Interinstitucional de Manabí), y que este alto organismo del Estado haya aprobado la realización de la consulta, aunque se haya demorado seis meses en pronunciarse, por lo que nos resta aspirar que el actual Congreso Nacional por la vía que tiene con su facultad de reformar la Constitución, o alternativamente el actual Presidente de la República, incluya en la consulta que ha anunciado al país, esta profunda reforma de tipo jurídico-política. El tiempo nos dirá de la acción del actual Congreso Nacional y de la posición que tendrá el Presidente Gutiérrez.
No existe otra propuesta de reforma trascendental y estructural para construir el Estado "Moderno del Siglo XXI", que no sea la de instaurar un régimen de autonomías, que persigue con claro criterio de la realidad nacional reconocer su gran fortaleza, que la constituye su variada y rica geografía y paisaje y procura unir al Ecuador profundo respetando debidamente su incuestionable diversidad étnico-cultural. Como decimos los manabitas, es la oportunidad histórica de construir por esa vía un alma nacional de la que el Ecuador ha carecido como República independiente y soberana. Hemos sido un Estado jurídicamente organizado, porque así lo quiso el Libertador Bolívar, pero hemos estado y estamos muy lejos de ser una nación con unidad de costumbres y objetivos. Tan fundamentada es la apreciación de los manabitas, que a partir de su propuesta, motivó consultas populares similares en Guayas, Los Ríos, El Oro y Sucumbíos, que remecieron la conciencia ciudadana , dando origen a uniones interprovinciales como la del llamado "Grupo de los 8" que lo integra Manabí, donde se produce una unión horizontal del país, de Costa, Sierra y Oriente, haciéndole notar al Ecuador que los soñadores de la unidad nacional y de darle al Ecuador un rostro de país con identidad propia, no estuvieron ni están equivocados, el camino es el que hay que construirlo y la vía es a través de régimen de provincias o regiones autónomas.
Urge una exhortación manabitas, que nuestra ancestral vocación por la libertad, que nuestra incuestionable identidad regional o provincial, que el legado de honor y dignidad que nos legaron las tradicionales familias manabitas del ayer, enriquecidas por sus magnificas costumbres, que el ejemplo rebelde y libertario de Eloy Alfaro, el ecuatoriano más ilustre y líder cimero de Latinoamérica, nunca dejen de ser un latido que motive permanentemente nuestro orgullo de ser y sentirnos manabitas, de ser nosotros mismos, de ser actores y protagonistas responsables del desarrollo provincial y del bienestar de quienes, por razones genéticas y domiciliarias, habitamos la geografía manabita.

Manabí, Junio del 2003








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