lunes, 30 de abril de 2007

"ES POSIBLE LA CONCERTACIÓN Y EL DESARROLLO EN EL ECUADOR"


(Ponencia en Foro Organizado por Auditoría Democrática Andina)

Para analizar el tema propuesto debemos partir de un hecho real e incuestionable, vivimos una época de profunda crisis de todo orden: de valores morales, económica, política, administrativa, social, educativa, etc. y esa crisis se evidencia más acentuadamente o con mayor rigor en los países en vías de desarrollo o subdesarrollados. Se quiere percibir o entender el tema con otra óptica y desde un ángulo de vista distinto, podría también concluirse en otra realidad, el crecimiento económico de los países desarrollados en un mundo internacionalizado e interdependiente ha repercutido desfavorablemente en los países en vías de desarrollo, los unos se han beneficiado en la misma medida que los otros se han perjudicado, pero el hecho de que se vive una crisis es definitivamente innegable, de tal manera que por cualquier lado que se quiera mirar la situación que afecta al Ecuador, no podemos soslayar la existencia de graves problemas que inciden en el desarrollo y el bienestar colectivo de sus habitantes, generando conflictividad social y desencuentros entre ecuatorianos.
Si objetivamente existe y se vive esa realidad en el Ecuador, lo lógico es que el país y de manera especial su Gobierno comprendan que la concertación se convierte en un imperativo, para ello es conveniente revisar experiencias que recoge la historia y en ese ámbito nos encontramos con episodios como la profunda crisis que afectó a los Estados Unidos en 1929, que estuvo a punto de producir la separación de sus entonces trece Colonias, y provocar el colapso de esa nación, lo cual fue impedido por la actitud y la reacción inteligente de los líderes de ese país, que con claro entendimiento del tema y haciendo renunciamientos de intereses o visiones personales, optaron por buscar una concertación, reconociendo derechos y atribuciones autónomas a sus trece Colonias y extendiendo esa autonomía inclusive a otras regiones del país, consagrando un régimen federativo compuesto por cincuenta y dos Estados, con lo cual dieron nacimiento y formaron los Estados Unidos de América, hoy convertido en el país de mayor poderío y desarrollo en el mundo entero. El episodio referido refleja sin mucho esfuerzo, que en una crisis la concertación se vuelve una necesidad imperiosa y si el Ecuador (en esto si existe unanimidad de criterio a nivel nacional), está atravesando una crisis que la sienten y viven los doce millones de ecuatorianos, no admitir la conveniencia de una concertación renunciando a intereses personales o de grupos, sería simplemente una monumental "necedad". Algo históricamente y por idiosincrasia más cercano al Ecuador es el caso de España, dicho país se había rezagado a enormes distancias de los otros países europeos y para poder salir de su incuestionable atraso, se instrumentó un gran acuerdo nacional a inicios de la década de los años setenta con el liderazgo claro y visionario del entonces Presidente Adolfo Suárez, habiendo España fundamentado el logro de una gran concertación patriótica, reconociendo su diversidad, procediendo a reordenar su régimen político-administrativo otorgándole autonomía a sus diecisiete regiones. Desmontando un régimen falangista, centralista y arbitrario, hoy tres décadas después del patriótico acuerdo se exhibe un resultado: España se convierte en uno de los países de mayor desarrollo humano que existe en la época contemporánea, según informe del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidad, PNUD.
Las afirmaciones y ejemplos antes señalados nos llevan a una inevitable conclusión, una crisis exige postergar creencias, intereses, aspiraciones o visiones empales o sectoriales, sea que estas provengan del sector político, del sector empresarial, de sectores sociales o de cualquier otro sector de la sociedad ecuatoriana y entender que sólo la unión de esfuerzos, de ideas, de anhelos y la identificación de objetivos comunes del país, si es que sinceramente se anhela vivir digna y soberanamente, harán posible superar a través del dialogo y acuerdos concretos, la solución de los problemas que inciden en la profunda crisis que soporta el Ecuador. En la línea de pensamiento que invocamos, para abonar en favor de la tesis del imperativo histórico de una concertación que contribuya a construir o cimentar las bases del Ecuador moderno del Siglo XXI, merece destacarse el pacto de gobernabilidad hecho por los chilenos, donde partidos políticos no coincidentes como el Socialismo y la Democracia Cristiana han llegado a un acuerdo para mantener y fortalecer el régimen democrático, no se trata de un pacto de prebendas o de repartos de cargos, no es un pacto de "toma y daca", como los que desafortunadamente prevalecen en la política ecuatoriana y que tanto repugnan a la conciencia ciudadana, es un pacto para apuntalar una tesis, un interés nacional que rebasa intereses grupales, la vigencia de la democracia, el vivir en paz, el contribuir al progreso y bienestar de los chilenos. Agrego otro caso, Guatemala un país centroamericano que vivió una verdadera guerra civil, llegó a un pacto fiscal, primero entre sectores de la sociedad civil y luego incluyendo a los líderes políticos que comprendieron lo beneficioso del pacto, unión que les ha permitido favorecer un desarrollo sustentable, postergar intereses facciosos y eliminar o al menos atenuar todo brote de conflictividad y enfrentamientos cuyos únicos perjudicados eran los propios guatemaltecos. No olvidemos que la teoría del pacto social es una tesis que la mentalizó ese gran revolucionario francés que fue Rousseau a fines del siglo XVIII, consecuentemente no existe invención en la propuesta, no se trata de "descubrir" recetas mágicas, sino de admitir la existencia de hechos y realidades que nos obligan a todos a pensar más en el "nosotros" que en el "yo". Me atrevo a sostener que uno de los paradigmas que caracterizará buena parte del siglo XXI será el de una tendencia hacia la concertación en reemplazo de la extrema conflictividad que caracterizó el siglo XX cuyos más patéticos ejemplos lo constituyen las dos guerras mundiales y la multiplicidad de conflictos internos en una gran cantidad de países.
Cómo concertar, con quién o quiénes concertar, para qué concertar y sobre qué concertar, son interrogantes lógicos que no pueden dejar de ser considerados en mesas de diálogos y análisis a efectuar, si es que se desea sinceramente avanzar en la búsqueda de acuerdos mínimos. En la respuesta a las interrogantes antes indicadas, surge una primera premisa irrefutable y es la que para volver viable la concertación debe existir un liderazgo adecuado y confiable, que sea además firme, convencido, de sólidos principios éticos, que con una debida claridad de ideas y sobre todo de conocimientos debidamente fundamentados de los problemas que realmente inciden en la actual crisis nacional, pueda encausar o dirigir un diálogo que permita la formulación de planteamientos que deben ser concretos, que permitan concomitantemente identificar soluciones que también tienen que ser concretas y realizables, para no caer en un rosario de planteamientos o en aquella "lluvia de ideas" con la que normalmente comienzan y terminan la multiplicada y ya saturada realización de foros, seminarios, encuentros, talleres, etc., que se han efectuado en el país sobre los más variados temas. De lo expuesto no existe la menor duda que la responsabilidad de cómo promover, conducir y viabilizar una concertación, tiene como primer gran responsable al Jefe de Estado, sin cuya voluntad política y sin cuyo conocimiento de realidades es imposible dar el primer gran paso, que obviamente no puede tener la pretensión de lograr la participación o la homogeneidad o unanimidad del conjunto de la sociedad ecuatoriana, pero si es perfectamente posible lograr el apoyo y el aporte de los sectores mayoritarios y más representativos del país. Debo puntualizar que el planteamiento del acuerdo o concertación no parte de una "base cero", pues los nudos críticos están repetidamente identificados y las posibles soluciones también están amplia y suficientemente sugeridas, de tal forma que el reto ya no es sentarse a proponer, si no que es el momento de actuar y de hacer bien las cosas, pues ya no queda espacio para la equivocación, para la dilatoria, para la retórica, ni para el ensayo, es el momento de la acción y no de la palabrería demagógica, que por hueca y vacía está devaluada, aparte de que resulta intrascendente y no conduce a ninguna parte.
Con quién o quiénes concertar y en esto se debe estar bien claro, para no provocar una dispersión de planteamientos que lo único que haría es dilapidar tiempo y esfuerzos, debe convocarse a la gran concertación o pacto social a los sectores que representen las distintas vertientes de opinión y de intereses de la sociedad ecuatoriana, y si admitimos que un Estado se sustenta en un trípode integrado por tres sectores fundamentales: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y los órganos de control, pues se entiende que en aquellas instituciones están también incluidos los dirigentes de los partidos políticos, a los que no puede excluírselos o al menos dejar de invitárselos. Un segundo sector que es el sector productor de bienes y servicios, sea de empresas públicas o privadas, en cuyo caso se incluyen los sectores propiamente empresariales y los sectores laborales, un tercer sector que es el sector académico como el gran orientador y sugerente de propuestas, que con el debido soporte de la inteligencia y del conocimiento científico y tecnológico es el llamado a contribuir a la solución de los problemas sociales señalando métodos y aportando estrategias y propuestas concretas, en este sector se sitúan las Universidades y Escuelas Politécnicas y los organismos dedicados a la investigación científica y tecnológica, investigación que hay que señalarlo es paupérrima en el Ecuador, tanto por la falta de apoyo económico estatal como por la falta de iniciativas de proyectos de real trascendencia y beneficio para el país. Se podría agregar y hay quienes lo sugieren un cuarto sector que sería el de las Organizaciones no Gubernamentales (ONG's), entre las que se cuentan fundamentalmente los organismos internacionales que tienen representantes en el país incluyendo por supuesto en este sector las organizaciones de promoción y defensa de los derechos humanos, de tal manera que con quienes debe promoverse la concertación es con los sectores representativos de la sociedad ecuatoriana en los que no puede dejarse de incorporar las organizaciones indígenas y afroecuatorianas, en cuanto la Constitución Política del Estado aceptando sugerencias de organismos representativos internacionales, les asigna un trato preferencial a estas minorías étnicas reconociéndoles sus peculiares características y formas de organización y vida.
Para qué concertar. La respuesta no puede ser otra que la de hacerlo pensando en los objetivos de corto, mediano y largo plazo, que los ecuatorianos desearían lograr para vivir en un ambiente de paz, respeto, seguridad, bienestar, es decir, procurar concertar en función de objetivos nacionales permanentes y no para superar coyunturas circunstanciales. Cómo ponerse de acuerdo en esos objetivos nacionales, cuando para unos pueden ser unos y para otros les puede parecer otros los prioritarios. En esta situación estimo se debe recurrir a los que taxativamente los enumera el Artículo 3 de la Constitución Política vigente en el Ecuador, donde se consagran los deberes fundamentales del Estado y entre ellos se mencionan los siguientes: fortalecer la unidad nacional reconociendo y respetando la diversidad, asegurar la vigencia de los derechos humanos de mujeres y hombres, priorizar la seguridad social, defender el patrimonio natural y cultural del país y preservar el medio ambiente, promover un crecimiento sustentable de la economía, garantizar la vigencia del sistema democrático y mantener una administración pública libre de corrupción, en consecuencia sin hacer mayores esfuerzos en ese artículo constitucional se encuentran los objetivos a debatir y concertar, pues si nos detenemos un instante al análisis de esta disposición legal que todos debemos aceptar, en ella están todos los problemas que los ecuatorianos consideran prioritario solucionarlos, ahí están incluidos el combatir la corrupción, erradicar la pobreza, la protección y defensa de los derechos humanos, el fortalecer la unidad nacional reconociendo nuestra incuestionable y marcada diversidad étnico-cultural, geográfica, climática, etc., favorecer la seguridad social, proteger el medio ambiente, fomentar el desarrollo cultural, apostar a un crecimiento socioeconómico sustentable, a lo que habría que agregar lo que la propia Constitución estipula seguidamente en los Artículos 4 y 5, esto es, mantener una política internacional que fundamentada en la paz, la cooperación, la seguridad jurídica del Estado, la integración, la condena del uso o amenaza de la fuerza, el rechazo a toda forma de colonialismo o neo-colonialismo, la posibilidad de establecer acuerdos bilaterales o multilaterales, con lo cual encontramos que la ley fundamental del Estado nos guía y orienta con claridad y puntualmente, sobre que temas es que se puede y debe realizar un diálogo real y eficaz, para lograr una profunda, consistente, bien concebida y bien hilvanada concertación nacional.
Pero no soy amigo de limitar mis criterios a repetir enunciados, más aún en momentos como los actuales en que la palabra está devaluada, hay crisis de credibilidad, se ha perdido la confianza en la palabra oficial, el pueblo ecuatoriano ha sido sucesivamente engañado a través de un discurso político en el que se ha abusado de la buena fe popular, de sus necesidades, de sus sentimientos, es fácil advertir que aflora en la conciencia ciudadana un resentimiento, un desengaño, sus líderes en quienes alguna vez confiaron han defraudado a los ecuatorianos, ya no creen en nada ni en nadie, aquello es muy grave para la estabilidad democrática. Siendo lo expresado una verdad que se vive y se siente, me permito plantear concretamente que la unidad nacional solo se fortalecerá implementando un progresivo proceso de descentralización, que avance sin prisa pero sin pausas, al reconocimiento de autonomías provinciales o regionales, a respetar circunscripciones territoriales, ello favorece la justicia en la distribución de los ingresos públicos, y cuando hay equidad no hay desunión y se estimula la unión, este proceso desconcentrador del manejo político de la cosa pública debe pasar forzosamente por la creación de nuevos distritos electorales que devuelvan la representatividad de la que hoy carecen muchos de los que son electos en comicios, pasados los cuales una gran mayoría de ciudadanos ignora hasta el nombre de quien lo representa; hay que erradicar la pobreza y ello sólo será posible si apoyamos sin reserva al sector productivo, sobre todo al primario, al agropecuario y pesquero, ese apoyo debe incluir asistencia crediticia y tecnológica, sin descartar subsidios para crear precios de sustentación; se debe efectuar una verdadera reingeniería en la seguridad social, es triste decirlo pero en el Ecuador simple y llanamente no hay seguridad social y eso significa un ciudadano desprotegido de contingencias y riesgos para los que no están preparados, las prestaciones de la seguridad social no llegan o llegan forzadamente o de mala gana; hay que combatir la corrupción, eso demanda el que hay que profundizar procesos sancionadores del enriquecimiento no justificado, no es suficiente que una persona al asumir una función pública declare sus bienes, debe decir cómo los llegó a tener, existe para el combate a la corrupción la base de una Comisión de Control Cívico de la Corrupción socialmente acreditada, a la que debe fortalecer al igual que sus veedurías a nivel cantonal; en fin si la democracia es respetada, así se favorecerá la tranquilidad ciudadana, se garantizarán los derechos fundamentales de la persona, los derechos humanos, que pertenecen a los pueblos y no a ningún gobierno de turno.
Lo anteriormente expuesto es un breve esbozo de ideas para no dejar flotando una lista de problemas del país. El asunto radica en cómo enfrentarlos y superarlos en la práctica, en esto hay que ser directos: para enfrentarlos hay que conocer y dominar las variables que inciden en cada uno de los objetivos planteados, todos están interrelacionados, interactúan entre sí, son interdependientes, el lograr transformar en realidad los propósitos conlleva el saber hacer, ese es el meollo del asunto, hay que considerar factores que inciden en el enfrentamiento de problemas sociales, la oportunidad con que se actúa, la previsión para evitar el lamento, el conocer personas, el identificar qué intereses los mueven, ahí es donde surge y se necesita del líder, del conductor, del guía, del estratega. Hay algo más, vivimos un mundo internacionalizado, interdependiente, eso es real, por eso hay que saber manejar escenarios nacionales e internacionales si se quiere ser competitivos, en fin hay que saber actuar, saber utilizar todas las variables o vertientes que confluyen en la indiscutiblemente compleja y heterogénea realidad social, económica y política.
Adicionalmente a los puntos planteados, estimo merecen un especial trato y análisis el buscar concertadamente puntos de encuentro en lo relacionado con la solución del grave problema de las deudas externa e interna. Desde mi particular punto de vista, encuentro que la mejor opción es una negociación vía fiducia petrolera, una buena e imaginativa solución en este problema de excesivo endeudamiento público devolvería al país la posibilidad de un sano manejo fiscal, con las grandes ventajas que ello implicaría para equilibrar sin medidas económicas traumáticas el manejo presupuestario. Igualmente merece una especial y dedicada atención lo que hay que realizar con la seguridad ciudadana, con el auge delincuencial, hay que atacar sus causas y efectos, vivir sin seguridad es vivir intranquilos y eso no es vivir o al menos es una vida sujeta a grandes tensiones, se habla y se reclama mucho de una seguridad jurídica, la preocupación es justa, sin un bien entendido respeto a la ley, cada cual hace lo que le parece y conviene, lo que "nos da a gana", si no respetamos derechos y deberes que nos corresponden estamos abonando para crear un ambiente de desconfianza, de imperio del abuso, de arbitrariedades, de imprevisiones, esto genera vulnerabilidad social y sentimientos de impotencia ciudadana.
Pero el tema planteado no está solamente relacionado con la concertación sino que incluye el desarrollo y surge eminentemente la necesidad de definir la imbricación entre concertación y desarrollo, lo que nos impone definir qué entendemos por desarrollo, pues a menudo se confunde crecimiento económico con desarrollo, lo primero es una parte, lo segundo es el todo. A manera de ejemplo pueden aumentar los ingresos por venta de petróleo y hay crecimiento económico, pero si esos ingresos no se destinan a obras de interés social que beneficien a todos y se emplean en gastos improductivos no existe desarrollo.
Para tratar de simplificar lo que significa desarrollo, debemos apelar a los tres condicionantes que requiere el que podamos tener una adecuada satisfacción de necesidades y una vida confortable, para ello es necesario tener una inflación controlada, esto es una estructura de precios sobre todo en productos alimenticios estable, no sujeta a variaciones intempestivas y bruscas que descontrolan el presupuesto familiar, el procurar que la población económicamente activa tenga suficientes fuentes de trabajo lo cual otorga tranquilidad y capacidad de demanda, esta última es el más claro indicador del estado en que se encuentra la economía social; y en tercer término procurar un crecimiento económico permanente, es decir que exista un aumento en la producción de bienes y servicios para atender la demanda de los mismos que es cada vez creciente tanto por el aumento del consumo como por el aumento de la población. Teniendo bajo control estos tres condicionantes, se permitiría un verdadero desarrollo y con el desarrollo es factible obtener un bienestar colectivo y equilibrado como lo define el mismo Art. 3 de la Constitución antes citado cuando nos referimos a la identificación de los llamados objetivos nacionales.
El desarrollo en consecuencia está íntimamente familiarizado con el bienestar y con la calidad de vida de una sociedad o de un país, pero ese desarrollo al que nos estamos refiriendo y que exige condiciones que lo integran y viabilizan, requiere a su vez el establecimiento de políticas gubernamentales que apunten al logro de un clima de estabilidad política o democrática, de tranquilidad ciudadana y de bienestar, trilogía de factores que deben examinarse para establecer si existe o no un buen Gobierno, esos son los factores que con extraordinaria visión y capacidad los señala el Libertador Simón Bolívar, por lo tanto podríamos concluir el análisis del tema que nos ocupa, sosteniendo que el desarrollo de un país exige concertaciones mínimas, de tal manera que debemos aceptar que el uno no es posible sin el otro o más claramente el que para lograr el desarrollo es necesaria la concertación, pues es indiscutible que solo a través de la unión es posible el ejercicio adecuado del poder y hemos advertido que para ejercer un poder real hay necesidad de manejar con claridad las ideas, poseer un claro conocimiento de realidades, y por supuesto hacer uso oportuno y eficaz de todas las variables que inciden en la vida de una sociedad, pues sólo así es posible lograr una concertación sobre aspectos o temas que todos los ecuatorianos desearían nos pongamos de acuerdo, lo que en último término equivale a que concertemos nuestro desarrollo y por ende hacer factible un bienestar compartido y equitativo única forma de medir si tenemos una aceptable calidad de vida.

Enero 22/2003


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