miércoles, 28 de enero de 2009

La educación superior



No existe discusión ni duda que si algo contribuye a un desarrollo consistente y equilibrado de una sociedad es la educación. Siempre he sostenido y sostengo que sin buenos ciudadanos con conocimientos que los haga conscientes de sus derechos y responsabilidades sociales, no pueden existir posibilidades de un país que aspire a mejor calidad de vida ni al logro de un mayor bienestar colectivo, al contrario será una sociedad cuyo único destino es lo incierto.


Pero no podemos confundirnos que con el solo enunciado de educar existe un beneficio a una colectividad, la educación para que signifique un real aporte al desarrollo social, debe responder a rigores de una dualidad enseñanza-aprendizaje que permita una sólida formación integral del educando, ello nos lleva a una elemental conclusión: o existen personas bien educadas o existen personas mal educadas, aquello explica que los dos grandes ejes de la educación contemporánea, sean el de la calidad y el del aprendizaje del estudiante, lo más importante no es tanto que el profesor sepa mucho sino que el educando aprenda bastante y que la información que reciba sea de buena calidad, una educación de baja calidad desorienta y confunde, en consecuencia en nada contribuye a construir una mejor sociedad.


Pero la educación debe ser analizada en un contexto y desde esa óptica es un proceso que se inicia en el hogar, nunca fue equivocada aquella afirmación de Freud que sostenía que los cinco primeros años de vida de un ser humano son determinantes en la formación de una personalidad, etapa de la vida en la que prevalecen factores sensitivos que podrían incidir en conductas y comportamientos, futuros, por ello si en esa primera etapa influyen aspectos de orden afectivo, resulta primordial la educación que se reciba en el hogar, en cuyo caso es fundamental que el ambiente que se viva en familia sea de armonía, de buenos ejemplos y de ausencia de violencia intrafamiliar que pueden afectar negativamente en la vida, conducta y comportamiento del hijo (a) de familia y futuro ciudadano y eso no puede dejar de ser considerado en todos los ciclos educativos incluso en la educación superior.


Lo antes expuesto nos obliga a comprender con claridad que en la infancia debe existir necesariamente una corresponsable coparticipación de padres de familia y educadores especializados en la educación de la niñez, aquello explica el que actualmente se fomente una educación que comience desde la etapa previa al jardín de infantes, y en general todo lo que configura la llamada educación parvularia, la cual sirve de base para el inicio de la educación básica, actualmente extendida a 10 años y que constituye una obligación y un deber del Estado y los individuos, es decir educarse no solo es un derecho sino un deber de las personas, al menos hasta el nivel básico.


Las breves y necesarias reflexiones anteriores me permiten sustentar mi ponencia sobre Educación Superior, que en el Ecuador está considerada como un subsistema dentro del sistema nacional de educación, subsistema que por supuesto debe cumplir su rol en estrecha vinculación con el otro subsistema que comprende la educación básica y de bachillerato hay que estar claros el proceso formativo de una persona no comienza en los niveles superiores, es un proceso que nace y muere con la persona, de tal manera que en el nivel de educación superior no puede prescindirse de analizar al alumno en su proceso de vida. En nuestro país la educación básica y de bachillerato están bajo la responsabilidad del Ministerio de Educación, la educación superior está confiada a las entidades que conforman este subsistema, para cuyo efecto se ha creado un organismo que es el Consejo Nacional de Educación Superior que planifica, regula y coordina este sector educativo, pero no puede realizarse un análisis de un educando sino se lo hace en el contexto integral de su formación como lo señalo anteriormente.


En el análisis que efectuamos no podemos limitarnos a meras afirmaciones que podrían carecer del debido sustento, estimo necesario que analicemos el término educación superior lo cual sugiere sin lugar a equívocos, que en este nivel deben existir los más altos rigores de rendimiento académico, aquello explica que la Declaración de Derechos Humanos en su Art. 26 establezca que el acceso a esta etapa educativa se lo haga por méritos, lo que obliga a las instituciones de educación superior a precautelar que los procesos de ingreso, de permanencia en el claustro universitario o politécnico y de egresamiento y titulación, establezcan las más altas exigencias para que quien termine una carrera en estos centros tenga claros criterios de orientación y conocimientos de la carrera por la que haya optado, que le permitan un confiable ejercicio profesional, no hacer aquello implicaría ir a procesos de una educación mediocre, masificadora y de muy poco o escaso aporte al desarrollo de un país e incluso de perjuicio al estudiante y por ende a la sociedad.


Lo antes relatado nos lleva a concluir que el deber de una sociedad o que el servicio que un Estado debe a sus habitantes en materia de educación, es opcional y exige cumplir determinados requisitos para acceder o ingresar en los distintos rangos de la educación superior, aquello explica que la actual Constitución estipule taxativamente en su Art. 356 el que se establezca un sistema de admisión y nivelación en las instituciones públicas de educación superior, es decir el derecho de ingresar es para todos (as) sin distinción ni discriminación de ningún tipo, pero deben cumplirse requisitos de ingreso, el libre ingreso existe, pero ese derecho puede ser ejercido si se cumplen los requisitos mínimos de admisión, también en el análisis que efectuamos es oportuno precisar, lo cual corrobora lo antes afirmado, que si bien es verdad la actual Constitución consagra la gratuidad de la educación hasta el tercer nivel (excluye el posgrado), sin embargo la propia Constitución condiciona aquella gratuidad a la responsabilidad académica del estudiante, lo cual sugiere que los estudiantes que no tengan niveles de rendimiento exigidos en la ley o en regulaciones internas de la instituciones de educación superior, no pueden gozar de este beneficio que confiere el Estado.


Es conveniente recordar que a partir de la Constitución de 1998 se incorporó en el Ecuador al Sistema de Educación Superior a los Institutos Técnicos y Tecnológicos Superiores, los cuales tradicionalmente funcionaron bajo la dependencia del Ministerio de Educación, como consecuencia de aquello el patrimonio de estos Institutos de carácter público pertenecen al mencionado Ministerio, esto en la práctica ha derivado en el hecho real, que estos Institutos incluyendo los privados, no se hayan ni se sientan integrados a plenitud al sistema de educación superior, existiendo más bien una cierta distancia con las Universidades y Escuelas Politécnicas, en consecuencia no existe una cooperación que vuelva secuencial la labor de todos los entes de este subsistema, inversamente han existido ligeras disputas de espacio sobre ámbitos de gestión de unos y otros. En todo caso la vigente Ley de Educación Superior consagra en beneficio de estos Institutos, capacidad de autogestión administrativa y financiera e incluso se estableció que los cofinanciados por el Estado continúen recibiendo fondos públicos, pero en la parte académica pasaron a ser dependientes del Consejo Nacional de Educación Superior, (CONESUP), organismo al que se le otorgó la facultad de expedir un Reglamento para la elaboración de los Estatutos y aprobación de los mismos, aunque en el caso de los públicos, el Estatuto de estos Institutos es de carácter general y su elaboración compete al Ministerio de Educación en base al cual lo debe aprobar el CONESUP.


De conformidad con el actual texto constitucional el Sistema de Educación Superior tiene como finalidad la formación académica y profesional con visión científica y humanística, la investigación científica y tecnológica, la innovación, la promoción, el desarrollo y difusión de los saberes y las culturas, la construcción de soluciones para los problemas del país que deben tener relación con los objetivos del régimen de desarrollo, lo cual debe ser observado par todos los entes de educación superior, lo que implica que estos centros deben programar y vincular sus fines y gestiones al desarrollo de la sociedad y no obrar de acuerdo a criterios institucionales aislados o individuales desconectados de la planificación y desarrollo nacional, sin que esto constituya un limitante para gobernarse y administrarse autónomamente y tomar decisiones en el ámbito académico, administrativo y financiero, e incluso de planificar estratégicamente el desarrollo de cada institución del sector.


En resumen las Universidades y Escuelas Politécnicas son las proveedoras de un recurso humano científico y técnicamente preparado, son los centros donde la ciencia y la tecnología permiten formular propuestas que contribuyan a la búsqueda de soluciones innovadoras a los complejos y heterogéneos problemas de una sociedad, pero ese aporte científico tecnológico debe ser creativo, novedoso, origina y de aplicabilidad en la realidad social, de lo contrario serán meros ejercicios teóricos que solo servirán para incrementar páginas para archivos que no tienen destino social, deben ser centros de promoción y desarrollo cultural, que los vincule con la comunidad y las ayude a encontrar su identidad, su idiosincrasia, para que conociendo lo que son sepan a donde van, sin conocernos nosotros mismos no sabremos qué hacer ni cómo hacerlo, cuáles son nuestras fortalezas, debilidades, oportunidades, los entes de educación superior no pueden dejar de ser autocríticos.


Es importante resaltar que la actual Constitución respetando el elevado rol social que compete y corresponde a las Universidades y Escuelas Politécnicas, mantiene la existencia de un organismo de carácter público que será el responsable de la planificación, regulación y coordinación interna del sistema y de la relación de sus distintos actores con la Función Ejecutiva, en consecuencia existe un organismo del cual forman parte las entidades del subsistema de educación superior que es el responsable de planificación, reglamentaciones y coordinación de las mismas, convirtiendo a este organismo en armonizador de políticas y acciones de las instituciones que la conforman y en una especie de interlocutor o vínculo con la Función Ejecutiva, sin que aquello signifique que una institución específicamente a nivel de Universidades y Escuelas Politécnicas, carezca de su debida individualidad y personería jurídica, aquello es parte sustancial de su autonomía. Adicionalmente se establece la existencia de un organismo de carácter público técnico, con atribuciones privativas que será el encargado de la acreditación y el aseguramiento de la calidad de las instituciones, carreras y programas de las entidades de este subsistema educativo, por ello no se permite que este organismo esté integrado por los representantes de las instituciones de educación superior, teniendo este mismo organismo la facultad de acuerdo con la ley, de suspender a las entidades de educación superior y en los casos de las que han sido creadas por Ley solicitar la derogatoria de dicha Ley y con ello su extinción definitiva.


Debe quedar claro que la nueva Constitución ratifica la autonomía académica, administrativa, financiera y orgánica de la que deben gozar las Universidades y Escuelas Politécnicas, las cuales deberán estar acorde con los objetivos del régimen de desarrollo y los principios establecidos en la Constitución (Art. 355). A partir de esta garantía constitucional se vuelve indispensable definir con claridad el porqué se reconoce esta autonomía especial a las citadas entidades y es obvio que en estricto apego a lo que son sus fines y funciones, deban tener independencia de las distintas Funciones o Poderes del Estado que ejercen el poder político, de lo contrario se bloquearía o mutilaría su capacidad de pensar libremente, de generar conocimiento, de investigar sin criterios preestablecidos y con fundamentación científica o tecnológica, de generar propuestas objetivas que contribuyan al bienestar social y a la solución de problemas que afectan al colectivo social, que se conviertan como entidades sedes de la razón, del análisis crítico y desprejuiciado, como entes con atributos para ser creativos o imaginativos, que sean foros de los que emane la posibilidad de alumbrar la ruta que debe recorrer el país, deben ser como lo sostuvo el eminente ex Director General de la UNESCO, Dr. Federico Mayor Zaragoza, una especie de conciencia de la sociedad, agregarla, el cerebro donde se forjan las ideas, las tesis, las propuestas para edificar una sociedad más humana, más justa, más fraterna y solidaria, un faro que provisto del fluido enriquecedor de verdades demostrables y debidamente fundamentadas, oriente el rumbo que debe transitar un país que lo proteja de dificultades y abrojos que se le presenten en el camino que debe recorrer en el presente y en el futuro, amparado en sus vivencias del pasado, hay que insistir, no existe ciencia sin conciencia, ni ciencia sin experiencia.


Si la autonomía es un elemento inherente a la gestión que deben cumplir socialmente las Universidades y Escuelas Politécnicas, eso las obliga a obrar con responsabilidad, actitud que incorpora la eticidad con la que deben proceder, sin responsabilidad no existe ética en el obrar de una persona o de una institución y sin la observancia de preceptos morales no existe posibilidad alguna de coadyuvar a edificar una patria digna y soberana, no obrar en base a principios es asesinar la esperanza que es el nutriente anímico que estimula la superación de una comunidad y especialmente de su juventud, a la que la Universidad no puede dejar de responderle y rendirle cuentas claras al ser ellos los destinatarios de su propia existencia y su razón de ser.


En definitiva las Universidades y Escuelas Politécnicas al no ser entidades gubernamentales, para poder contribuir a un modelo de desarrollo que establezca un Gobierno, deben partir de un consenso que articule lo propuesto en el Plan Nacional de Desarrollo con los planes y proyectos universitarios, aquello desafortunadamente no han sido las políticas que el país ha estimulado y más bien lo que ha existido es un divorcio entre Universidad y Gobierno, en muchos casos la Universidad ha sido una especie de contestataria o de entidad crítica radical de las acciones de los gobiernos de turno, disminuyendo sus posibilidades de aportar en beneficio del país, aquello sin duda debe cambiar, para que en una reciproca cooperación Universidad-Gobierno respetándose mutuamente, ámbitos de gestión, puedan favorecer un desarrollo sustentable del país y por ende mejorar el bienestar de los ecuatorianos (as).


Importancia y valor de la educación




Me he animado a reeditar un texto sobre educación universitaria, que tiene fundamentalmente el aval de un ejercicio de la cátedra en este nivel, que lo inicié en julio de 1969, inmediatamente después de haber culminado en aquel mes y año mis estudios de abogacía. La vida me permitió familiarizarme de manera permanente con la dirección de un centro universitario, en efecto en julio de 1977 por pedido del Rector de la Universidad Laica "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil, Dr. Alfonso Aguilar Ruilova, y por espontánea solicitud de los profesores que colaboraban en aquella fecha en la entonces Extensión en Manta de esa Universidad, asumí el Decanato y dirección de la misma, Extensión universitaria que ya me había tocado administrar desde 1973 en mi condición de Presidente de la Unión de Profesores Universitarios de Manta, administración que asumí por así habérmelo solicitado expresamente el Rector de la ya mencionada Universidad guayaquileña, como inexcusable condición que se me impuso en razón del cierre de la Extensión dispuesta por las autoridades de la matriz, decisión a la que me había opuesto en defensa de la Extensión universitaria. Antes de aquello tuve el grato placer de haber iniciado y dirigido en 1972 el funcionamiento de la Escuela de Derecho en Manta, en la que debí enfrentar una fuerte resistencia de la Federación Nacional de Abogados.


En mi condición de Decano de la ya mencionada Extensión universitaria me tocó vivir la dura realidad de no contar con locales ni recurso económico alguno para realizar nuestra labor, teníamos que solicitar locales a préstamo, el Colegio Manta, las Escuelas Adolfo Jurado González, Fe y Alegría y Abraham Lincoln, nos ayudaron a mantener la Extensión, que tenía la grave dificultad de tener establecidas pensiones a sus estudiantes de aproximadamente un salario mínimo vital mensual de la época, lo que afectaba toda posibilidad de crecimiento de la población estudiantil y no permitía un pago adecuado a docentes que resultaba muy difícil conseguirlos con un buen nivel de conocimientos.


Aquella realidad vivida me llevó a concebir a fines de 1981, la idea de dedicar todos mis esfuerzos para que se creara en Manta lo que hoy es la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, cuyo proyecto de Ley presenté como Legislador por Manabí en 1983, proyecto que me permitió la oportunidad de dirigir una hermosa lucha, en la que se debió superar una radical oposición del Congreso Nacional, del Presidente de la República y del propio Consejo Nacional de Universidad y Escuelas Politécnicas, oposición a la que se unían algunos Colegios de Profesionales que no aceptaban la apertura de carreras profesionales, sobre todo en áreas de la salud que se habían programado en la nueva Universidad en trámite de creación. Las diversas batallas libradas fueron ganadas y el 13 de Noviembre de 1985 se publicó en el Registro Oficial la ley que creó la Universidad laica "Eloy Alfaro" de Manabí y convertía a Manta por derecho propio en una Ciudad Universitaria. No puedo omitir contar que mis colegas del Congreso Nacional me propusieron una alternativa para que se cree la Universidad, que la misma sea privada, petición que jamás acepté, no obstante que a la misma se unieron el Presidente de la República, el CONUEP, el propio Rector de la Universidad "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil, terminando por aceptar lo que se convirtió en una condición inexcusable, que asuma la dirección como Rector de la Universidad que se creaba, pedido que acepté de manera transitoria por un año, luego por expresa y espontánea petición de la comunidad universitaria, me he mantenido en el ejercicio del rectorado hasta la presente fecha.


El ejercicio del rectorado dirigiendo una Universidad con mente fresca y actitud renovadora, unida al inmenso honor que significó para mí el que por tres ocasiones, los Rectores de las Universidades y Escuelas Politécnicas del país, me designarán Presidente del máximo organismo de la educación superior del país el Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas del Ecuador (CONUEP), me posibilitó tener las más directas vivencias de lo que significa la misión, fortaleza, debilidades, oportunidades, perspectivas, etc., del mundo universitario, todo lo cual ha contribuido a que dedique con la más íntegra satisfacción, mis mejores capacidades y esfuerzos en beneficio de la educación de la juventud ecuatoriana, con cuyos anhelos espirituales y ansias de superación me siento identificado e integrado a plenitud, tengo la firme convicción que no existe otra vía para que vivamos en una sociedad más consciente de sus deberes y derechos.


Las gratificantes y estimuladoras recompensas y distinciones que me ha obsequiado el mundo académico, me imponen sentirlo hondamente, vincularme militantemente y por siempre con esta dignificante tarea de la cátedra y dirigencia universitaria, en la que no puedo olvidar me permitió también la maravillosa e inolvidable oportunidad de haber presidido en irrepetible ocasión, la Comisión que le fue asignada a América latina y El Caribe, en la primera y única Conferencia Mundial de Educación Superior celebrada en París, por convocatoria de la UNESCO, en Octubre de 1998. Han quedado grabados en la memoria de mis mejores recuerdos, el que el Vicepresidente de esa Comisión haya sido el Ministro de Educación de Israel y la Secretaria de la Comisión la Ministra de Educación de Rusia, países de notable influencia mundial, me acompañó como Consultor de la Comisión uno de los más acreditados asesores de la Dirección General de la UNESCO, un experto en educación de nacionalidad polaca, cuya fisonomía me resulta inextinguible, pero cuyo nombre me resulta difícil recordarlo.


"Vivir para contarla" es el título que el gran escritor colombiano Gabriel García Márquez le ha puesto a uno de sus libros y eso es lo que yo he pretendido y pretendo con este libro, que espero sirva de alguna manera a quienes les inquieta realmente la situación de la Universidad ecuatoriana, por ello el libro es una recopilación de un pensamiento que mi memoria y mi cerebro han ido procesando y generando a lo largo de mi ya dilatada vinculación con la Academia ecuatoriana, a la que he conocido en sus interioridades de manera cercana y profunda, por ello este texto recoge ideas y testimonios sobre la importancia y valor de la educación en un país, incorpora fragmentos de tesis y criterios expuestos con ocasión de intervenciones en los aniversarios institucionales, así como de ponencias que he realizado en foros nacionales e internacionales en los que he sido invitado a exponer mis puntos de vista sobre el rol de la educación a nivel universitario.


Una inevitable reflexión para todos. La esperanza, he sostenido y sostengo, debe ser una expresión y actitud que no puede dejar de habitar en la mente y en el sentimiento de los seres humanos y de manera especial en la juventud, que tiene un largo camino que recorrer en sus vidas, pero ese camino no puede ser recorrido sin advertir la existencia de realidades, de dificultades y oportunidades, aquello me obliga a invitarlos a que entendamos con claridad que el mundo del presente y a futuro ofrece muy limitadas oportunidades a la juventud, el crecimiento demográfico proyectado hacia el mañana, tiene una relación de una oportunidad de trabajo por cada tres personas, frente a tan abismal déficit no queda sino la decisión de avanzar en educación, en adquirir conocimientos y cultivar una mentalidad emprendedora, ese es a fin de cuentas el reto de la sociedad y especialmente de la juventud del hoy y del mañana, a lo que hay que agregar la imperiosa necesidad de restaurar valores y códigos de conducta, aquello constituye al margen de sistemas políticos o tesis económicas, los verdaderos desafíos en los albores del siglo XXI.

(El presente texto es la parte introductoria de lo que será el próximo libro del Dr. Medardo Mora Solórzano, obra que oportunamente Editorial Mar Abierto publicará)

La educación: única vía hacia la igualdad


Se ha insistido en afirmar siempre que la educación es fundamental para el desarrollo de una sociedad, también se ha repetido sin objeciones que la educación libera al ser humano o es el medio más idóneo para que realmente sea o se pueda sentir libre, es decir no existe quien no admita la importancia de la educación en la vida de las personas y por ende de las sociedades, que ha hecho que tradicionalmente se sostenga “No hay mejor herencia que los padres puedan dejar a sus hijos (as) que la educación”, aquello explica aquel extraordinario pensamiento del filosofo griego Platón, cuando afirmaba “Más importante que la ciencia de gobernar es la ciencia de educar, el ejercicio del poder es transitorio la actividad educativa es trascendente”.


Surge como lógica consecuencia de lo antes expresado una ineludible conclusión, educar es una tarea de alta responsabilidad para quienes la dirigen o la imparten, si partimos del hecho que la educación introduce en la persona hábitos de cortesía, urbanidad y buenos modales, por eso también se sostiene con razón que es primordial en todo proceso educativo, en cualquiera de sus niveles, la formación en valores, consecuentemente no existe término medio, o somos bien o somos mal educados, lo primero es expresión de personas de buenas costumbres que respetan a sus semejantes, lo otro es demostración de insolencia, de irrespeto, de altanería, de agresividad, de violencia, de incorrección y para tener ese comportamiento no se necesita asistir a ningún centro educativo. Afortunadamente se viene insistiendo en la imperiosa necesidad de proporcionar a los educandos una educación de calidad, pero aquello en la praxis no puede reducirse a una frase que es fácil repetirla, para poder aspirar a esa educación de calidad es imprescindible que el docente o profesor tenga una sólida formación no sólo en conocimientos especializados, debe ser transparente, honesto, tener mística, vocación, necesita comprender el momento presente, visualizar el futuro, requiere tener plena conciencia que su tarea es la de ser una especie de guía y de ejemplo para el más importante actor de un proceso educativo que es el (la) estudiante, en resumen en materia educativa lo medular es que el alumno aprenda y para ello es necesario contar con profesores que sean capaces de transmitir lo que saben o han llegado a conocer, lo cual haría posible desarrollar óptima o eficazmente las facultades intelectuales, físicas y morales del alumno (a), para de esa manera integrarlo en las mejores condiciones posibles a la sociedad en la que vive. Algo más, en educación el mejoramiento debe ser continuo, debe ser evolutivo como es el ritmo de las colectividades humanas, debe irse acoplando a circunstancias, exigencias y paradigmas de la actualidad, de lo contemporáneo, debe quedar claro hay que educar para el mañana no para el pasado, el pasado nos da lecciones, pero esas lecciones hay que aprovecharlas o utilizarlas para que orienten nuestro futuro.


Cómo hacer posible una educación de calidad a través de una capacitación continua a la que antes nos referíamos, que en otras palabras significa irnos especializando de manera progresiva, para ello no es suficiente el optar por un curso formal de pregrado o posgrado, hay que programar permanentemente eventos para actualizar conocimientos para quienes ejercen la docencia, que deben estar familiarizados incluso en el uso de medios o equipos modernos, de multimedia, porque no existe la menor duda que en cualquier proceso educativo pueden utilizarse métodos pedagógicos o sistemas de enseñanza y aprendizaje que contribuyan a desarrollar de una mejor manera el proceso, pero no puede concebirse la tesis que un buen modelo pedagógico por si solo constituye una garantía de mejoramiento educacional, como tampoco se puede pretender que el objetivo en materia educativa es limitarlo al almacenamiento que el profesor o el alumno tenga de la mayor cantidad de conocimientos, la meta es lograr que sean aplicables a realidades concretas, de lo contrario se estaría formando personas o ciudadanos (as) conocedores de verdades inútiles, de ahí que tenga toda justificación la tesis planteada por la UNESCO que en materia educativa hay que aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir, por ende las clases prácticas, las pasantías estudiantiles, el uso de laboratorios apropiados resultan de gran utilidad, por lo que es indispensable que los centros educativos cuenten con el debido equipamiento para un uso conjunto de docentes y alumnos (as), y se establezca de esa manera un foro franco y abierto entre profesores y estudiantes y en este aspecto las tutorías docentes como instrumentos del proceso enseñanza-aprendizaje son un factor de gran utilidad que requiere ser impulsado.


Surge como corolario de lo antes afirmado una doble necesidad, la una la de establecer procesos evaluatorios que establezcan si los planes o pensums de estudios, programas curriculares, diseños de perfiles profesionales, corresponden a las tendencias de una educación actualizada, si esos planes o programas se cumplen y si quienes tienen la responsabilidad de implementar esos programas lo están haciendo y lo están haciendo bien, es decir evaluar al docente que tiene el derecho de calificar o evaluar al alumno pero que no puede concomitantemente dejar de ser evaluado en su desempeño como catedrático por los propios alumnos y la sociedad, de lo que se infiere existe un compromiso mayor, es el compromiso social, esta necesaria rendición de cuentas a la sociedad que tiene irrenunciablemente el legítimo derecho de exigir una educación de calidad y en este ámbito de la exigibilidad social, debe haber una activa participación de padres de familia y de organizaciones de la comunidad, sin perjuicio de que al fin de cuentas el juzgamiento supremo esté dado por la aceptación y logros que el educando alcance en la vida, aquello explica que los centros educativos vayan posicionando su nombre en el escenario social, vayan introduciendo una especie de “marca” del establecimiento.


Adicionalmente es imprescindible para no hacer conjeturas inmediatistas y poder efectuar análisis dentro de un contexto, el tener que admitir que si el presente es fruto del pasado y el futuro será el fruto de la acción del presente, recordar que en el desarrollo cambiante que ha experimentado la humanidad, la educación ha sido influenciada por factores de poder político que han predominado de acuerdo a formas de gobiernos imperantes o prevalecientes en las distintas épocas, así se buscó formar guerreros en el caso de Esparta, individuos en el caso de Grecia, ciudadanos en el caso de Roma, en la edad media prevaleció la formación religiosa con predominio de lo espiritual sobre lo humanamente natural, en la etapa del Renacimiento en cambio prevalece lo natural y humano, en la edad moderna con la influencia del Romanticismo y del Enciclopedismo que insurgieron y surgieron en Inglaterra y Francia, que desembocó en la histórica Revolución Francesa de 1789, hizo posible que aquella educación rígida de antaño, se transforme en el siglo XIX en una educación más liberal basada especialmente en aptitudes, vocación, habilidades o destrezas humanas, floreciendo la tesis del laicismo y con ello lo reflexivo e imaginativo teniendo como soporte la libertad de enseñanza y aprendizaje, hasta llegar en la actualidad en que el reto de educar se centra en buscar el interés del educando, consecuentemente se debe adecuar a sus anhelos cualquier sistema o modelo educativo y no a la inversa, sólo así se puede hablar de un cambio educativo que sustituya aquella educación dirigida de la que fueron partidarios el nacismo y el fascismo o de una educación impuesta desde la cúpula del poder como la que caracterizó a la Unión Soviética, modelo que respondiendo a un sistema político concentrador y absolutista del poder, perjudicaba en el fondo toda posibilidad de una educación familiar e individual que tuviese como sustento esencial un componente de carácter moral y el derecho del educando, que le permitiese forjar con la mayor libertad posible su personalidad sin renunciar o divorciarse de su idiosincrasia y de sus propios genes.


La Declaración de los Derechos Humanos que quedó consagrada para la posteridad después del triunfo de la Revolución Francesa de 1789, establece como derechos de las personas el de acceder a la educación, concomitantemente establece la obligación de la sociedad y el Estado de proporcionar educación a sus habitantes hasta el nivel básico, de esta garantía fundamental del individuo se deduce que la educación es un derecho personal y un deber social, consagrándola como la vía más apropiada hacia aquello que tanto se pregona, el desarrollo humano sustentable, la educación es por todo lo expuesto un servicio básico que un Estado debe suministrar a sus habitantes para no convertirlos en víctimas inocentes y propicias de su propia destrucción, como lo sostuvo con toda claridad y acierto el Libertador Simón Bolívar con su frase “la ignorancia es instrumento ciego de la auto destrucción de los pueblos”, pensamiento sentencioso que en el fondo advertía que quien ignora o desconoce, es lamentablemente objeto propicio para el engaño o utilización vil y miserable de quienes trafican con la mentira, la palabrería hueca de acciones y la falsa promesa, esos son los falsos redentores que ejerciendo la actividad de politiqueros sólo piensan en aprovecharse de la buena fe de los otros u otras para disfrutar perniciosamente del dolor y la miseria ajena y nada es más corrupto que aprovecharse de la necesidad de los demás.


Desde otro ángulo de vista la educación debe ser integral, no sólo se educa para llegar a saber o conocer, es necesario educar cívica y ciudadanamente, es indispensable que la persona conozca de sus derechos y obligaciones, sin aquello es imposible vivir en libertad, en democracia, de lo contrario la persona es vulnerable a la desinformación, está desorientada, se vuelve fácil presa de la persuasión retórica de falsos dirigentes o seudos líderes que sólo buscan conseguir votos para las próximas elecciones y olvidan su compromiso con los votantes, convirtiendo el voto que es un derecho político, en un acto donde el ciudadano es reducido a ser una persona que se adhiere a una tesis que en apariencia le es más conveniente, terminando por desengañarse, frustrarse, perdiendo su fe y confianza en su destino político, por ello hay que aceptar que no es tan cierto que en virtud del sufragio las personas valen lo mismo y son iguales (todos tienen derecho a un voto) en la realidad eso no es cierto, los que dirigen la comedia política tienen privilegios frente a los que no tienen poder, lo único que coloca en igualdad de oportunidades y situación a las personas es el conocimiento, por ello afirmamos que la educación, la buena educación, es la única vía que conduce a la igualdad de los seres humanos.


Pero para que la educación permita igualdad de oportunidades a las personas, debe partirse de la premisa que debe haber igualdad en el derecho de acceso a educarse en todos sus niveles: básico, medio y superior, lo cual implica que no pueden existir situaciones de orden social, económico, de género, políticas, religiosas, que bloqueen el indicado derecho, en consecuencia deviene esencial colocar en igualdad de posibilidades a todos los habitantes de un país, eliminando diferencias entre ricos y pobres, diferencias étnicas o raciales, lo cual vuelve también real y efectiva la equidad de género, que es una de las tesis o aspiraciones que más auge ha tenido en los últimos años.


Todo lo antes expuesto nos conduce a que aceptemos que la educación es un proceso formativo de la persona que comienza en el hogar, en el seno familiar, aquello explica que para permitir ese proceso, se consagre el derecho de los padres a dar a sus hijos (as) la educación que más convenga al futuro de ellos (as), como lo estipula la Declaración de Derechos Humanos, sin que esa protección a la educación familiar excluya la obligación de los educadores de corregir cualquier desviación que provenga de una educación hogareña mal concebida, donde haya existido maltrato al niño o adolescente, desviaciones de los padres, pues esta debe presumirse tiene como sustento una educación en dignidad y valores. En este punto cabría agregar que el calor del amor familiar es tan necesario en el desarrollo de un ser humano, que el psicoanalista Sigmund Freud sostenía que la principal etapa en la vida de las personas son sus primeros cinco años de vida, donde el cariño de los padres penetrará en la sensibilidad del niño (a) y lo convertirá en una persona que no carecerá de ese elemento nutriente que es el calor humano de su familia cuya importancia es tan alta que no tiene precio.


Si la educación es un derecho de todos y un deber social, por regla general debe ser suministrada por el Estado, pero la realidad nos dice que ante la imposibilidad del Estado de atender a todo el universo de potenciales educandos en cualquiera de sus niveles, se ha hecho necesario en países como el Ecuador, que exista de manera subsidiaria o complementaria una educación particular y de esa realidad se deriva una realidad preocupante, el hecho que la educación particular por ser pagada y tener un costo para el estudiante y el padre de familia, tiene más exigencia y como consecuencia de esa realidad, la educación particular resulta de mejor calidad que la pública y eso va generando inequidades o desigualdades sociales que acentúan la marginalidad del que menos tiene al estar huérfano de los más sólidos y mejores conocimientos, colocándose en desventaja frente a quienes reciben una mejor y más responsable educación, es decir en resumen, van creciendo élites con mejor acceso al conocimiento del mundo real frente a quienes por una educación ineficiente terminan por aspirar a ser dependientes de quienes tienen más conocimiento y mejores condiciones económicas, que son los que controlan el aparato productivo de la sociedad, por ello insistimos en que el conocimiento teórico sin aplicabilidad práctica es estéril y socialmente improductivo y hasta nocivo, se educa no para recibir un certificado o diploma de haber estudiado, se educa para el trabajo, por eso el axioma “aprender haciendo” es lo básico para el futuro del estudiante.


Hay quienes piensan que el adquirir un título o diploma de cuarto nivel es por sí solo una garantía de estar en presencia y frente a un profesional o educador de altos conocimiento, sin duda el posgrado es uno de los mecanismos más tangibles para la capacitación, pero la simple consecución del título o diploma no puede considerarse una credencial que por sí sola sea un factor determinante o un indicativo de que se poseen conocimientos en el más alto nivel, no se puede olvidar que “el hábito no hace al monje”, de tal manera que lo único que habría siempre que privilegiar, es a quien en ejercicio de la cátedra sobre todo a nivel superior demuestra tener una clara visión tanto de su alta misión social como de la alta responsabilidad que tiene en el ejercicio de la docencia como formador de nuevos ciudadanos, de nuevos profesionales o de nuevos dirigentes de la sociedad y para ello se requieren ser dueños de una ética libre de todo tipo de sospechas, su conducta en la sociedad deber ser transparente y merecedora del más amplio respeto y credibilidad ciudadana.


También está de moda el pensar que la educación a distancia es una expresión de contemporaneidad o actualización en los proceso educativos, sin duda los modernos medios informáticos facilitan el poder implementar este tipo de propuestas de facilitación del aprendizaje, pero en modo alguno aquello significa que quien oferta estudios a distancia está transitando por rutas acordes con las exigencias del mundo actual en materia educativa, esa oferta demanda de equipos docentes dedicados exclusivamente a esta labor, de alta capacidad de la planta profesoral y de una infraestructura bibliográfica y de equipamiento tecnológico que pueda realmente hacer que estos cursos sean confiables y de buen nivel. No se puede soslayar que un mal entendido facilismo degrada el proceso de aprendizaje y es un verdadero engaño al estudiante, hay entidades sobre todo de educación superior que al ofertar una serie de cursos de fines de semana o también llamados semipresenciales, lo único que consiguen es afectar la imagen, seriedad y respetabilidad que deben tener los estudios a nivel universitario y politécnico y eso le ha hecho mucho daño a la Universidad ecuatoriana.


La educación por regla general debe tener como elementos inseparables la razón, la crítica objetiva que debe ser ajena a negativismos y en consecuencia debe ser pro-positiva y la creatividad o la imaginación, no hay que olvidar que el más alto pensador del siglo XX que fue Albert Einstein sostuvo que “más importante que el conocimiento es la imaginación”, tenía toda la razón, el saber no viene encapsulado, ni es objeto de trasplante de ningún género, lo único real es que los actores del proceso educativo docentes y estudiantes, por la propia personalidad, por la inteligencia y conocimiento que los caracteriza deberían tener una dosis de creatividad que les permita obtener el máximo provecho educativo de su diálogo durante el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Si hemos sostenido que la educación deber ser de buena calidad, también hay que entender que esa educación no puede tener ningún tipo de sesgos que la sometan a dogmas o fundamentalismos que en fin de cuentas le resta racionalidad y libertad al proceso educativo, aquello explica que se proteja la educación de todo tipo de proselitismo de orden político partidista o religioso, sin que eso signifique en modo alguno, que en los establecimientos educativos estén prohibidos tocar temas de tanta incidencia en la vida de la sociedad como son los vinculados con tesis o doctrinas políticas y creencias religiosas lo que no se puede y es incorrecto es favorecer a una tendencia o grupo político o a una determinada religión.

De otra parte la actividad educativa requiere como ninguna otra la mayor cercanía del usuario o beneficiario de la misma, y en este aspecto si alguna actividad requiere descentralización o desconcentración sobre todo en la parte atinente a lo que es infraestructura y posibilidades de veeduría social, es justamente la educación, de lo contrario se restringiría o bloquearía aquella participación de la comunidad a la que antes nos hemos referido. Esta necesidad de ninguna manera se contrapone a que las políticas educativas sean de carácter nacional, si admitimos la universalidad del conocimiento, de tal manera que los parámetros e indicadores que a manera de principios generales deben ser observados en todo proceso educativo deben estar claramente establecidos en la legislación que adopte el país y en los parámetros que se establezcan para los procesos evaluatorios o los indicadores de desempeño docente que se señalen para obtener resultados sobre el servicio educacional que se preste, sin que eso sea incompatible con la necesaria participación de los gobiernos locales que deben coadyuvar a mejorar la prestación de tan fundamenta servicio.

En la actualidad se viene insistiendo que dado el proceso de internacionalización del mundo actual, se vuelve indispensable que se acentúe la necesidad del aprendizaje de un idioma extranjero y al interior del país hay justificados reclamos de favorecer una educación intercultural que facilite a los sectores de lengua nativa el poder escoger con toda libertad la lengua en que quisieran realizar su proceso de enseñanza y aprendizaje, lo que no cabe en educación es la imposición, de tal manera que ni se puede exigir a grupos étnicos que habitan al interior del país que se eduquen en una lengua ajena a su lengua nativa ni tampoco se puede imponer a quienes no conocen esa lengua nativa ni tiene ninguna afinidad con ella, que estudien con ese idioma, como tampoco cabe exigir se aprenda idiomas de otros países, quedaría en consecuencia a la libre decisión del educando en cuanto desee tener mejores posibilidades de relacionarse en el mundo en que vive de tener mayores opciones de investigación al poder acceder a textos escritos en idioma extranjero, eso es conveniente pero no es indispensable y no puede tampoco ser impuesto, lo que si debe es fomentarse una cultura de aprendizaje de idiomas extranjeros entre ellos el inglés como el idioma de mayor interconexión en el mundo.

Finalmente cabe una acotación, las urbes o países de mayor desarrollo siempre tuvieron como el principal aliado de ese desarrollo a los centros educativos sobre todo a nivel universitario, por ello París es famosa por su histórica Universidad de La Soborna, Oxford y Cambridge son ciudades inglesas que tienen una gran resonancia mundial por ser centros universitarios, igual sucede con Heidelberg en Alemania, Montpelier en Francia, Harvard en Estados Unidos y así muchas ciudades y países se enorgullecen de ser centros universitarios que elevan su jerarquía dentro del concierto de ciudades o Estados del mundo, Manta afortunadamente no se quedó atrás, es ciudad universitaria y el país y América lo reconocen.