Para efectuar un análisis de un tema de notable complejidad y controversial, me permito hacer una reflexión que nace más del sentido común que de conocimientos técnicos de la medida económica tomada por el país hace seis años, al adoptar como moneda de circulación nacional el dólar de los Estados Unidos de América, que buscó en síntesis corregir el deterioro galopante y continuo de nuestra frágil moneda nacional (el sucre), sustituyéndola por una moneda fuerte (el dólar), partiendo del hecho que la moneda es un instrumento de cambio y un medio de compra y venta de bienes y servicios, cuya pérdida de su poder adquisitivo termina por afectar al conjunto de la sociedad y por ende a su anhelo de mayor bienestar.
Tampoco es procedente se realicen afirmaciones o emitan criterios sin establecer el escenario social que existía y existe en el país, así como el contexto y la circunstancia en que se tomó la medida, escenario en el que en un juicio a priori daba la impresión que había un sector exportador beneficiado comprando la materia prima y/o el mismo producto exportable a un dólar de bajo precio, para luego vender el dólar que recibía del importador extranjero con un marcado sobreprecio (recordemos que el dólar oficial estaba en cerca de S/ 6000 y el dólar en la calle costaba cerca de 15.000 sucres), inversamente el importador nacional debía comprar dólares caros para poder importar sus bienes o mercaderías lo que le significaba incrementar sus costos de adquisición y reducir sus posibilidades de ganancia. A ese hecho real habría que agregar que los costos financieros por intereses muy elevados eran desmedidamente onerosos y terminaban por asfixiar económicamente tanto al sector importador como al sector exportador, afectando en definitiva a todo el aparato productivo del país.
En ese ambiente económico contextualizado de incontrolable devaluación de nuestra moneda frente a las monedas extranjeras, reflejada en una grave crisis financiera que provocó un verdadero colapso bancario, se obligó al cierre temporal de los Bancos, (hay que recordar se decretó un feriado bancario), el Gobierno de aquel entonces presidido por el Dr. Jamil Mahuad, de una manera desesperada y sin mayores estudios ni la debida planificación que normara la aplicación de la dura medida a tomarse, decidió establecer que el dólar sea la moneda de circulación nacional y como tal el medio de compra y pago de todas las transacciones económicas, con el propósito de frenar el oleaje inflacionario que sufría el país que licuaba los ingresos de todos los ecuatorianos. Lógicamente con la desesperación que se tomó la medida, no se meditó suficientemente en otras alternativas, como por ejemplo la establecida en Serbia y Montenegro que teniendo una moneda casi inservible como el dinar optó por establecer una circulación paralela de dos monedas: el marco alemán y el dinar como moneda nacional, o alternativamente impedir por medios legales al Banco Central la emisión monetaria sin un debido respaldo económico, para hacerlo y controlar de esa manera y con otras medidas colaterales la irrefrenable inflación que diluía y reducía a la nada los ingresos de los (as) ecuatorianos (as).
Tampoco se meditó sobre los efectos terriblemente devastadores que económicamente la medida provocaba, que en el fondo implicaba una macro devaluación del sucre, pues un dólar que oficialmente no llegaba a los 6.000 sucres fue sin mayor justificación fijado exageradamente en una cotización de 25.000 sucres, cuando ni siquiera los más avezados especuladores del “mercado negro” lo comercializaban a más de 18.000 sucres. Esta exagerada devaluación que le quitó flexibilidad al manejo monetario, significó un alto costo que el país lo está pagando al producirse un aumento de costos de producción que inciden en una estructura de precios, que ha terminado por afectar seriamente la economía de los ecuatorianos de ingresos medios y bajos, dada la rigidez del uso de la moneda adoptada que le resta posibilidades de manejo monetario al país, lo cual ha traído como resultado el tener actualmente un costo de la vida en el Ecuador que ha subido a niveles comparables con el de los países desarrollados, lo cual ha influido (no determinado) para que en estos últimos años se produzca una estampida migratoria de ecuatorianos que buscan obtener mejores ingresos, desplazándose principalmente a España, Estados Unidos e Italia, las cifras señalan que en los últimos siete u ocho años han emigrado del país alrededor de 1’000.000 de personas.
Ese sombrío panorama económico que vive el Ecuador, no puede ser atribuido exclusivamente a la dolarización, sino a la falta de políticas que apuntalen la producción con programas de apoyo consistentes, como tampoco se ha procurado volver confiable el manejo de los recursos públicos evitando se vulnere el Presupuesto del Estado con gastos que no cuentan con el debido financiamiento; esto hizo que la medida quede reducida a escasos resultados tangibles, detener la especulación, frenar la inflación de casi tres dígitos que tenía el país en aquel entonces y reducirla a un dígito (sin considerar la devaluación importada pues el dólar también se ha deteriorado en considerables porcentajes como por ejemplo frente al euro), bajar las tasas de interés pero de una moneda dura que internacionalmente ofrece mejores tasas para crédito e inversión, aunque nacionalmente se estimula el ahorro con mejores tasas pasivas por la confiabilidad de la moneda, pero lamentablemente al tener bajos niveles o índices de producción y productividad, las posibilidades de crear fuentes de trabajo se reducen como en efecto ha sucedido, lo cual deja en definitiva como balance que los inversionistas extranjeros que tienen una moneda estable tengan ventajas comparativas frente a quienes tienen que producir con una moneda importada cara, que ha vuelto difícil lograr niveles que equiparen sus ingresos a la dramática devaluación que sufrió el sector productivo sobre todo el primario, devaluación provocada por la dolarización a la que antes hice referencia.
La dolarización: medida económica irreversible
Las medidas económicas no constituyen por si solas un fin, sino básicamente son medios para lograr un determinado objetivo de orden social, si es que aceptamos que lo económico está estrechamente interrelacionado con lo social e incluso a factores de orden político, de orden administrativo y otros de innegable incidencia colectiva. Admitiendo que la dolarización logró un primer propósito al detener la galopante e irrefrenable inflación que sufría el país en aquellos años y que paralelamente produjo un tremendo impacto en costos de producción que no terminan de ser absorbidos sobre todo por el sector productivo primario (agropecuario y pesquero artesanal) que en el fondo tienen costos de producción en dólares y venden su producción en sucres devaluados, sin embargo hay que aceptar que rever la medida económica de la “dolarización” generaría nuevos perjuicios a todos los sectores económicos, no sólo a los que se beneficiaron de la misma (banca, comercio, y sectores terciarios de la economía), sino que afectaría al propio sector productivo primario y secundario (industrial), por ello estimo no existen condiciones para que “la dolarización” como medida económica sea revisada actualmente, debe mantenérsela, salvo que a futuro cambien las circunstancias y la situación económica del país, que afortunadamente al momento está favorecida por el ingreso de dólares provenientes de la espectacular crecida de los precios internacionales del petróleo lo cual fortalece la dolarización, si hemos de admitir que aquello significa un ingreso caudaloso de divisas desde fuera del país que no es producida por ecuatorianos aunque su origen sea el de extracción de este recurso del subsuelo nacional, pero en fin de cuentas aquello favorece la balanza comercial, si meditamos que el Ecuador tiene una alta dependencia externa por la elevada importación de bienes y/o insumos para su producción y consumo.
El Ecuador como país competitivo con la dolarización
Aclarando no es mi deseo ser crítico con la medida económica de la “dolarización”, reafirmo con énfasis que la medida se la tomó como un mecanismo desesperado para frenar la inflación y/o actitudes especulativas de diferentes actores de la economía nacional, pero hay un interrogante de fondo que plantearse: el país fue más o menos competitivo con esta medida, en mi opinión se volvió menos competitivo al encarecer como ya lo hemos reiterado sus costos de producción de bienes y servicios, lo cual explica la invasión económica de nuestros vecinos Colombia y Perú, que no dolarizaron su economía pero que crecieron económicamente más que el Ecuador en estos últimos años, lo cual refleja el hecho que éstos países producen a menores costos con sus monedas flexibles, con lo cual se ha invertido una realidad económica, antes nosotros les vendíamos bienes y servicios, ahora ellos nos venden aquellos, a lo que habría que adicionar que mientras nosotros exportamos mano de obra barata a los países desarrollados, nuestros países vecinos nos exportan mano de obra barata (especialmente Perú), o nos exportan bienes y servicios a mejores costos y mejor calidad (Colombia), por todo lo expuesto no tengo dudas que perdimos competitividad frente a nuestros vecinos y frente a economías de países asiáticos encabezados por China que produce y crece económicamente en tasas que se acercan al 10% anual, lo cual se explica por los bajos costos de producción con los que no podemos competir, en definitiva no somos competitivos como país aunque nos hayamos dolarizado, siendo iluso e irreal compararnos con los países desarrollados que tienen claras sus fortalezas y conocen de nuestras crónicas debilidades.
La globalización y la dolarización ecuatoriana
Nadie puede discutir porque sería insensato, el hecho real que el mundo contemporáneo es un mundo internacionalizado e interdependiente, lo que ha llevado a que se acuñe la palabra globalización, que a su vez dio origen a que se afirme que somos una “aldea global”, sin duda esa es la realidad del mundo de nuestros tiempos, lo que nos impone obrar económicamente con criterio no sólo nacional sino mirando el mercado internacional, por ello surge la pregunta, la dolarización nos ayudó a ser más fuertes económicamente en el mundo presente de auge de las mega empresas, no temo en sostener que su efecto ha sido virtualmente nulo, todo aquello nos obliga a entender que la eficiencia, la calidad, son factores insustituibles en la aspiración de tener un desarrollo sustentable y mejores condiciones de vida, lo mediocre, lo retórico, la ineficiencia, no forman parte del abecedario económico del mundo global dominado por el conocimiento, la publicidad y el marketing al amparo de un creciente desarrollo tecnológico y el crecimiento de los sectores terciarios de la economía (comercio y servicios), de tal manera que si la dolarización contribuyó a desnudar nuestra dura realidad y nuestras falencias o debilidades como país, la medida podría servirnos bastante para que procuremos ser lo más eficientes posible, esto es produciendo a bajos precios con productos de calidad, esforzándonos por encontrar los “nichos” del mercado nacional y mundial que nos favorezcan, que procuremos incorporar “valor agregado” a nuestra producción y es exactamente aquello lo que están haciendo las empresas pequeñas, medianas y grandes que existen en el país y que están demostrando tienen en la actualidad un notorio e indiscutible éxito en sus negocios.
La dolarización como “riesgo país”
Lo antes expuesto nos conduce a una conclusión paradójica, la mayor ventaja de la dolarización es haber puesto en evidencia nuestras grandes limitaciones como país, forzándonos a que nos interesemos en el llamado “riesgo país”, el cual se incrementa notoriamente por la marcada inestabilidad política y jurídica y la falta de seguridad ciudadana, existiendo esfuerzos que hay que reconocer ayudan a forjar la llamada “marca país” en ciertos sectores que han logrado colocar sus productos en el mercado externo, pero lamentablemente el sector público todavía sigue gastando sin control lo que provoca incorregibles desequilibrios presupuestarios, debiendo señalar que hasta el año anterior la venta de derivados de combustible significaba ingresos que ayudaban a financiar el Presupuesto del Estado, a la fecha está significando un gasto o egreso lo cual incrementa las posibilidades del déficit fiscal, aumentando concomitantemente nuestra dependencia en materia presupuestaria de la exportación del petróleo, cuya alza de precio tiene como contrapartida el aumento de gastos que debe realizar el país en la importación de derivados de petróleo que suben de precio en la misma medida que sube el precio del petróleo crudo, todo lo cual da como resultado que un buen porcentaje de los ingresos extras obtenidos por la exportación del petróleo a precios elevados se diluye por la importación de combustibles, sin que se hayan tomado medidas para que aquello no suceda, o al menos se atenúe, quedándonos estancados en el análisis de propuestas de la conveniencia de construir una o más refinerías.
Conclusiones
Hecho el análisis desde un punto de vista estrictamente académico que no puede conocer de prejuicios de ninguna naturaleza, hemos de concluir que la Dolarización que se decretó en el Ecuador en el año 2000 ha traído ventajas y también desventajas, lo que no puede discutirse es que una medida económica cualquiera que sea, no es por sí sola, buena o mala, puede ser oportuna o inoportuna, pero lo más importante y trascendente y hay que comprenderlo y aceptarlo es que la misma depende del conjunto de acciones que en el orden político, social, económico y administrativo se adopten como conducta del país y como comportamiento de sus ciudadanos o habitantes, todos esos factores interactúan y están interrelacionados, lo que nos hace aceptar que la inestabilidad política, la inseguridad jurídica, la intranquilidad ciudadana, la crisis de valores de nuestra sociedad, afecta la confianza de los agentes y sectores económicos, que los errores administrativos inciden en lo político, económico y en lo social, es decir todo es interdependiente, por ello me inclino por concluir con las siguientes reflexiones.
1. La dolarización frenó la inflación, el resultado es que una inflación cercana a los tres dígitos se redujo a un dígito (sin considerar la inflación importada por la devaluación del dólar )y no es equivocada la afirmación de profesionales de la Economía que sostienen que el impuesto más perverso para una sociedad es la inflación, que encarece progresivamente la subsistencia y supervivencia de las personas.
2. Sin duda la dolarización enfrentó la corriente especulativa que sufría el país, creando un mayor clima de estabilidad macroeconómica, lo que permite una mejor y más previsible planificación empresarial en el corto, mediano y largo plazo.
3. Al anclarse la circulación monetaria a una moneda “dura” de hecho se produjo un descenso en las tasas de interés que benefició el financiamiento de toda clase de inversiones y al mismo tiempo favoreció el ahorro interno al ofrecerse tasas pasivas de interés más atractivas en una moneda estable en el ámbito nacional, aunque el crédito en dólares sigue siendo más barato en la banca internacional.
4. No obstante que sigue siendo crónica la indisciplina fiscal, en todo caso el dólar ayuda a evitar demasiados excesos en el gasto público, al cerrarse la fábrica de emisión de billetes que manejaba a su arbitrio el Banco Central, obedeciendo las peticiones o presiones de los gobiernos de turno.
5. El efecto más negativo de la dolarización es la resta de competitividad que sufre el país al tener que producir a costos elevados, ello explica el porqué productos que antes eran exportados a nuestros vecinos Perú y Colombia, ahora ellos los producen a menor costo y los exportan al Ecuador, provocando un doble efecto, la mano de obra ecuatoriana debe buscar mejores ingresos fuera del país, mientras fluye la importación de mano de obra y desplazamientos de Colombia y Perú, en el fondo sostengo y eso es económicamente nocivo, los costos de producción en el Ecuador han disminuido las posibilidades de crecimiento económico y por ende de desarrollo humano.
6. La importación de problemas económicos externos, no se puede desconocer que el Ecuador tiene una inflación nacional pero también debe sumarse a ello la devaluación de la moneda (dólar) que ya circulaba en altos porcentajes (más del 50%) en el país como medio de pago y de todo tipo de transacciones.
7. Es innegable que en la realidad del país al momento que se tomó la medida económica se encontraba virtualmente dolarizado si nos detenemos a revisar que tanto los depósitos como la cartera en moneda extranjera en la Banca promediaba un 60%. De aquello resulta que entre los ganadores está la Banca que diluyó gran parte de sus obligaciones con la macrodevaluación y los grandes perdedores fueron los depositantes en sucres que no sólo perdieron virtualmente sus ahorros al recibirlos después de algún tiempo en sucres devaluados en más de un 400%, si no que se vieron forzados a vender sus certificados de depósitos con castigos de alrededor de un 30% , es decir un verdadero atraco al depositante y ahorrista que creyó en el país y en los banqueros, con el agravante que éste “affaire” lo terminó pagando el país con un costo estimado de alrededor de 6.000 millones de dólares.
8. Volvió inútil al Banco Central como el ente regulador de la política cambiaria, crediticia y monetaria, como el prestamista en último término del Fisco, de la Banca, de las empresas estatales e inclusive de la privada, es decir el Banco Central es un “ elefante blanco”, que gasta como millonario y no hace virtualmente nada.
Comentario final
El Ecuador nació como un país improvisado, indiscutiblemente nacimos sin moneda, el Presidente Juan José Flores creó una Casa de la Moneda encargada de acuñar una “moneda” de circulación nacional, en 1863 ésa Casa fue eliminada y los Bancos solicitaron facultades para acuñar moneda y el Gobierno les concedió esa facultad, recién en 1884, se crea el sucre como moneda del país para racionalizar la actividad económica, la historia reciente nos cuenta que el “sucre” murió totalmente deteriorado y su poder adquisitivo terminó reducido a 1/25.000. Pobre sucre, no el que murió luchando gloriosamente en el Pichincha sino la moneda que fue bautizada con su nombre y fue aniquilado por el virus de la corrupción que infecta al país para convertirlo en dólares y resucitar milagrosamente en las cuentas corrientes y bolsillos de banqueros que asaltaron impunemente a depositantes y ahorristas de buena fe, perjudicando gravemente al sistema financiero nacional.
Mayo del 2006
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