jueves, 3 de mayo de 2007

DECÁLOGO DE LA AUTONOMÍA MANABITA



1.- La autonomía libera, dignifica, convierte al ciudadano en sujeto de derechos, en copartícipe como actor y destinatario de su desarrollo comunitario y su propio bienestar personal.

2.- La autonomía fomenta el patriotismo, favorece el encuentro de la identidad nacional a través de reconocer la diversidad étnico-cultural y geográfica que caracteriza al Ecuador.

3.- La propuesta manabita es insurgente, transformadora, plantea cambiar el modelo de administración de un Estado indefinido, arbitrario, injusto, monopólico, obstruccionista y corrupto, por un modelo de un Estado regulador, árbitro, facilitador del esfuerzo e iniciativa ciudadana y promotor de las garantías fundamentales de las personas.

4.- Se procura la instauración de una justicia social que de a cada provincia lo suyo, mediante una distribución de la riqueza nacional que estimule al que produce y trabaja, que trate igualitariamente a cada habitante, y que sea solidario atendiendo los servicios básicos a todas las regiones del país. Para ello los ingresos se distribuirán bajo tres parámetros: contribución de cada provincia al PIB, número de habitantes y necesidades insatisfechas de cada una de ellas.

5.- Se propone desconocer y democratizar el ejercicio del poder político con la directa intervención de organizaciones de base como las organizaciones barriales, comunidades campesinas, cooperativas de producción, Juntas parroquiales, Concejos Municipales, Consejos de carácter Provincial que se encarguen de promover el progreso y mejoramiento de las condiciones de vida de sus respectivas colectividades o asociados.

6.- Promueve la dinamización del aparato productivo de la sociedad al liberar la posibilidad de una fluida actividad económica en la base de la sociedad, que traducirá en efectos multiplicadores que permitirán el acceso al trabajo y riqueza de los doce millones de ecuatorianos y no sólo de pequeños grupos de banqueros, políticos o empresarios sin escrúpulos, que son los beneficiarios del masivo empobrecimiento de la gran mayoría de ecuatorianos.

7.- Estimula la unidad nacional al promover un desarrollo armónico, equilibrado y equitativo de las veintidós provincias del país.

8.- La autonomía fomenta la responsabilidad ciudadana al confiar a los entes regionales respondan a sus respectivas comunidades, obligándolos a que sean eficientes en la acción que realicen, pues se rompe con el Estado paternalista que es destinatario del reclamo y de la nula o escasa capacidad de gestión de los organismos seccionales.

9.- Hace realidad el gran pacto social a partir de una efectiva participación de la sociedad civil en órganos del gobierno provincial y de control cívico de la corrupción, incorporando por esa vía a la ciudadanía organizada y consciente a la toma de decisiones en la construcción de su propio futuro.

10.- Estimula el arraigo de las personas a su terruño, motivando la vivencia y conservación de costumbres y tradiciones, desalentando las migraciones de las provincias a las grandes urbes y del campo a la ciudad.

Octubre 14/99

PROPUESTA HACIA UNA AUTONOMÍA PROVINCIAL (Declaración de Manabí)


COMITÉ CÍVICO INTERINSTITUCIONAL
“PRO AUTONOMÍA DE MANABÍ”
Portoviejo, agosto 23 de 1999

Señores: Dr. Jamil Mahuad W.
PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA

lng. Juan José Pons
PRESIDENTE DEL H. CONGRESO NACIONAL Y H. LEGISLADORES

Dr. Héctor Romero Parducci
PRESIDENTE DE LA EXCMA. CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Quito.-

Las instituciones públicas, organizaciones sociales y entidades privadas de carácter provincial de Manabí, se han venido reuniendo sucesivamente para analizar la profunda crisis que afecta al país y que evidentemente es mucho más notoria en provincias marginadas como Manabí. En esta incuestionable realidad. Las entidades manabitas a través de sus personeros coinciden que el Ecuador no podrá dar un solo paso adelante hacia el nuevo siglo si no se entiende que debe reencontrarse como país establecer su identidad nacional y ello sólo será posible a partir de un proceso ágil y decidido de muy clara descentralización administrativa, pues pensamos que en una modernización del Estado, la primera de las acciones a efectuarse es la de descentralizar la administración pública, que vuelva menos inequitativa, menos arbitraria y mucho más eficiente la gestión de las instituciones de servicio público y facilite la actividad de las empresas particulares. En este contexto de la actual situación nacional, Manabí plantea al país la necesidad de impulsar un proceso de autonomías provinciales, que debe reconocer el legítimo derecho de las veintidós provincias que actualmente integran el territorio ecuatoriano, de planificar, administrar su propio desarrollo y procurar el bienestar de sus habitantes, para ello hay que avanzar en un proceso de concertación nacional y esa concertación requiere una primera expresión de voluntad política del Sr. Presidente de la República, que de cumplimiento al Artículo 7 de la Ley de Modernización del Estado y a lo que ya dispone la Ley de Descentralización Administrativa y Participación Social que permita ir desconcentrando el ejercicio del poder político, hasta llegar a un régimen de autonomías de las provincias, las que podrían posteriormente asociarse voluntariamente en razón de comunes proyectos e interés que vuelvan conveniente una integración socio-económica e inclusive político administrativa.
Nuestra propuesta nace de un indiscutible y objetivo análisis histórico, que nos permite sostener que el Ecuador es un país con una evidente diversidad étnico-cultural, lo que legitima el pedido y aspiración de las comunidades sobre todo campesinas, de que se les permita cierto manejo autorregulable de sus actividades. Por lo antes expuesto y de manera muy puntual y concreta; Manabí formula al país su planteamiento de ser considerada a futuro como provincia autónoma, para cuyo electo propone lo siguiente:
1. Que se reforme la Constitución y, en sustitución de los Consejos Provinciales se creen Consejos de Desarrollo Provincial, que estén presididos por un Gobernador o Prefecto elegido popularmente en cada provincia. Este Consejo de Desarrollo Provincial estará conformado por los Alcaldes de los diversos Cantones y los Representantes de instituciones que actualmente conforman el Comité de Desarrollo Provincial.
2. El que los tributos como el impuesto al IVA, el impuesto a los consumos especiales, el impuesto a las operaciones de créditos, el impuesto a la matriculación de vehículos, las utilidades que se obtengan en cada provincia en la venta de derivados de combustibles, entre otros, sean recaudados directamente y distribuidos por el Consejo de Desarrollo Provincial, en base a parámetros claramente determinados que consagren la igualdad y solidaridad y sean repartidos entre los distintos Cantones o localidades de la Provincia, dejando precisado en este punto, que lo que se recaude por impuesto al consumo sea entregado a la provincia donde se produce el consumo y origina el tributo. Que asimismo, todo aquello que signifiquen tasas por servicios prestados dentro de la jurisdicción provincial, incluyendo concesiones de vía pública, tasas por peaje y otras establecidas en las leyes de régimen provincial y municipal, sean recaudados también por el Consejo de Desarrollo Provincial y distribuidos con igual criterio que los impuestos al consumo, debiendo dotarse para estos efectos de capacidad legislativa al máximo organismo de carácter provincial en su condición de gobierno intermedio entre el gobierno central y los gobiernos seccionales o locales.
3. Los ingresos que perciba el Estado por aranceles aduaneros a las importaciones, impuesto a la renta, incluyendo la generación de ingresos por la exportación de petróleo y otros que perciba el país por exportación de productos exportables se distribuyan en base a tres parámetros: a) Contribución de la provincia al Producto Interno Bruto; b) Número de habitantes; e) Necesidades básicas insatisfechas. Con ésta fórmula habrá una más igualitaria y justa distribución de la riqueza nacional y se estimulará al mismo tiempo una mayor producción.
La recaudación de estos ingresos se los podría dividir en partes iguales (50% para gastos del Estado para cumplir sus obligaciones y 50% ingresaría directamente a una Caja de Gobiernos Autónomos).
4. Se reactive el aparato productivo del país por la vía de facilitar créditos a los pequeños y medianos productores que en el caso de Manabí ha tenido una gran influencia histórica en la producción nacional por su acentuada vocación agrícola y pesquera. Creemos conveniente el restablecimiento de líneas de créditos bajo regulaciones del Banco Central, que favorezca a los indicados sectores con plazos, intereses y condiciones que respondan a la rentabilidad de sus actividades, pues la llamada “banca de segundo piso” ha sido perjudicial para los pequeños y medianos productores.
En este punto es indispensable reflexionar y así lo consideró la Asamblea de instituciones manabitas, que de los factores que más contribuyen a una muy mala distribución de la riqueza en el país es la excluyente y desigual distribución del crédito que se concentra en grandes empresas y en pocos grupos de poder político y económico de las grandes urbes como son Quito y Guayaquil. Desgraciadamente Manabí ha sido castigada en las tres últimas décadas pues antes recibía algún tipo de ayuda crediticia a través del Banco de Fomento y del propio Banco Central.
5. Proponer que el pago de la deuda externa se haga en forma proporcional de acuerdo a la inversión que se ha realizado en cada provincia del país. No es justo que el pago de esta deuda que tanto está influyendo en la vida y bienestar de los ecuatorianos, sea pagada por igual por quienes nada o muy poco han recibido de los créditos externos que no siempre fueron bien priorizados y utilizados por los funcionarios del Estado Ecuatoriano al contratarlos u obtenerlos. Consideramos también inaplazable solicitar una reestructuración de esta deuda que castigue a los acreedores especuladores con lo cual se operaría una disminución de su monto y su amortización. Alternativamente se podría destinar una parte de los ingresos por exportación de petróleo al pago de esta deuda onerosa para el Fisco.
6. Para un eficaz ejercicio de la autonomía es imperioso redefinir la elección y conformación de los entes seccionales. Consideramos que cada Cantón debe tener un Alcalde elegido por votación popular, directa y secreta, pero estimamos concomitantemente que los Concejos Cantonales deben ser reemplazados por Asambleas Cantonales que tengan la potestad de legislar en materia de ordenanzas locales, pero esos asambleístas municipales deben elegirse por distritos electorales de los distintos sectores urbanos y rurales considerando un determinado número de habitantes del Cantón que será fijado por el Consejo de Desarrollo Provincial o por una Ley que se dicte a nivel nacional. De esa manera se volverá mucho menos politizado el manejo de los Municipios, para que se conviertan en los organismos rectores del desarrollo de sus respectivas comunidades y no sirvan como Comités electorales de futuras campañas de los partidos políticos que lo controlan. Igual criterio debe adoptarse y en ello también es imprescindible una reforma constitucional, que la elección de legisladores nacionales y provinciales (que integren el Congreso Nacional y el Consejo de Desarrollo Provincial) sean elegidos por distritos electorales. Sin duda los Municipios son por historia y por derecho las instituciones llamadas a cumplir el rol de ejes de la descentralización del Estado, siendo también pertinente que se adopte la tesis que tiene establecida la Provincia de Córdova en la República de Argentina, mediante la cual el 10% de los presupuestos municipales son entregados para que sigan administrados directamente por las propias comunidades barriales o de recintos fomentando un sólido espíritu comunitario en la base de la pirámide social.
7. Paralelamente a la descentralización deben crearse Comités de Control Cívico de la Corrupción Provincial e inclusive Cantonales y Parroquiales, para ello sugerimos que esos comités estén integrados por un representante de los Medios de Comunicación Social, un representante de la Asociación de los derechos Humanos de cada provincia, una representante de las Asociadas Femeninas de cada provincia, un representante de Las Cámaras de la Producción de la provincia, un representante de los sectores laborales de la provincia, un representante de las Universidades y escuelas Politécnicas, un representante de los Colegios de Profesionales, un representante de las organizaciones barriales y de recintos, con lo cual se persigue un mejor y más ético y transparente uso de recursos públicos.
8. Los manabitas estamos concientes que la primera premisa para un buen desarrollo provincial o regional es que aquello sólo será posible en la medida que las instituciones locales sean eficientes y responsables en una justa recaudación de tributos y en el buen empleo de los mismos, con lo cual se contribuirá a desactivar aquella mentalidad de seguir creyendo en un paternalismo estatal cuyo modelo está agolado en el Estado Moderno.
9. Es urgente que las instituciones de control y de crédito del Estado como el caso de Contraloría General del Estado, Procuraduría General del Estado, Banco del Estado, Defensoría del Pueblo, Superintendencia de Bancos, Superintendencia de Compañías, Superintendencia de Telecomunicaciones, Corporación Financiera Nacional, Banco Ecuatoriano de la Vivienda, Banco de Fomento (si subsiste), desconcentren totalmente sus decisiones administrativas, que permita que las oficinas de carácter provincial tengan las facultades más amplias, que viabilicen una ágil gestión de estos organismos y de los entes seccionales en la ejecución de acciones u obras orientadas a favorecer el bien común, debiendo resaltar que aquello ya lo dispone el Artículo 29 de la Ley de Descentralización y participación social en actual vigencia.
Urge también una total descentralización del IESS cuya acción como institución es clave en el bienestar social de los ecuatorianos.
10. Que la Dirección Nacional de Aviación Civil decida de una manera puntual y concreta declarar al Aeropuerto de Manta como Aeropuerto Internacional alterno del Aeropuerto de Guayaquil y al mismo tiempo solicitar frecuencias aéreas sobre todo para la exportación de productos de fácil descomposición como pesca. Asimismo que la Dirección de la Marina Mercante y el Consejo Nacional de puertos implemente sin dilaciones la operación como Puerto de Transferencia Internacional del Puerto de Manta.
11 - Hasta tanto se vayan implementando reformas legales y resoluciones administrativas, demandamos se apruebe en el 1-1 Congreso Nacional la creación de la Junta de Desarrollo (de la Zona Norte de Manabí, la cual se financiará con el 2% de la recaudación total que perciba el Estado por la venta de combustibles y sus derivados).
12. Encargar a la Cámara de turismo de Manabí ejecute todas las acciones pertinentes para lograr un mejor aprovechamiento de las potencialidades turísticas de Manabí dado sus ricos y variados recursos de atracción turística. Asimismo se confía al Comité Cívico Interinstitucional de Manabí que se conformó para impulsar condición de provincia autónoma de Manabí, se mantenga en sesión permanente hasta obtener la debida respuesta a los planteamientos que resumimos en esta comunicación y sus documentos anexos.
La Asamblea recomienda que con el fin de obtener un verdadero desarrollo sustentable de la provincia, se tenga en consideración la protección y preservación del medio ambiente como elemento transversal de toda acción humana en la ejecución de programas u obra pública o privada que se efectúen en jurisdicción territorial de Manabí.
Señor Presidente de la República. Señor Presidente del H. Congreso Nacional y H Legisladores. Señor Presidente de la Excma. Corte Suprema de Justicia, es el momento de actuar en función de una impostergable unidad nacional. No existe otra manera de hacerlo que no sea mediante un desarrollo armónico y equilibrado de todas las regiones o provincias del país, la única vía que conduce a ello es el establecimiento de autonomías provinciales o regionales o una acentuada y leal descentralización administrativa, que permita a cada provincia de una manera responsable y libre impulsar su desarrollo y mejoramiento de las condiciones de vida de sus propias colectividades. Adicionalmente a lo expresado, la única forma de lograr una auténtica democracia participativa es por conducto de una descentralización que contribuya simultáneamente a desmonopolizar ciertas actividades sobre todo en la prestación de servicios públicos y beneficiar la libre competencia como una autentica motivación y estímulo para el progreso de las diferentes comunidades que habitan el territorio nacional. No olviden que en materia de descentralización el Ecuador es también el país de mayor atraso en la región de América Latina y el Caribe.
Si algo nos dejó como herencia el más grande ecuatoriano de todos los tiempos y uno de los pocos líderes que ha tenido América Latina y El Caribe, el General manabita Eloy Alfaro Delgado, fue su lucha por la libertad de conciencia, que en su más puro y auténtico sentido y contenido, implica la posibilidad de romper con todo tipo de situaciones que frene el desarrollo de iniciativas generadoras de actividades creadoras del ser humano no se puede hablar de libertad si no respetamos el derecho de los pueblos a organizarse libremente desde la base de la sociedad y esto es lo que perseguimos al plantear ante el país la tesis de la imperiosa necesidad de establecer provincias con un régimen de autonomías, que les permita un ejercicio libre de sus actividades en la administración de sus bienes y recursos públicos sin estar sometida al temor o dependencia de criterios o disposiciones del poder centralizado. La autonomía como régimen local o regional de gobierno es una vía insustituible para crear una sociedad más justa y solidaria.
Finalmente queremos reflexionar junto a ustedes, como máximos personeros y representantes de los poderes públicos, para manifestarles que las instituciones públicas o privadas y organizaciones sociales de la Provincia de Manabí, entienden que este es un proceso que debe irse concretando progresivamente y por ello hemos mantenido el más estricto apego a una postura eminentemente cívica que no ha buscado favorecer ningún tipo de posiciones político partidistas o personales. Acompañamos un proyecto de reforma al Artículo 224 de la Constitución Política del Estado que sometemos a vuestra consideración, no obstante aquello, apoyamos toda iniciativa que provenga de cualquier bloque legislativo o de cualquier Honorable Legislador de la República, de instituciones públicas o privadas o de organizaciones de carácter social que favorezcan la descentralización o la implementación de un régimen de autonomías en el Estado ecuatoriano. Hacemos expresa reserva que en la eventualidad de no tener respuesta a nuestra propuesta en un tiempo prudencial que no puede exceder de seis meses, haremos uso de la facultad estipulada en el Artículo 106 de la Constitución Vigente, para que mediante consulta popular el pueblo manabita se pronuncie por su legítimo deseo de ser considerada como provincia autónoma, ya que como lo señala con todo acierto el analista economista Raúl Gangotena “a partir de la década de los setenta con la abundancia de los recursos fiscales generados por los ingresos petroleros, los gobiernos locales cedieron funciones por dos anchas vías la absorción por parte del gobierno central y de la propia renuncia al ejercicio local, es decir: “La abdicación”. Esta actitud Manabí no la quiere seguir manteniendo.
En la confianza de que esta postura cívica manabita sea debidamente valorada, comprendida y debatida como tesis del Ecuador moderno, que inicie su camino hacia un mejor porvenir con el advenimiento del año 2000, nos suscribimos con sentimientos de alta consideración.
Anexamos documentos que han sido analizados por las Instituciones y Organizaciones provinciales de Manabí.

Atentamente
Dr. Humberto Guillem Murillo
Prefecto Provincial de Manabí
Presidente de la Asamblea de Instituciones

Dr. Medardo Mora Solórzano
Rector Universidad Laica
“Eloy Alfaro” de Manabí
Asesor-coordinador de la Asamblea

AUTONOMÍAS O UNIDAD NACIONAL



El país ha retomado aunque tibiamente el debate sobre la conveniencia de instaurar un régimen de autonomías, sin duda lo está haciendo con una mayor dosis de serenidad y reflexión, si es que recordamos la oposición y preocupación que existió entre los años 1999 y 2000 cuando soplaron vientos sobre este planteamiento que desembocaron en Consultas Populares democráticas y legítimas habidas en Guayas, Manabí, Los Ríos, El Oro y Sucumbíos.
Por qué surgió la propuesta: y la respuesta es obvia, el modelo de administración política-administrativa del país presentaba inequívocas manifestaciones de que la administración centralizada se había burocratizado en exceso y estaba colapsada. En los actuales momentos no obstante la inyección de los petrodólares no previstos como ingresos del Estado, el manejo centralizado del poder y de los recursos fiscales apenas alcanzan para atenuar la atención de demandas por necesidades básicas acumuladas que se presentan desde los distintos segmentos sociales y los diferentes sitios y/o regiones del país, convirtiendo al Gobierno Central en un gobierno-bombero que no tiene otra posibilidad que la de buscar apagar con desesperación y grandes limitaciones los fogosos reclamos que amenazan incendiar y caotizar el país.
He querido titular este comentario con una expresión que sugiere una aparente disyuntiva "Autonomía o Unidad Nacional", con el único propósito de llamar la atención de los ecuatorianos que tal disyuntiva no existe, aquello sería desconocer o pretender encubrir una deuda histórica que los ecuatorianos tenemos como país de habernos negado a reconocer nuestra diversidad étnica, cultural, geográfica y climática. Es exactamente esa negación a conocernos nosotros mismos lo que ha conspirado para que estemos distantes de tener una alma nacional, eso explica que el sentimiento de ecuatorianidad sólo haya sido posible a través de ser convocados a defender nuestra integridad territorial, nada más nos unió en nuestra existencia como República, salvo el deseo patriótico de Eloy Alfaro que buscó unir la patria construyendo una red de ferrocarriles que nos permitiese conocer nuestra variada y exuberante riqueza natural y comunicarnos más fluidamente entre ecuatorianos, para de esa manera entender que nuestra mayor fortaleza es exactamente nuestra rica diversidad. Su anhelo no fue lo suficientemente entendido y fue objeto de apasionados cuestionamientos de quienes disminuidos en su posibilidad de mangonear el ejercicio del poder no perdonaron el patriotismo de Alfaro.
Muy bien ha hecho el actual Presidente Dr. Alfredo Palacio en incorporar este tema en el debate sobre la Consulta Popular que piensa convocar. El mundo internacionalizado e interdependiente de la época actual nos exige ser fuertes localmente para poder ser competitivos internacionalmente, el régimen de autonomías permite potenciar esta posibilidad, es el único medio que nos invita a los ecuatorianos a mirar responsablemente y más cercanamente nuestra dura realidad y se convierte en el único instrumento de cambio y de unidad nacional al invitamos a debatir el tema y a concertar un gran pacto nacional, la autonomía tiene la virtud que no se impone pero sí impone ponernos de acuerdo para volver más equitativa y justa la administración del país y la distribución de sus ingresos públicos, este tipo de régimen permitirá que desde las distintas localidades nacionales entendamos bien qué somos: como un espejo roto donde cada cual se mira en el pedazo de espejo que tiene cerca, es hora de unir todos los pedazos y construir el gran espejo de patria, ese que justamente Espejo (Eugenio) nos animaba a creer cuando exclamaba "algún día resucitará la patria".
No existe otra alternativa que vuelva viable caminar hacia un Ecuador renovado con una actitud optimista, motivada, confiable, con sabor a país. Penosamente ahora estamos lejos de serlo, lo único que florece y avanzan son los intereses facciosos de pequeños grupos que manipulan los grandes objetivos nacionales de acuerdo a su conveniencia y particular punto de vista.
El tema es extenso y aspiro cuando sea oportuno seguirlo comentando, por ahora debo felicitar a los Alcaldes de las tres principales ciudades Quito, Guayaquil y Cuenca (el anterior y el actual) que han entendido bien este régimen y han hecho significativos avances descentralizadores, algunas autoridades seccionales han comprendido la propuesta y se han comprometido con ella, otras todavía siguen apostando a solicitar dádivas o a pedir que el régimen centralizado y los legisladores "los ayuden a solucionar sus problemas", es decir pedimos a los que han provocado la debacle nacional, sean quienes sigan parchando la solución de los profundos problemas del país, el régimen de autonomías no es una panacea pero es el más idóneo mecanismo que le queda al país para cambiar su triste realidad actual.

Agosto 2005








"LA VIABILIDAD DE LAS AUTONOMÍAS EN EL ECUADOR:



Sin duda alguna el establecimiento de un régimen de autonomías como uno de los instrumentos más eficaces, y para mí indispensable, para la modernización del país, es absolutamente viable en la medida que exista la voluntad política, sobre todo a nivel de Presidencia de la República y Congreso Nacional, para impulsar el proyecto. Hago una precisión, para que la propuesta tenga los resultados deseados, es también indispensable entender, que un régimen de autonomías debe ser por su esencia y naturaleza fruto de amplios consensos entre los distintos sectores de la sociedad. Por lo que se vuelve imperioso abrir un amplio diálogo y debate nacional que posibilite la concertación o pacto social antes señalado, en este aspecto es justo reconocer y recordar que el ex presidente Dr. Jamil Mahuad fue sensible y estuvo acertado, en la conformación de una muy plural y representativa Comisión de Autonomías, Descentralización y Circunscripciones Territoriales que comenzó a desbrozar el camino con el apoyo logístico del CONAM para la implementación de las autonomías, lo cual iba a permitir a futuro lograr acuerdos e ir aplicándola progresivamente, porque tampoco el régimen de autonomías puede ser establecido compulsivamente, sino que requiere de un proceso previo en el que se vayan cumpliendo etapas y dando los pasos adecuados hasta concretar su vigencia real, que para el caso del Ecuador, es también una inexcusable deuda histórica de su vida como República.
Al sostener la importancia y la inaplazable necesidad de implementar un régimen de autonomías en el Ecuador, lo afirmo, porque es la única vía que en el fondo permitiría un cambio democrático estructural. El actual modelo de administración del Estado ecuatoriano es obsoleto, injusto y promueve el clientelismo y absolutismo politiquero, en resumen está colapsado. El cambio hacia las autonomías comienza por reconocer que la verdadera riqueza del Ecuador es su diversidad, diversidad que es la que ha llevado a los países que han implementado este tipo de regímenes (Suiza y España como los más notables), justamente a romper desigualdades y desencuentros en razón de inequitativos tratamientos de problemas comunes que no pueden ser resueltos por visiones lejanas desde el centro del poder, sino a partir de propuestas de la localidad que las sufre, lo contrario es dar paso a la marginalidad. Esas desigualdades y desencuentros sólo es posible vencerlos en la medida que el ciudadano se sienta y sea actor responsable del desarrollo y bienestar de la comunidad local o regional a la que se pertenece. Agrego, en un Estado moderno es urgente dinamizar la gestión del sector público como la mejor vía para buscar respuestas a los crecientes problemas que soporta el mundo actual, en el que desde el punto de vista socieconómico las necesidades desbordan la capacidad de acción de la sociedad, pues mientras los seres humanos y sus necesidades crecen en progresión geométrica la producción crece en progresión aritmética según indiscutible y antiguo axioma económico, nunca desmentido. Un Estado moderno exige una activa participación de la sociedad civil y esa participación sólo es posible a través de regímenes profundamente descentralizados y es justamente a esa posibilidad de participación ciudadana que apunta la instauración de un régimen de autonomías.
Preciso algo más en defensa de la tesis: el actual modelo de administración del Estado ecuatoriano es un modelo indefinido que se refleja en un gobierno central que aparece dadivoso entregando asignaciones de una manera absolutamente discrecional con propósitos básicamente electorales y demagógicos, pero ese mismo Estado se vuelve excesivamente arbitrario e irrespeta el derecho y dignidad del ciudadano, cuando determinado funcionario establece trabas para el normal y legítimo desenvolvimiento de las actividades ciudadanas, para terminar siendo un Estado que fomenta privilegios concediendo ayudas en función de influencias políticas o económicas, con lo cual otorga un tratamiento desigual al conjunto de la sociedad. En un régimen de autonomías el Estado asumiría el rol que realmente le corresponde: como un ente regulador a través de leyes de carácter general y/o nacional que establezcan reglas claras de derechos y deberes y desburocraticen la administración pública, como ente que arbitre controversias interpersonales o entre las personas y la sociedad y finalmente un Estado que en lugar de entorpecer facilite una ágil producción de bienes y servicios y su circulación entre todos los ciudadanos que habitan el país, aumentando la capacidad de demanda de la población lo cual es económicamente beneficioso y socialmente indispensable.
Finalmente se debe aclarar que la autonomía como tesis no es un fin, es un medio, un instrumento de redistribución de la riqueza que posibilite la justicia social dándole a cada región y a sus habitantes lo que les corresponde, para lo cual debe facultarse a cada provincia o mancomunidad de provincias que se integre voluntariamente como región, (como efectivamente comenzó a suceder a partir del planteamiento de esta propuesta), el que puedan elegir su gobierno provincial o regional que contemple el Estatuto autonómico, desapareciendo en consecuencia la autoridad dependiente del poder ejecutivo que actualmente son el Gobernador y funcionarios de tercer o cuarto nivel sin capacidad de decisión o gestión alguna. Paralelamente en el plano tributario, debe entregársele a los gobiernos autónomos potestades para recaudar directamente los tributos que generan estableciendo para ello a nivel nacional parámetros equitativos de distribución que sugiero sean: a) contribución al Producto Interno Bruto que es mucho más justo y mucho más real económicamente que medirlo a través de la recaudación tributaria, pues no siempre se recauda el tributo donde este se genera, adicionalmente aquello estimula la producción; b) distribuyendo lo recaudado a nivel nacional de acuerdo al número de habitantes de cada provincia o región, lo cual es igualitario; c) entregando lo recaudado nacionalmente en partes iguales para que las provincias más deprimidas económicamente puedan tener posibilidades de solucionar sus problemas, lo cual es solidario; y, d) podría considerarse como cuarto parámetro la extensión territorial como lo ha propuesto el Consorcio de Consejos Provinciales. Evidentemente se debería ir puliendo mecanismos que permitan a cada provincia recaudar sus propios tributos para evitar la molestosa travesía de recaudación centralizada, que luego regresa a la provincia o región vía transferencias. Para aplicar lo sugerido se utilizaría el criterio de crear dos cuentas: una nacional y una provincial, como lo tiene por ejemplo Alemania, donde el 50% de la recaudación local queda en beneficio del gobierno federado y el 50% se transfiere al gobierno central, con ello se mejora inclusive la recaudación tributaria pues se sentiría el estímulo de pagar o recaudar más en beneficio de la propia comunidad, ya que el régimen de autonomías tiene la virtud de acercar en definitiva el poder al ciudadano y también lo acerca a conocer mejor el destino de su contribución a la comunidad.
Lo antes resumido son en síntesis, los límites y alcances de un régimen de autonomías.

Junio 14-2002


lunes, 30 de abril de 2007

CONSULTA POPULAR DEL 17 SEPTIEMBRE 2000: UN HITO POR LA DIGNIDAD E IDENTIDAD MANABITA


La consulta popular del 17 de septiembre del año 2000, representa sin duda un hito en la defensa de la identidad y la dignidad de los manabitas. Aquel día no se concurrió a las urnas a votar por un proyecto político en el que estuviera inmerso el interés del votante o sus convicciones o afectos personales y partidistas. No se trató de una campaña para obtener un número de votos que permitiese al "candidato" obtener una respuesta favorable en las urnas y ganar las elecciones, este fue un proceso eminentemente cívico, auténticamente ciudadano, que tuvo como gran actora a la sociedad civil organizada, sin que ello signifique haber excluido a los dirigentes políticos de la provincia.
Lo antes expuesto me permite sostener que la gesta del 17 de septiembre del año 2000, constituye una expresión soberana del pueblo manabita que se adhirió voluntaria y sentidamente al deseo de gozar de una libertad de conciencia, que le posibilite ser él mismo, que le abra espacios para ser actor y partícipe de su propio desarrollo, fue un grito insurgente contra un centralismo absorbente y arbitrario, fue una emotiva y consciente expresión de protesta contra la injusticia de una marginalidad que Manabí sabe no la merece pero sí la vive; en síntesis, existió una manifestación democrática de rebeldía contra un régimen de administración del país, obsoleto, aparentemente dadivoso y paternalista, pero en el fondo abusivo, injusto y caduco, en el que lamentablemente, la alta burocracia maneja los intereses nacionales, dispone de los recursos que produce el Ecuador entero, de acuerdo a criterios discrecionales de funcionarios o políticos influyentes de turno, que en ocasiones sin tener facultades para ello, interpretan, reforman o aplican disposiciones legales, en base a decisiones absolutamente personales, subjetivas, circunstanciales y en algunos casos respondiendo a intereses económicos o regionalistas. Se ha llegado a decir que existen funcionarios "que fabrican dificultades para vender facilidades", actitud que emparentan procedimientos de la administración pública con la corrupción.
La decisión del Consejo Provincial de Manabí, no exenta de malos entendidos, ni de celos políticos, ni de vestigios de sumisión al poder central del propio Tribunal Electoral de Manabí, responde en gran medida a la leal posición asumida por el máximo dirigente de las instituciones manabitas, nuestro Prefecto Provincial, Dr. Humberto Guillem Murillo. Él sabía desde el 19 de abril del año 1999 en que nos convocamos las instituciones públicas y privadas de Manabí, las organizaciones profesionales y sociales con representatividad provincial, que el camino a seguir no era un camino fácil, pues no es fácil homogenizar criterios cuando no se ha conversado previa y detenidamente sobre objetivos a lograr, cuando vivimos épocas donde todos creen tener derecho a pensar, decir y actuar como les parece o de acuerdo a su personal entender e intereses individuales. Pero cinco sucesivas Asambleas que organizó el que se denominó Comité Cívico Interinstitucional "Pro Autonomía" de Manabí, permitieron ir progresivamente discutiendo ideas, intercambiando puntos de vista, hasta ir hilvanando resoluciones que fueron estructurando un planteamiento que se entregó a los máximos directivos de las funciones Ejecutiva, Legislativa y Judicial del país, con propuestas que perseguían se tramitara una reforma constitucional que viabilice instaurar un régimen de autonomías dentro de la organización del Estado ecuatoriano, dando con ello un verdadero avance a procesos de modernización del país.
Las reuniones que tuvieron como escenarios distintos locales y lugares de instituciones de la provincia, sin duda contribuyeron a que Manabí le demuestre al país, que sí es capaz de formular un proyecto unitario, cuando no prevalecen intereses político-partidistas, cuando no existen intereses económicos y cuando el denominador común de la propuesta es el civismo, que en este caso tenía como factor motivador el afecto a una tierra de la que se siente el singular orgullo de ser nativo de sus entrañas, unido a una idiosincrasia que ha echado raíces profundas en el sentimiento montubio y la vida misma de los manabitas. Manabí por fortuna, es dueña de hondas y arraigadas tradiciones heredadas de familias que nos legaron honor y buenas costumbres.
Sería largo mencionar detalles y enumerar episodios que se fueron sucediendo en la formulación de la propuesta que Manabí hizo al país, pero no se puede dejar de señalar la entrega sin espera de recompensa que muchos miembros del Comité efectuaron para impulsar una campaña de promoción de la consulta, que no contaba con ningún tipo de financiamiento y cuyo único factor motivador era decirle al Ecuador, que en Manabí estamos conscientes de nuestra dura realidad socio-económica, de nuestra injusta marginalidad, de recibir un trato de instituciones y funcionarios del Estado que no lo merecemos. Es cierto que en la campaña hubo la colaboración institucional del Consejo Provincial de Manabí, de la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, de la Universidad Técnica de Manabí, pero esa cooperación fue extremadamente limitada, por ello más bien hay que relievar la solidaria recepción, que la casi totalidad de las autoridades cantonales, le dieron a la propuesta y el posterior apoyo a la consulta popular, sobre todo en lo relacionado con la organización de reuniones de trabajo con los representantes de las diferentes organizaciones cantonales y parroquiales, reuniones que buscaban ir impulsando un pronunciamiento consciente y claro de la ciudadanía manabita, como en efecto aconteció en el evento del día 17 de septiembre del año 2000, donde el 91% votó a favor y sólo el 9% en contra (hubo también cerca del 10% de votos nulos o blancos), votación cualitativa y cuantitativamente muy alta, si consideramos la campaña impulsada por los beneficiarios del poder político, burocrático y económico del centro del poder, que directamente o a través de interpuestas personas (incluyendo algunos manabitas) realizaron para sembrar confusión, dudas o al menos disminuir el avasallador pronunciamiento popular.
Desde el punto de vista de los hombres y nombres que deben ser recordados en la gesta cívica que "está prohibido olvidar" (según inteligente opinión del periodista manabita David Ramírez), es conveniente señalar los nombres del Prefecto de la Provincia Dr. Humberto Guillem Murillo, Teddy Marazita, Carlos Alarcón, Ángel Mendoza, Josélías Sánchez, Leonardo Moreira, Tony González, Douglas Vaca, Juan Carlos Lara, Carlos San Andrés, Raymundo Zambrano "Don Pascual", Freddy Reyes, estos dos últimos que con su actuación dramática sobre la autonomía de Manabí, demostraron con un lenguaje apegado a nuestra extracción montubia y vernácula, a nuestras realidades, a nuestras vivencias, lo que se perseguía: que la propuesta de autonomía no era una propuesta a favor de persona alguna, sino un acto de solidaridad y una oportunidad de encuentro con nosotros mismos. Mención especial para el irremplazable Secretario del Consejo Provincial de Manabí y del Comité Cívico Interinstitucional "Pro Autonomía", don Lizardo Mendoza, un ejemplo de organización, una garantía para confiar en que toda documentación está en orden y celosamente manejada y cuidada. Desde el punto de vista negativo no faltaron las influencias de los privilegiados del centralismo, que en opinión del gran Juan Montalvo es el "reducto apropiado de tiranos y tiranuelos", quienes no escatimaron esfuerzos para hacer una campaña y tratar de opacar el abrumador pronunciamiento de los manabitas, aquella actitud procuraba contrariar o desalentar el buen ánimo de los miembros del Comité Cívico “Pro Autonomía de Manabí”, que hay que señalar contó siempre con el entusiasta y firme apoyo de los medios de comunicación social, de incontables articulistas de opinión, debiendo remarcar de manera muy especial el apoyo de El Diario, de Manavisión, de Canal Manabita, de diario El Mercurio y de la Asociación de Radiodifusores de Manabí, sobre todo de su entonces Presidente Don Enrique Morías Arteaga, otro manabita de cepa, cuya bondad no está reñida con su identificación a plenitud con el desarrollo y bienestar de Manabí y su gente. Para evitar malos entendidos he limitado la mención a quienes se unieron a la caravana en la campaña en favor de la consulta, pero no me atrevo a mencionar a la cuantiosa cantidad de líderes manabitas que colaboraron con inteligencia y desinterés al interior del Comité Interinstitucional “Pro Autonomía de Manabí”, pues al nombrarlos podría omitir el nombre de alguno o incluir el nombre de alguien que no lo amerita.
Es necesario en este apretado comentario sobre la gesta histórica del 17 de septiembre del año 2000, resaltar enfáticamente que ese pronunciamiento popular de los manabitas, tiene el debido valor constitucional y legal, es una consulta legítima que la prevé la Constitución de la República en su Artículo 106, queda para la historia un pronunciamiento que por estar sometido al rigor jurídico y a las reglas de la democracia, obliga a todos los habitantes de Manabí a respetarla y a luchar porque el Congreso Nacional y el Gobierno Nacional, produzcan en el texto constitucional la reforma necesaria para que Manabí como región o provincia, sea respetada en su derecho de tener un régimen de autonomía administrativa, que es oportuno aclarar no resquebraja el poder político unitario del país, ni mucho menos, sino que al contrario favorece una anhelada unidad nacional, pues un régimen autonómico procura un armónico, equilibrado y justo desarrollo del país y sus veintidós provincias. Justamente para viabilizar la reforma constitucional, el Comité Cívico Interinstitucional “Pro Autonomía de Manabí” no se quedó en la simple propuesta y en el discurso, sino que formuló y entregó a los poderes y organismos competentes del Estado, como el caso de la Comisión Nacional de Autonomías, Descentralización y Circunscripciones Territoriales, así como al Consejo Nacional de Modernización, una redacción definida, precisa y contundente de reforma constitucional para que utilizando el Artículo 286 de la Constitución vigente, esto es, que el Presidente de la República envíe la propuesta de reforma con el carácter de urgente al Congreso y el Congreso apruebe la urgencia, para que el país se pronuncie en consulta popular nacional sobre la conveniencia de establecer un régimen de autonomías en el Ecuador. Lamentablemente el gobierno anterior no quiso tomar esta decisión, no obstante haberse logrado un magnífico y bien concebido informe de la Comisión de Asuntos Constitucionales del anterior Congreso (que recogió casi íntegramente el texto de redacción para la reforma, entregado por el Comité Cívico Interinstitucional de Manabí), y que este alto organismo del Estado haya aprobado la realización de la consulta, aunque se haya demorado seis meses en pronunciarse, por lo que nos resta aspirar que el actual Congreso Nacional por la vía que tiene con su facultad de reformar la Constitución, o alternativamente el actual Presidente de la República, incluya en la consulta que ha anunciado al país, esta profunda reforma de tipo jurídico-política. El tiempo nos dirá de la acción del actual Congreso Nacional y de la posición que tendrá el Presidente Gutiérrez.
No existe otra propuesta de reforma trascendental y estructural para construir el Estado "Moderno del Siglo XXI", que no sea la de instaurar un régimen de autonomías, que persigue con claro criterio de la realidad nacional reconocer su gran fortaleza, que la constituye su variada y rica geografía y paisaje y procura unir al Ecuador profundo respetando debidamente su incuestionable diversidad étnico-cultural. Como decimos los manabitas, es la oportunidad histórica de construir por esa vía un alma nacional de la que el Ecuador ha carecido como República independiente y soberana. Hemos sido un Estado jurídicamente organizado, porque así lo quiso el Libertador Bolívar, pero hemos estado y estamos muy lejos de ser una nación con unidad de costumbres y objetivos. Tan fundamentada es la apreciación de los manabitas, que a partir de su propuesta, motivó consultas populares similares en Guayas, Los Ríos, El Oro y Sucumbíos, que remecieron la conciencia ciudadana , dando origen a uniones interprovinciales como la del llamado "Grupo de los 8" que lo integra Manabí, donde se produce una unión horizontal del país, de Costa, Sierra y Oriente, haciéndole notar al Ecuador que los soñadores de la unidad nacional y de darle al Ecuador un rostro de país con identidad propia, no estuvieron ni están equivocados, el camino es el que hay que construirlo y la vía es a través de régimen de provincias o regiones autónomas.
Urge una exhortación manabitas, que nuestra ancestral vocación por la libertad, que nuestra incuestionable identidad regional o provincial, que el legado de honor y dignidad que nos legaron las tradicionales familias manabitas del ayer, enriquecidas por sus magnificas costumbres, que el ejemplo rebelde y libertario de Eloy Alfaro, el ecuatoriano más ilustre y líder cimero de Latinoamérica, nunca dejen de ser un latido que motive permanentemente nuestro orgullo de ser y sentirnos manabitas, de ser nosotros mismos, de ser actores y protagonistas responsables del desarrollo provincial y del bienestar de quienes, por razones genéticas y domiciliarias, habitamos la geografía manabita.

Manabí, Junio del 2003








AUTONOMÍAS PROVINCIALES: EL RETO DEL ECUADOR PARA EL SIGLO XXI


Dentro de la crisis de todo orden que vive el Ecuador a fines del Siglo XX, le quedan muy pocas posibilidades para emprender un proceso de recuperación, pues lamentablemente los errores y desatinos cometidos después del boom petrolero de los años setenta, vuelven imperioso e inaplazable un cambio estructural del modelo de organización y administración del Estado.
Se ha venido repitiendo en los últimos años sobre la conveniencia de un gran pacto social, en la necesidad de reactivar el aparato productivo de la sociedad, de estabilizar la política cambiaría, monetaria y crediticia, se ha repetido que es necesario descentralizar el país, es decir no han faltado planteamientos e ideas, pero en nada se ha dado un solo paso y se ha mantenido una recurrente tesis política-económica-administrativa, que hace que nos encontremos en una especie de "callejón sin salida". No exagero si afirmo que lo único que se expande y crece es la corrupción a través de sus variados tentáculos y testaferros, éstos, bien o mal intencionados.
En este contexto las instituciones públicas y privadas de Manabí, con sus organizaciones sociales, proponen la implantación en el Ecuador de un régimen de autonomías provinciales, sin tocar la actual división política-administrativa de las veintidós provincias, para no crear elementos de desunión nacional, dejando que libremente las provincias puedan unirse voluntariamente en una mancomunidad o en una región, pero ese es un proceso posterior y voluntario de integración. Hay que precisarlo, la propuesta está formulada para que se la debata y converse entre ecuatorianos de toda la geografía nacional, pues este planteamiento estimamos puede convocar a todos a unirnos en función justamente del debate de esta tesis, cuyos beneficios resultan evidentes en países como Suiza y España y en otros países donde se ha implementado un sistema, administrativo como el que se propone.
¿Por qué el planteamiento de autonomías?, porque el Ecuador desde inicios de su vida republicana ha mantenido una permanente división como país, originada en factores de carácter geográfico y climático, cuando en realidad esta diversidad climática y geográfica, puede y debe ser un factor de unidad nacional. Esta incuestionable verdad, es la que explica que en el espíritu de todos los ecuatorianos sintamos orgullo de los atractivos de Quito, de su herencia colonial, de su gran desarrollo urbanístico de las últimas décadas, como igual orgullo se siente de todo el conjunto de virtudes de Cuenca, de sus atractivos arquitectónicos, de su gran desarrollo educativo y cultural, como tierra de poetas, historiadores y literatos que la han llevado a convertirla en patrimonio de la humanidad. Siempre se sintió también gran valoración por el folklore, por la belleza y bondades de los valles y playas, por la pujanza productiva de toda la Costa ecuatoriana, por la rebeldía e inigualable generosidad de sus habitantes, de la reserva que significa el Oriente ecuatoriano, con sus ríos caudalosos, sus selvas todavía vírgenes e intocadas y los misterios que ellas encierran, la condición paradisíaca y excepcional como centro turístico y patrimonio ecológico de la humanidad que constituyen las Islas Galápagos, los ecuatorianos hemos disfrutado siempre del incomparable paisaje, de la majestuosidad de los volcanes, de la sensibilidad hecha música, del ingenio artesanal y toda una gama de las más diversas atracciones y peculiaridades de todas las provincias de la Sierra, todo eso ha sido motivo de orgullo de los ecuatorianos. Dónde entonces radica el problema de ser un país que no terminamos de entender unos y otros. Manabí y sus instituciones, consideran que ello responde a que los ecuatorianos no hemos aceptado nuestra real identidad, que debiendo partir de una realidad étnico-cultural e histórica, nos permita conocernos a nosotros mismos y nos una en un objetivo común de Patria, pero esa identidad sólo será factible alcanzarla, si admitimos nuestra verdad sin disimulos y en la medida que reconozcamos que también existe el llamando "Ecuador profundo", ese Ecuador cuya mayor fortaleza y riqueza es su gran diversidad, lo cual debe fortalecer la unidad nacional como ya lo consagra con toda diafanidad y énfasis el actual Artículo 3 de la Constitución en actual vigencia. Por lo antes anotado, es que también afirmamos que existe un Ecuador como Estado jurídicamente parchado a través de 19 Constituciones, que sólo reflejan la ausencia de una nacionalidad consistente y armónica, por lo que el régimen de autonomías permitiría construir, eso sí de una manera concertada y no compulsiva, aquel Estado-Nación que ha estado muy lejos de existir en nuestra inestable vida republicana. Es un imperativo que el Ecuador empiece a comprender lo que pasa en un mundo tan internacionalizado e interdependiente como el de fines del Siglo XX, que nos desafía a que entendamos de acuerdo a claras sugerencias de la ONU y la UNESCO, que el gran problema del mundo presente y del que está por venir, es el relacionado con el pluralismo étnico-cultural, lo cual explica el porqué nuestra Constitución ya recoge un tratamiento especial a las minorías indígenas y afro-ecuatorianas.
Reconocida esa diversidad étnico-cultural e histórica, antes que climática y geográfica, no existe otro camino que permita la unidad nacional que no sea el posibilitar que las distintas provincias o regiones del país puedan planificar y programar su desarrollo, unirse si lo desean, y procurar responsablemente el bienestar de sus habitantes; ello sólo será posible si tomamos conciencia de que un modelo de administración centralizada, sólo produce una injusta distribución de los ingresos públicos con la consecuente desmotivación ciudadana, que se traduce en irresponsabilidad cívica, pues se genera una conducta en la cual desde todos los rincones del país se pide al Gobierno de turno la solución de todos los problemas, configurando una distorsión que crea la imagen de un Estado perverso, que no atiende los requerimientos nacionales y un ciudadano ecuatoriano que desentendido de sus deberes ciudadanos, sólo se acostumbra a pedir, reclamar, lamentarse, quejarse o protestar. Este esquema es que hace que el Ecuador no tenga en la actualidad ningún modelo definido de administración del Estado, pues el modelo que tenemos es de un Estado a veces paternalista o dadivoso, a veces arbitrario, a veces perturbador, a veces monopolio, todo lo cual sólo ha servido para crear un ambiente de inseguridad jurídica, alentando vanidades de Gobiernos y Congresos en permanentes campañas electorales, repartiendo transferencias de asignaciones presupuestarias para después solicitar a cambio, votos en futuras elecciones. Es hora de dar paso a un modelo de Estado que sea regulador, árbitro, facilitador de iniciativas y esfuerzos personales y garante de los derechos fundamentales de los doce millones de ecuatorianos, que hoy en su inmensa mayoría, sólo atinan a pensar la impotencia de que sus anhelos ciudadanos no son escuchados y menos garantizados, al sentir y saber que tienen un poder central muy distante de ellos.
El propio sistema democrático se encuentra resentido y no existen vías de superar ese deterioro del régimen Republicano de Gobierno, que no sea a partir de impulsar un modelo de democracia participativa, que se active desde las células básicas de la sociedad a través del régimen de autonomías. Ello posibilitará que los Municipios recuperen su condición de entes rectores de sus respectivas colectividades, restaurando el antiguo modelo del Ayuntamiento de vecinos heredado de España, el que las parroquias, recintos, barrios, se organicen en juntas, comunidades o cooperativas de producción o en organizaciones que les permitan ser actores responsables y solidarios del propio bienestar de la comunidad a la que se pertenecen. Estas organizaciones debidamente concientizadas, se vincularán en un proceso progresivo con el Poder Central a través de gobiernos provinciales intermedios, que elegidos con representantes igualitarios de cantones (hasta que se organicen distritos electorales), y con representantes de sectores representativos de la sociedad civil, permitan ir enlazando un nuevo y más dinámico Ecuador. Este planteamiento el Ecuador histórico lo ha debatido pero no lo ha implementado, así lo recogen las actas de las Constituyentes de 1861, 1897, 1929 y 1945.
El régimen de autonomías tendría adicionalmente la ventaja de liberar el esfuerzo ciudadano, se produciría automáticamente una dinamización de la economía y por ende del aparato productivo de la sociedad, provocando efectos multiplicadores de generación de riquezas y empleo, que viabilizarán con el flujo de bienes y capitales, una más abundante y mejor distribución y circulación de riqueza, una ampliación social de acceso al crédito y como consecuencia de ello, un auténtico mejoramiento de la calidad de vida de todos los ecuatorianos. La otra alternativa es mantener una recurrente historia de un Ecuador condenado por su inercia como país y por claudicación de sus líderes y gobernantes, a una crisis que se profundizará hasta hacemos estallar como sociedad y desintegramos como país.
De otra parte, en un régimen de autonomías es posible avanzar ciertamente en un proceso de una real justicia social, con una mejor distribución de los recursos públicos, mediante un reparto más equitativo de los tributos que genera el país, para ello hay dos vías que plantea Manabí: descentralizar la recaudación de tributos al consumo (IVA, ICE, Impuestos a las transacciones bancarias, matriculación vehicular, distribución de utilidades en venta de combustibles, peaje, etc.) para que se queden en la provincia que engendra o genera la riqueza que permite el consumo, o que se forme una gran "caja tributaria" para que se la redistribuya entre todas las provincias bajo tres parámetros: a) contribución provincial al PD3, lo cual estimula a quien más produce; b) número de habitantes, lo cual es igualitario; c) necesidades básicas insatisfechas, lo cual es solidario. A estos tres indicativos podría agregarse el factor extensión territorial como un elemento de mayor equidad. La exportación de petróleo serviría para amortizar la deuda pública, sobre todo la externa, y el Impuesto a la Renta y los aranceles a las exportaciones los recaudaría y servirían para atender necesidades del Gobierno Central, que están previstas en el Artículo 226 de la Constitución vigente.
Finalmente creemos, que si no hay primeramente un acuerdo en el contenido de la propuesta, en su fundamente doctrinario, en su propia filosofía de hacer país, es imposible dictar leyes que como la de descentralización y participación social vigente, son fríos enunciados que en la práctica no se aplican, porque no hubo ni el acuerdo nacional ni el Ecuador se puso de acuerdo en la filosofía de ese acuerdo, aparte de que en el fondo dicha ley mantiene el mismo esquema de un Estado manejado centralizadamente, y conserva un criterio paternalista y/o dadivoso. El régimen de autonomías permitirá una auto organización espontánea y responsable de sectores más homogéneos de la sociedad ecuatoriana, que rompa con la injusticia de la imposición de criterios, que sólo han favorecido la formación de pequeños grupos oligárquicos que manejan el poder político y económico del Ecuador. Los actuales partidos políticos y el affaire bancario son producto de este caduco sistema.
El desafío está lanzado, el resto es responsabilidad de todos: políticos, empresarios, académicos, artesanos, profesionales, trabajadores, campesinos e inclusive de militares. Es hora de obrar sensata y patrióticamente.

Noviembre 5/2000











EL ESPÍRITU CONFEDERATIVO DE SIMÓN BOLÍVAR EN LA INTEGRACIÓN ANDINA



Bolívar fue un soñador de la integración y la unión de América Latina, tan cierta es esta afirmación que como una especie de inventario de su vida, Bolívar poco antes de morir pronuncia la frase “si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”. No creía en extremismos ni en visiones facciosas, sabía que sólo uniendo ideas, esfuerzos, intenciones por un interés común, es posible un sólido desarrollo y mejores condiciones de vida para todos, su vocación por la unidad de los países a los que él se debía como nativo de los mismos era incuestionable. Pero Bolívar no era de los hombres que pensaban en una unidad a partir de un criterio impuesto desde las alturas del poder, no toleraba los manejos cesáreos del poder, creía en un sistema democrático de gobierno, por ello era partidario de forjar esa unidad a partir de estimular un espontáneo sentimiento nacido de la entraña misma de la sociedad, aquello explica el porqué al mismo tiempo que impulsó la formación de una gran nación como la Gran Colombia, estimuló también la formación de Repúblicas independientes, sin que eso hubiese logrado agrietar el espíritu gran colombiano, pues Bolívar iba más allá, anhelaba en sus ideales una gran nación latinoamericana y caribeña.
Justamente a partir de ese pensamiento claro de Bolívar, que creía en Estados federados o confederados que en teoría política es lo mismo, es que nace el Ecuador como Estado soberano e independiente, sin desviar su convicción y apego por un régimen democrático y republicano de gobierno. Gracias a Bolívar el Ecuador se separa de la Gran Colombia y amparado en el antecedente histórico de la existencia de la llamada Real Audiencia del Quito, funda este país llamado Ecuador en 1830, tomando para ello los territorios del Sur de la Gran Colombia en los que se incluían los que antes pertenecieron al llamado Reino de Quito. Meditemos un instante: el gestor de nuestra independencia con la rebelión de Guayaquil del 9 de Octubre de 1820, pasando por las proclamas libertarias de Manabí de Octubre 15, 18 y 23 de 1820, la de Cuenca en Noviembre 3, de Loja en Noviembre 18 del mismo año, hasta culminar con la Batalla del Pichincha el 24 de Mayo de l822, fue el mismo personaje que nos dio la liberación del coloniaje español, ese mismo personaje nos legó independencia y libertad política-administrativa, nos hizo país libre. Los hechos relatados demuestran la claridad, la grandeza del pensamiento y espíritu de Bolívar, pero en nuestro nacimiento como país es conveniente recordar que en el Congreso de Angostura de 1824 cuando se hablaba del Departamento del Sur de la Gran Colombia, que después lo denomina Ecuador, se lo dividió desde el punto de vista político-administrativo en ocho regiones o provincias, luego cuando se crea la República del Ecuador como un Estado soberano e independiente en 1830, se opta por una división departamental, consciente el libertador Bolívar de las diferencias de orden climático, geográfico y étnico culturales que caracterizaban al naciente país, ello lo lleva a crear tres distritos que se los llamó: el Departamento del Norte que comprendía básicamente lo que se conoce como la Sierra y la parte Norte y Central del Oriente, lo que es el Austro y la parte Sur del Oriente, y el tercer Departamento que es la región de la Costa que incluía las cinco provincias del Litoral y la Región Insular de Galápagos. Bolívar tenía sus razones, conocía muy bien el Ecuador, él entendía a cabalidad que la unión en la que creía, sólo era posible en la medida en que se respetara la diversidad étnico-cultural, de ahí nace esta división política-administrativa que en el fondo respeta tradiciones y realidades históricas, geográficas y culturales, pues no se puede dejar de mencionar que los territorios de las provincias costeñas no estuvieron integrados al antiguo Reino de Quito; y más bien estaba fresca la posición de Guayaquil que después de la proclama de Octubre de 1820, tuvo una fuerte corriente de opinión mayoritaria por un Guayaquil independiente, sin dejar de existir opiniones entre quienes querían adherirse al Virreinato de Lima en el Perú, y los que querían unirse al Virreinato de Nueva Granada, esto es a la Gran Colombia.
Sin temor a equivocarnos, Bolívar quiso una nación latinoamericana poderosa, autosuficiente, competitiva, respetable, en el concierto de naciones del mundo, era un convencido de esa causa, sabía muy bien de las debilidades y diferencias de los habitantes de este subcontinente, pero no pensaba en grandezas materiales, quería una nación como él la concibió desde su destierro en Jamaica, en 1815, una nación que antes por sus riquezas y por su extensión fuese grande por su libertad y su gloria, era un ser humano que no pensaba que el poder engrandecía, privilegiaba en todo hombre el honor, por ello en el Congreso de Angostura, pronunció una de sus más profundas y hermosas frases dejando para la posteridad un concepto de vida extraordinario, “antes que el pomposo título de Libertador gustaría que me digan que soy un buen ciudadano, útil a la sociedad y la patria” y afirmaba “la verdadera gloria y felicidad de un ser humano no está en el poder y el dinero, sino en ser un hombre de honor”, que lección con que abofeteaba y sigue abofeteando, con la hondura de su sentimiento y la fortaleza de su recia personalidad, a tanto mediocre arribista que anda a la caza de escalar posiciones a como dé lugar, atropellando principios y valores, Bolívar era un ser superior, una especie rara dentro del género humano, no ambicionaba su bienestar personal, sino el bienestar de los demás, ahí radica la real diferencia entre el que vale y es útil a los demás, con el pequeño de espíritu que no vale nada ni sirve a nadie, si no que sólo perjudica o utiliza a los demás. Bolívar era un líder que pensaba en la libertad como un atributo inherente a la vida del ser humano, que sostenía sin vacilaciones que mejor es morir luchando por la libertad que vivir en la esclavitud, un estadista que conocía que la organización política de la libertad tiene su expresión en la democracia, advirtiendo que la democracia debía hallar el equilibrio entre las exigencias de la libertad y la de la estabilidad y la eficacia, o se producirá la anarquía. Estaba consciente de la fragilidad de un sistema que respetara la libertad individual, por ello señalaba “ninguna forma de gobierno es tan débil como la democracia, su estructura debe ser de la mayor solidez y sus instituciones interactuar para la estabilidad, si no es así, lo que tenemos es un ensayo de gobierno y no un sistema permanente, contaríamos con una sociedad díscola, tumultuaria y anárquica, y no con un establecimiento social donde tengan su imperio la felicidad, la paz, la justicia”, este pensamiento resume la tragedia de los pueblos latinoamericanos y especialmente del Ecuador, no hemos aprendido a vivir en democracia, eso explica nuestra inestabilidad política reflejada en la expedición de 19 Constituciones.
Bolívar fue un ciudadano de mente y formación universal, un hombre de mundo, le molestaban las controversias para disputar reducidas parcelas de poder. Creía que los problemas entre países deben encontrar sus soluciones en una liga de pueblos libres que resista la agresión y la fuerza de las armas, que diriman sus controversias entre sus miembros a través de un Tribunal de Justicia, creía en el derecho como el mecanismo adecuado para dirimir conflictos sociales e individuales, por ello sostenía “si no hay un respeto sagrado por la patria, por las leyes y por las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un conflicto singular de hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo”. Bolívar fue un hombre justo que amó la paz, un hombre desprendido con un credo de vida que hacía que su mente esté siempre pensando en el bien común, un ciudadano digno y respetable, un hombre que simple y llanamente entregó su vida y sus bienes para favorecer la libertad de los pueblos de América Latina, a los que él se sentía vinculado por ancestro. La lucha que libró por la suerte de los marginados, le enseñó a conocer incomprensiones e ingratitudes, pero su vida que la cultivó conociendo lo que significa el mundo desarrollado, que le enseñó a conocer las grandes desigualdades, que le mostró escenarios donde se tomaban las grandes decisiones, que pudo conocer de cerca lo que significó la personalidad controvertida de Napoleón Bonaparte durante su estadía en París, personaje del que se admiró por la adhesión de un pueblo como el francés, que siendo partidario de la libertad idolatraba a su Emperador, pero también aprendió a reprochar sus actos dictatoriales y su egolatría, por eso se negó acompañarlo en su proclamación en la Iglesia de Notre Dame en la tradicional isla de París, no soportó el contemplar su auto investidura, aunque existen historiadores que afirman que la curiosidad de Bolívar lo llevó al acto, pero que mantuvo prudencial distancia para no ser identificado como parte de una ceremonia que no compartía, pues veía en Napoleón un hombre que se contemplaba en su propio espejo.
Bolívar tuvo la ventaja de conocer la abundancia, provenía de una familia muy adinerada, por eso no supo de privaciones, eso contribuyó a tener una personalidad donde no había espacio para envidiar nada a nadie, nada le faltó, fue partícipe de las más apetecidas y encumbradas reuniones sociales, tuvo la suerte de tener grandes amigos que influyeron en su personalidad, no conoció de privaciones, no tuvo motivos para acumular resentimientos, incluyendo dentro de sus emociones de varón el ser un romántico y enamorador, aunque jamás fue conceptualmente infiel a su única esposa María Teresa, una española de ancestro venezolano, a quien jamás sustituyó en el único matrimonio que tuvo y de quién se expresó en elocuente demostración de su apego por la galantería “el cielo se la llevó porque creía que le pertenecía, ella no era de este mundo”. En su agitada vida de galán tuvo varias convivencias con mujeres que despertaron la líbido de sus afectos masculinos.
Enemigo implacable de la falsedad, de la mentira, Bolívar sostenía “no pertenecen a la Historia ni la falsedad, ni la exageración, si no tan sólo la verdad”, era de los que creía que el tiempo y los hechos son los que se encargan de demostrar la realidad y trascendencia de las acciones o actitudes de los seres humanos, creía al igual que Couture que la naturaleza y el tiempo se vengan de las cosas que se hacen sin su consentimiento. Bolívar era un convencido de que la inteligencia y el conocimiento acompañados de comportamientos morales sólidos, son los que fortalecen una sociedad, por eso sostenía en una de sus frases históricas “un pueblo pervertido si alcanza su libertad muy pronto vuelve a perderla, porque en vano se esforzarán en mostrarle que la felicidad consiste en la práctica de la virtud, que el imperio de las leyes es más beneficioso aunque se deba someter a su benéfico rigor, que las buenas costumbres y no la fuerza son las columnas de las leyes, que el ejercicio de la justicia es el ejercicio de la libertad”, sin duda Bolívar es reiterativo en su apego al derecho como sustento de una vida democrática, un convencido de la necesidad de mantener la práctica de las buenas costumbres, no transige con la corrupción, sabe bien que sin honestidad se desmorona y se viene al suelo toda doctrina, toda idea, por beneficiosa que sea o parezca, enemigo implacable de la injusticia, reafirma que sin justicia no hay libertad, compartió con los griegos el criterio de que un pueblo corrupto es indigno de vivir en libertad, pero tampoco lo salva el despotismo. Cuánto contenido en estas exclamaciones de Bolívar, las que las pronuncia cuando había tenido una serie de vivencias, había experimentado una serie de desengaños, había conocido lo que significaba el ejercicio del poder, sus momentos de gloria, sus desencantos, su soledad, cuando había conocido la euforia de multitudes que lo rodeaban y vitoreaban, cuando había saboreado ser el centro de atención y miradas de quienes lo admiraban y halagaban, cuando había sentido las alegrías y tristezas en su vida como ser humano, en cuya trayectoria Bolívar refleja ser un hombre extremadamente sensible, que lo hacía tener predilección por el lado humano y bueno de la vida.
A Bolívar hay que entenderlo como un hombre que sacrificó su tranquilidad, que sacrificó su fortuna personal por sus ideales, era un idealista que no soportaba el abuso ni el aprovechamiento, su vida significa un latigazo para aquellos aprendices de dirigentes que no escatiman tiempo ni oportunidad para enriquecerse y mostrar sus garras repugnantes para agarrar todo cuanto encuentran a su paso y enriquecerse ilegítimamente, aquellos reptiles que se arrastran por beneficiarse del desconocimiento y desconcierto de un pueblo que ignora sus raterías, ellos jamás entenderán el alma de Bolívar. Creía en el hombre en cuanto es capaz de las más bárbaras destrucciones y de las más nobles e inimaginables acciones, esa forma de ser lo llevó a creer en verdaderos líderes y dirigentes, a creer en lo beneficioso que es un hombre de bien, por ello expresaba analizando la pequeña República de Tebas”, a veces son los hombres no las doctrinas las que forman los gobiernos, los códigos y los sistemas son obras muertas que influyen poco sobre las sociedades, hombres virtuosos, hombres patriotas, hombres ilustrados, constituyen las repúblicas”, Bolívar sabía que la vida había sido grata con él, que lo había premiado, que sin imaginarlo convirtió en verdad aquella promesa hecha en la ciudad eterna de Roma, cuando contempló y presenció el refugio de los plebeyos en la montaña sagrada, huyendo de los patricios, no transigía con el atropello y las injusticias y cuando fue testigo de lo que significaba la desigualdad entre patricios y plebeyos, juró de rodillas en el Monte Sacro en Roma frente a su profesor Simón Rodríguez, que no terminaría su vida hasta no lograr reivindicar a su patria escarnecida por la insolencia voraz de conquistadores de baja calaña, de su América criolla que se encontraba sometida y subyugada por la prepotencia del poder o del dinero de la corona española, estaba convencido que América Latina fue conquistada y no descubierta, que a los españoles de la época antes que desarrollar América Latina les interesaba explotar y sin limitaciones sus riquezas.
Pero hay que estar claros, por qué Bolívar pensó y obró de la manera que lo hizo, tuvo grandes maestros y amigos de quienes aprendió la vocación por lo intelectual, por el conocimiento del derecho como la norma que permite una convivencia civilizada y pacífica, Bolívar fue un gran racionalista, creía en la razón y no en el dogma, no existen dudas de que ese firme apego por el derecho lo adquirió de su contemporaneidad y amistad con el gran maestro del derecho Andrés Bello, aprendió mucho del sabio y naturalista alemán Alejandro Von Humbolt, quien le enseñó las diferencias y marcadas diversidades étnico culturales de los latinoamericanos, sabía que agruparlos para una causa exigía enormes esfuerzos, le advirtió lo complejo y difícil que resultaba unificar grupos heterogéneos, Humbolt encontró en los estudios e investigaciones realizados en América Latina, que existía una gran variedad de etnias: “los blancos nacidos en Europa, los criollos de origen americano, los mestizos de sangre india y europea, los indios puros, los mulatos provenientes de la unión de blancos y negros, los zambos con sangre india y negra, y los negros puros”, a esa heterogeneidad había que agregar que los españoles querían construir la economía a base del trabajo forzado de los indios, lo cual originó que en el corazón del indio se alojaran el rencor, el resentimiento y la malicia, es decir que los nativos no pudiendo decir la verdad por temor a represalias o castigos, recurrieran a mentiras y subterfugios, desarrollándose una extraña psicología que los mejores escritores hispanoamericanos han tratado de analizar: un pueblo que se convirtió en servil pero resentido, voluble pero deshonesto, complaciente pero desconfiado, vigoroso pero vengativo, lo cual explican los versos de Chocano: “oh raza antigua y misteriosa, de impenetrable corazón, que sin gozar ve la alegría, y sin sufrir ve el dolor”. Pero un tema tan sensible hay que analizarlo en todas sus facetas y hay que echar una mirada a lo positivo de la herencia indígena, las leyes de Indias constituyen uno de los documentos más depurados de la inteligencia humana, son un monumento jurídico de la época, Garcilazo de la Vega fue un historiador refinado y exquisito de gran percepción de los hechos históricos, la rebelión de Tupac Amarú contra una burocracia obcecada por cobrar más y más tributos, son testimonios de la reconocida valía de líderes indígenas que honraron su raza y pusieron en alto el nombre de sus pueblos aborígenes.
Simón Bolívar Palacios fue un hombre de ideas muy claras, de gran formación, estaba preparado para liderar y conducir un pueblo, sabía muy bien que el único factor capaz de unir a la América mestiza era la religión, pues su gran diversidad geográfica y cultural conspiraba contra la unión que él siempre buscó, esa realidad lo llevó a incorporarse en París a la francomasonería alcanzando el grado de maestro en la cofradía americana, pero luego se separó de la misma para seguir por el camino en el que realmente creía, a guiarse por las ideas eternas de la razón, de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad, por los postulados de la Revolución Francesa. Reafirmando su gigantesca ansia de justicia, sostenía con elevada espiritualidad “la justicia es la que resuelve el conflicto entre el bien y el mal”. Fue desde el punto de vista filosófico un demócrata a carta cabal, no fue un radical ni irrealista, fue un creyente de la necesidad de la independencia de los pueblos latinoamericanos, quiso seguir la tesis y el ejemplo de los líderes que triunfaron en las revoluciones de Inglaterra, Francia y Norte América, coincidió con las tesis de Francisco de Miranda, un venezolano de origen canario por parte de su madre, que se convirtió en el primer adelantado de la independencia latinoamericana, quien después de haber estado enrolado en el ejército español del que fue separado acusado de conspiración, regresó a Venezuela para iniciar la lucha por la independencia. De Miranda Bolívar heredó su anhelo integracionista, Miranda deseaba se integraran todos los pueblos desde el Mississippi hasta el cabo de Hornos, incluyendo a Guayanas y Brasil, creía en la posibilidad de forjar un imperio latinoamericano y caribeño.
Dentro de la gran formación que alcanzó Bolívar como líder político, sostenía con muy claros conceptos que el sistema de gobierno más perfecto “es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”, sin estabilidad todo se corrompe y termina por destruirse añadía, aunque siempre pensó en su conciencia claramente democrática que “las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder político”. Creyó en el principio de la alternabilidad democrática, sin que ello implique contradecir su adhesión a la estabilidad, y continuidad de políticas y acciones favorables al bienestar colectivo, es necesario precisar que no obstante sus arraigadas convicciones democráticas, Bolívar era partidario de gobernantes que apliquen la ley sin temores ni favores, su identificación con los anhelos populares no reñía con su energía y clara noción del principio de autoridad, no compartía con los equilibristas y acomodaticios que aplican la ley según conveniencias.
Hay un hecho que debe ser advertido, Bolívar nace en 1783, su natalicio coincide con los vientos libertarios que soplaban con fuerza en Europa y que ya habían tenido un eco sonoro y de gran trascendencia para la posteridad histórica, cuando las trece Colonias norteamericanas declararon el 4 de julio de 1776 su independencia de Inglaterra, debió haber influido en sus afanes libertarios, ello explica el porqué se asegura fue un seguidor de George Washington, prócer de la Independencia de los Estados Unidos, cuya efigie la colgó siempre de su pecho según afirmación del historiador Rufino Blanco Fombona, valoraba en él y en los patriotas norteamericanos la lucha contra el coloniaje inglés, su defensa de la libertad, de la vida, de la justicia, de la soberanía e independencia de los pueblos, de su apego a la libertad de opinión, se emocionaba con los que creían al igual que él en las democracias, era un hombre que dimensionaba el ser y sentirse un ser humano libre y de buenas costumbres, por eso fue como fue, sabía que hay muchos hombres buenos pero pocos son grandes, el alma de Bolívar estaba reservado para la grandeza, ello explica otro de sus célebres pensamientos cuando afirmaba: “El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad, se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas” otra lección para los mediocres, para aquellos aprendices de dirigentes que nunca comprenderán a los hombres de honor, que sólo piensan en lánguidas satisfacciones del momento, que sólo les preocupa aprovecharse de la oportunidad, que viven solazándose con comedias de mal gusto, pero son incapaces de sentir solidaridad por la tragedia humana, por eso se arrastran cuando necesitan conseguir favores de otros, por eso dedican su tiempo a pensar en el engaño o utilización de gente sencilla y de buena fe, por eso tampoco son capaces de brillar con luz propia y tratan de cobijarse en la sombra ajena. Son esbirros y aduladores cuando les conviene, déspotas y agresivos cuando tienen la oportunidad de serlo, son esos personajes los que han hundido en una gran crisis a la patria latinoamericana, han sido incapaces de vencerse a sí mismos, viven de los antivalores, se quedan diciendo o escribiendo discursos repletos de retórica, hueco de contenido y vacío de sinceridad.
Sin duda Bolívar en su viaje por Europa fue influenciado por la tesis de la revolución francesa que calan profundamente en sus ideas y sentimientos libertarios, por eso también fue admirador de la independencia norteamericana, lo cual explica la visita que hizo a ciertos lugares de Estados Unidos, entre los que se incluyen los Estados de Massachussets, Carolina del Sur, las ciudades de Boston y Charleston, entre otras, esto lo hace a Bolívar vivir y saborear los efectos positivos de la revolución norteamericana que en el fondo es la primera que proclama la Declaración de los Derechos Humanos que están consagrados en la Constitución de Virginia de 1776 y que luego fueron universalizados por la Asamblea Legislativa Francesa después del triunfo de su revolución en 1789. El conocimiento y apego de Bolívar por el que constituye el movimiento de mayor trascendencia y cambio que ha vivido la humanidad a lo largo de su historia, que es el triunfo de la Revolución Francesa con las tesis de los llamados enciclopedistas o de los promotores de la era del romanticismo, queda demostrado cuando Bolívar en su visita a Italia se desencanta de Venecia, puerto comercial, pero le fascina Florencia la ciudad cuna del Renacimiento, donde por primera vez se estudian y difunden las tesis democráticas en la Academia de los Medicis.
Bolívar siempre pensó en la conveniencia de forjar una clara conciencia social que permita establecer lo que es honesto de lo que no es honesto, lo que es sincero de lo que es falso, lo que es empírico de lo que es científico, lo que es real de lo que es aparente, por ello el tema educativo no le fue ajeno a sus preocupaciones y prioridades, su histórica frase “la esclavitud es la hija de las tinieblas: un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción: la ambición y la intriga abusan de la credulidad y la inexperiencia de los hombres ajenos a todo conocimiento político, económico, civil, adopta como realidades lo que son puras ilusiones, toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”, frase que refleja el hondo conocimiento de lo que significa la educación como un proceso orientador de las conductas y comportamientos humanos y de una realidad, que impida a las personas ser víctimas de embusteros que dedicados a tratar de obtener ventajas con su audacia, con su atrevimiento o con su desmesurada ambición, sólo buscan inescrupulosas ventajas aprovechándose de la buena fe ajena. A Bolívar le pertenece aquella sabia expresión “sólo la educación nos hará libres”, sabía y estaba consciente que una buena educación es la que nos alumbra con el conocimiento de hechos y realidades, sólo cuando sabemos es que estamos en capacidad de entender la verdad de las situaciones o acontecimientos que se producen dentro del convivir social, por ello Bolívar sostenía que “la educación popular debe ser cuidado primogénito del amor paternal del Congreso”, y en uno de sus pensamientos muy bien logrados afirmaba “moral y luces son nuestras primeras necesidades”, “moral y luces necesitan las jóvenes repúblicas latinoamericanas”, he ahí un mensaje sublime de profundo contenido con el que acertaba a resumir lo que necesita un país que se respeta a sí mismo, nos advertía que sin la práctica de valores y sin la ayuda de conocimientos transitamos por rumbos inciertos, deambulamos en la confusión. Si en la actualidad nos preguntásemos: qué es lo que prioritariamente necesitamos, responderíamos sin mayor análisis: “restablecer valores, formar una sólida y consistente conciencia social a través de una educación de calidad que ilumine nuestro desarrollo futuro”, sin educación es imposible el desarrollo sostenible. Bolívar tuvo la suerte y ventaja de aprender y escuchar de sus grandes maestros lecciones de vida, lo cual contribuye sin duda a formar su gran personalidad, empezó su actividad ciudadana cometiendo repetidas faltas de ortografía que las fue corrigiendo con el tiempo, pues poseedor como era de una gran sensibilidad humana, comprendía la verdadera dimensión del proceso educativo, el hecho de haber sido un autodidacta lo volvió un ser disciplinado.
En el contexto de la extraordinaria concepción de líder social que alcanzó Bolívar, fue un verdadero adalid de la integración latinoamericana, ello lo llevó a convocar en 1826 en Panamá, un Congreso con el ánimo de formar una América Latina unida y vigorosa, pensaba que Europa era fuerte y podría ser la sede del despotismo, América debía esforzarse en ser sede de la libertad, compartía en este aspecto el pensamiento de Jefferson. Lamentablemente en el Congreso de Panamá no tuvo la concurrencia que hubiese deseado, pero analistas coinciden en que logró sentar las bases de lo que después sería la Organización de Estados Americanos (OEA), Bolívar era un convencido que si algún día se establecieran naciones libres en América del Sur, una Federación entre ellas sería la forma más aconsejable de unión, ya en 1813 le decía a sus tropas: “América espera de nosotros la libertad y la salvación”, es decir, hablaba de una sola América, “unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa” afirmaba en otra de sus exclamaciones que recoge la posteridad histórica, su sueño era una gran nación, no pensó jamás en la idea de un súper Estado, porque Bolívar era enemigo de las monarquías, era enemigo de las tiranías y de los centralismos del poder, de los absolutismos, creía en la unidad pero nacida de la voluntad espontánea de los pueblos y no impuesta desde las alturas del poder, no anhelaba un sistema de Estado a semejanza del viejo mundo representado por Europa, pensaba para el nuevo mundo que él buscaba liberar, un régimen distinto, genuinamente democrático, encontraba una gran diferencia entre la Santa Alianza europea integrada en aquel entonces por Prusia, Austria y Rusia, que privilegiaba el poder impuesto desde las alturas, frente a una tesis bolivariana que pensaba en un poder nacido desde la base de la sociedad, del estado llano como lo llamaban los revolucionarios franceses. Era un leal creyente de la democracia en cuanto fuese una fiel expresión de los anhelos populares, era un vehemente defensor de las libertades y garantías ciudadanas, pero ante la escasa concurrencia a la convocatoria hecha en Panamá, a la que no asistieron los más importantes países de América del Sur, como el caso de Chile, Brasil, Argentina, Bolívar pensó como alternativa en conformar la llamada Federación de los Andes que comprendiese desde su natal Venezuela hasta Bolivia, pasando por Colombia, Ecuador y Perú, pueblos que él había independizado con su espada libertaria, estimaba que esa Federación andina tendría la ventaja de ser homogénea, pues en sus propósitos integradores de América Latina, nunca pensó incorporar a norteamericanos y haitianos, sostenía sería una sustancia extraña en el cuerpo social de la Liga o Federación de naciones que deseaba conformar. Hay algo que debe resaltarse, Bolívar llegó a tener una gran admiración por la Gran Bretaña, a la cual la llegó a denominar “la dueña de las naciones” o “señora de los mares” esto último por sus linderos marítimos que la conectaban fácilmente con el resto del mundo, admiraba el constitucionalismo inglés, pensaba que Inglaterra era el único país europeo al que interesaba la independencia latinoamericana, creía podría ser un soporte de apoyo para el equilibrio entre el nuevo mundo y el viejo mundo.
Bolívar no se desanimó por la poca concurrencia que tuvo en Panamá, donde asistieron solamente Perú, Colombia, México y Guatemala, lo importante es destacar la vocación por los Estados Federados que tuvo Bolívar, por ello al concebir en el Congreso de Panamá la creación de la Liga latinoamericana de naciones, preconizó por primera vez en la historia del derecho internacional, el arbitraje en el hemisferio occidental, como medio de solución de conflictos y fue igualmente de los primeros en pedir internacionalmente la abolición del comercio de esclavos, habiendo instituido las conferencias panamericanas como una institución permanente. Acreditados analistas sostienen que la política de buena vecindad de Franklin Delano Roosvelt está muy cerca de los íntimos deseos de Bolívar, así como las resoluciones de Chapultepec y San Francisco, están animadas del mismo espíritu que impulsaba Bolívar cuando convocó el primer Congreso Latinoamericano de Panamá. Estaba consciente que su convocatoria al Congreso de Panamá no tendría el mismo resultado que tuvo el Congreso de Viena cuando se formó la Santa Alianza europea, no ignoraba que lamentablemente las repúblicas latinoamericanas sólo poseían una sola causa común la independencia, pero sabía perfectamente y ese era su propósito, que este Congreso tendría una repercusión a nivel mundial, lo cual contribuía a fortalecer la libertad y la soberanía de los países de América Latina. Bolívar en 1815 ya había sustentado la opinión de que un Estado demasiado extenso, con fronteras muy alejadas de un centro de operaciones, debe por su misma naturaleza degenerar en tiranía, y Bolívar era un obsesionado opositor a cualquier vestigio de un régimen monárquico y mucho menos tiránico, por eso Bolívar pensaba en la Federación como un mecanismo para evitar la anarquía, creía que esta Federación favorecía la atención de intereses locales de los distintos países de América del Sur y que todo el esfuerzo por integrar una América Latina libre, hubiese sido en vano, sino se consolidaba una Federación que respetase la independencia de cada país con sus peculiaridades y tradiciones. En este campo, Bolívar tenía colaboradores escépticos como el caso de Santander, que consideraba utópica y absurda la unión entre Colombia y Perú, Sucre tenía sus dudas de que una república gigantesca de esta índole redundara en beneficio de las naciones libertarias, pero Bolívar mantenía su tesis, de ahí sus palabras, busquemos un fundamento para la unidad, los países Andinos eran para él la respuesta a su empresa independizadora. Bolívar soñaba con una nación poderosa en América del Sur que rivalizara con los éxitos de los Estados Unidos y fuera capaz de competir en autoridad e importancia con esta potencia del norte y con los países europeos, sin que eso signifique que no se diera cuenta que las barreras geográficas y los prejuicios raciales separaban a los nuevos Estados latinoamericanos. Bolívar fue considerado como una especie de artista y poeta que trataba de insuflar vida a la arcilla americana, pensaba como Schiller, cuando expresaba “este siglo no está bastante maduro para mi ideal, yo vivo como ciudadano de tiempos venideros”, para los que no creían en sus anhelos, la libertad significaba autodeterminación y consideraban que la federación andina podría convertirse en una expresión completa de los esfuerzos por la libertad.

Conclusión: el hecho histórico
En un análisis respetuoso de la historia no podemos dejar de ser objetivos, y para serlos tenemos que ubicarnos en el entorno en que suceden los acontecimientos. Era incuestionable que los pobladores de la América conquistada por los españoles se sentían incómodos con los 300 años de coloniaje. Para entender claramente lo que acontecía en los pueblos de América Latina y El Caribe recurramos a Cervantes quien expresaba “América se había convertido en el refugio para los desesperados; la iglesia de los defraudados, el asilo de los asesinos, un refugio para tahúres, el cebo para mujeres de mala vida, en general significó la decepción para muchos y una panacea para unos pocos”, se sentía en definitiva que España impuso a América su idioma, religión y las leyes de su gobierno, reteniendo los indios como propias nada más que sus vidas.
En ese escenario mundial cuando había triunfado la Revolución Francesa en Europa con su trilogía de valores: libertad, igualdad y fraternidad se transmitió a todo el mundo esa influencia, que Bolívar la recoge y sobre la que estructura su lucha para liberar e independizar a los pueblos de América Latina, Bolívar se identifica con los preceptos de la doctrina liberal que triunfó en la Revolución Francesa, fue sin duda alguna un seguidor de las ideas sobre todo de Rousseau, cuyo Contrato Social se afirma lo leyó con especial emoción, pues era uno de los libros preferidos de su profesor Simón Rodríguez, que era catalogado por algunos como genio o como loco, pues inclusive cambió su apellido de Carreño por el de Rodríguez, quien en el ocaso de su vida sostenía “he tratado de crear un paraíso para todos y he conseguido crear un infierno para mí y para mi familia”, agregaba con mucha nostalgia “si no se puede esperar nada de la vida hay que esperar algo de la muerte”, Rodríguez es el más influyente ideólogo de Bolívar, siendo incuestionable que seguía los principios de la Revolución Francesa que son los que calaron intensamente en el pensamiento de Bolívar.
No se puede dejar de mencionar dentro de este análisis que de alguna manera influyó en la lucha bolivariana, el debilitamiento que en la defensa de sus colonias, experimentó España al entrar en guerra con Francia en razón de la expansión que pretendía Napoleón que tenía enquistada en su mente la tesis “la Francia es el mundo”, Napoleón, fue en consecuencia un aspirante a convertirse en el gran monarca de todo el mundo, aunque hay que admitirlo en América Latina no tuvieron eco sus tesis expansionistas, pues de todas maneras en América Latina seguía teniendo influencia la herencia heredada de los españoles.

Bolívar: el personaje
Ninguna tesis, ninguna doctrina, ninguna lucha, produce el resultado deseado, si no tiene un líder que dirija el proceso, por ello una vez establecidas las tesis inspiradoras de la independencia y libertad de los pueblos latinoamericanos, es obvio debemos analizar al personaje que abanderó esas tesis, esto es a Bolívar, que al decir de quienes lo han analizado y estudiado fue sensible, franco, impaciente, fácilmente desconcertado, los sentimientos apasionados se enraizaban más pronto en su alma con toda su turbulencia que el ser simple y cómodamente un espectador de injusticias y atropellos, sin embargo hay que anotar en él su temprana madurez y es evidente que desde joven prefirió decididamente las conversaciones de adultos a la compañía de gente de su edad. El temperamento de Bolívar era un temperamento un tanto explosivo, alguna vez su tutor José Sanz le dijo que parecía un barrilito de pólvora a lo que Bolívar le respondió “entonces no se me acerque mucho porque puedo estallar”, esto pone de relieve la forma de ser y pensar de Bolívar, fundamentalmente Bolívar pertenece a esa rara especie de seres humanos, que está preocupado por dar todo por los demás antes que pedir nada a los demás, fue un hombre de extremada seguridad en sí mismo y por ende un hombre auténtico, su pensamiento tenía una perfecta armonía con sus actitudes, por lo que podríamos afirmar que tenía una gran autenticidad, jamás fue un hombre que dijo o hizo algo por cálculos o intereses personales, en esencia es fácil advertir la condición de hombre realmente virtuoso de Bolívar, su frase “renovemos en el mundo la idea de un pueblo que no se contente con ser libre y fuerte si no que quiere ser virtuoso”, confirma el pensamiento de un hombre que siempre privilegió valores antes que aprovecharse de cualquier interés de orden personal o material.
Es fácil apreciar en Bolívar su condición de un verdadero estadista, fue un dirigente que estuvo pensando en las nuevas generaciones y no en las próximas elecciones como piensan los seudos dirigentes políticos, su desafío era construir un mejor mañana, jamás estuvo buscando cómo obtener ventajas de determinadas circunstancias que le podrían favorecer, un líder que entendía a cabalidad la ciencia política, que sabía lo que significa una organización social, lo que significa un país y lo que significa dirigir ese país, para poder conseguir satisfacer los más ambiciosos anhelos colectivos, fue un personaje con la más sólida formación que le permitía conocer todas las variables que inciden o interactúan en la vida misma de la sociedad, era un visionario, un conductor confiable, que entendía bien y sentía profundamente un ideal del que nunca claudicó y con en el que jamás transigió, como hombre superior sabía que los principios, los ideales no pueden ser objeto de negociación política.
Bolívar en fin de cuentas, merece para los ecuatorianos ser reconocido como el padre de la patria, si el Ecuador existe es por decisión y deseo de este extraordinario y completo líder de América Latina.

La actual situación Andina
Los sueños integradores de Bolívar no se concretaron. Los países que él liberó han actuado y actúan en función de los intereses de cada uno de ellos, de tal manera que lo único que los une es justamente su anhelo por la libertad e independencia, es un pasado común en cuanto quien los liberó fue la mente, el espíritu y la decisión de Simón Bolívar. Actualmente los países que Bolívar quiso unir no han podido avanzar en un verdadero mercado común de orden económico, en una integración política o en una alianza estratégica que les permita ser más competitivos dentro de la interdependencia que caracteriza el mundo actual; al contrario, soplan fuertes vientos para que la Comunidad Andina de Naciones deje de significar un convenio que ate a los países que la integran, la crisis lamentablemente no les da tiempo si no para buscar como superar sus propias dificultades internas y en ese contexto es muy difícil que el Acuerdo de Cartagena, suscrito hace más de dos décadas, pueda tener el resultado deseado por quienes lo suscribieron y mucho menos producir una verdadera integración como lo quiso Simón Bolívar.

La cátedra bolivariana
A Bolívar no se le puede rendir homenaje acordándonos de la fecha de su nacimiento o de la de su muerte, como acostumbramos normalmente a recordarlo. Si queremos realmente ser leales a la obra de Bolívar, no hay otra forma de hacerlo que emulando su conducta, y para emular su conducta, para entender su grandeza de alma, su gran generosidad, su desprendimiento a toda prueba no existe otra posibilidad que no sea la de mantener vivos sus ideales, su patriotismo y trasmitirlos a quienes interese el bien de la patria. Ello sólo es posible a través de foros permanentes, a través de una cátedra Bolivariana como lo planificó el Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas del Ecuador, que tuve la honra de presidir, cátedra que a nivel nacional se confió su coordinación a una persona probadamente bolivariana, no de ocasión sino de todos los días, como es el caso de Margarita Mendoza Cubillo, a quien se debe en buena parte la organización de este seminario que ha convocado y que ha permitido escuchar y refrescar el pensamiento y la obra eterna de Bolívar.

Julio 22-2003