jueves, 3 de mayo de 2007

AUTONOMÍAS O UNIDAD NACIONAL



El país ha retomado aunque tibiamente el debate sobre la conveniencia de instaurar un régimen de autonomías, sin duda lo está haciendo con una mayor dosis de serenidad y reflexión, si es que recordamos la oposición y preocupación que existió entre los años 1999 y 2000 cuando soplaron vientos sobre este planteamiento que desembocaron en Consultas Populares democráticas y legítimas habidas en Guayas, Manabí, Los Ríos, El Oro y Sucumbíos.
Por qué surgió la propuesta: y la respuesta es obvia, el modelo de administración política-administrativa del país presentaba inequívocas manifestaciones de que la administración centralizada se había burocratizado en exceso y estaba colapsada. En los actuales momentos no obstante la inyección de los petrodólares no previstos como ingresos del Estado, el manejo centralizado del poder y de los recursos fiscales apenas alcanzan para atenuar la atención de demandas por necesidades básicas acumuladas que se presentan desde los distintos segmentos sociales y los diferentes sitios y/o regiones del país, convirtiendo al Gobierno Central en un gobierno-bombero que no tiene otra posibilidad que la de buscar apagar con desesperación y grandes limitaciones los fogosos reclamos que amenazan incendiar y caotizar el país.
He querido titular este comentario con una expresión que sugiere una aparente disyuntiva "Autonomía o Unidad Nacional", con el único propósito de llamar la atención de los ecuatorianos que tal disyuntiva no existe, aquello sería desconocer o pretender encubrir una deuda histórica que los ecuatorianos tenemos como país de habernos negado a reconocer nuestra diversidad étnica, cultural, geográfica y climática. Es exactamente esa negación a conocernos nosotros mismos lo que ha conspirado para que estemos distantes de tener una alma nacional, eso explica que el sentimiento de ecuatorianidad sólo haya sido posible a través de ser convocados a defender nuestra integridad territorial, nada más nos unió en nuestra existencia como República, salvo el deseo patriótico de Eloy Alfaro que buscó unir la patria construyendo una red de ferrocarriles que nos permitiese conocer nuestra variada y exuberante riqueza natural y comunicarnos más fluidamente entre ecuatorianos, para de esa manera entender que nuestra mayor fortaleza es exactamente nuestra rica diversidad. Su anhelo no fue lo suficientemente entendido y fue objeto de apasionados cuestionamientos de quienes disminuidos en su posibilidad de mangonear el ejercicio del poder no perdonaron el patriotismo de Alfaro.
Muy bien ha hecho el actual Presidente Dr. Alfredo Palacio en incorporar este tema en el debate sobre la Consulta Popular que piensa convocar. El mundo internacionalizado e interdependiente de la época actual nos exige ser fuertes localmente para poder ser competitivos internacionalmente, el régimen de autonomías permite potenciar esta posibilidad, es el único medio que nos invita a los ecuatorianos a mirar responsablemente y más cercanamente nuestra dura realidad y se convierte en el único instrumento de cambio y de unidad nacional al invitamos a debatir el tema y a concertar un gran pacto nacional, la autonomía tiene la virtud que no se impone pero sí impone ponernos de acuerdo para volver más equitativa y justa la administración del país y la distribución de sus ingresos públicos, este tipo de régimen permitirá que desde las distintas localidades nacionales entendamos bien qué somos: como un espejo roto donde cada cual se mira en el pedazo de espejo que tiene cerca, es hora de unir todos los pedazos y construir el gran espejo de patria, ese que justamente Espejo (Eugenio) nos animaba a creer cuando exclamaba "algún día resucitará la patria".
No existe otra alternativa que vuelva viable caminar hacia un Ecuador renovado con una actitud optimista, motivada, confiable, con sabor a país. Penosamente ahora estamos lejos de serlo, lo único que florece y avanzan son los intereses facciosos de pequeños grupos que manipulan los grandes objetivos nacionales de acuerdo a su conveniencia y particular punto de vista.
El tema es extenso y aspiro cuando sea oportuno seguirlo comentando, por ahora debo felicitar a los Alcaldes de las tres principales ciudades Quito, Guayaquil y Cuenca (el anterior y el actual) que han entendido bien este régimen y han hecho significativos avances descentralizadores, algunas autoridades seccionales han comprendido la propuesta y se han comprometido con ella, otras todavía siguen apostando a solicitar dádivas o a pedir que el régimen centralizado y los legisladores "los ayuden a solucionar sus problemas", es decir pedimos a los que han provocado la debacle nacional, sean quienes sigan parchando la solución de los profundos problemas del país, el régimen de autonomías no es una panacea pero es el más idóneo mecanismo que le queda al país para cambiar su triste realidad actual.

Agosto 2005








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