1.- La autonomía libera, dignifica, convierte al ciudadano en sujeto de derechos, en copartícipe como actor y destinatario de su desarrollo comunitario y su propio bienestar personal.
2.- La autonomía fomenta el patriotismo, favorece el encuentro de la identidad nacional a través de reconocer la diversidad étnico-cultural y geográfica que caracteriza al Ecuador.
3.- La propuesta manabita es insurgente, transformadora, plantea cambiar el modelo de administración de un Estado indefinido, arbitrario, injusto, monopólico, obstruccionista y corrupto, por un modelo de un Estado regulador, árbitro, facilitador del esfuerzo e iniciativa ciudadana y promotor de las garantías fundamentales de las personas.
4.- Se procura la instauración de una justicia social que de a cada provincia lo suyo, mediante una distribución de la riqueza nacional que estimule al que produce y trabaja, que trate igualitariamente a cada habitante, y que sea solidario atendiendo los servicios básicos a todas las regiones del país. Para ello los ingresos se distribuirán bajo tres parámetros: contribución de cada provincia al PIB, número de habitantes y necesidades insatisfechas de cada una de ellas.
5.- Se propone desconocer y democratizar el ejercicio del poder político con la directa intervención de organizaciones de base como las organizaciones barriales, comunidades campesinas, cooperativas de producción, Juntas parroquiales, Concejos Municipales, Consejos de carácter Provincial que se encarguen de promover el progreso y mejoramiento de las condiciones de vida de sus respectivas colectividades o asociados.
6.- Promueve la dinamización del aparato productivo de la sociedad al liberar la posibilidad de una fluida actividad económica en la base de la sociedad, que traducirá en efectos multiplicadores que permitirán el acceso al trabajo y riqueza de los doce millones de ecuatorianos y no sólo de pequeños grupos de banqueros, políticos o empresarios sin escrúpulos, que son los beneficiarios del masivo empobrecimiento de la gran mayoría de ecuatorianos.
7.- Estimula la unidad nacional al promover un desarrollo armónico, equilibrado y equitativo de las veintidós provincias del país.
8.- La autonomía fomenta la responsabilidad ciudadana al confiar a los entes regionales respondan a sus respectivas comunidades, obligándolos a que sean eficientes en la acción que realicen, pues se rompe con el Estado paternalista que es destinatario del reclamo y de la nula o escasa capacidad de gestión de los organismos seccionales.
9.- Hace realidad el gran pacto social a partir de una efectiva participación de la sociedad civil en órganos del gobierno provincial y de control cívico de la corrupción, incorporando por esa vía a la ciudadanía organizada y consciente a la toma de decisiones en la construcción de su propio futuro.
10.- Estimula el arraigo de las personas a su terruño, motivando la vivencia y conservación de costumbres y tradiciones, desalentando las migraciones de las provincias a las grandes urbes y del campo a la ciudad.
Octubre 14/99
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