martes, 22 de septiembre de 2009

La universidad, un ente crítico

Nuestra Universidad sin falsa modestia es el mejor monumento que el Ecuador ha edificado en homenaje al más notable de sus hijos nuestro Patrono el General Eloy Alfaro, homenaje hecho en su tierra manabita en el área de lo que fue sin duda su obra de mayor trascendencia social y humana: la educación.

La verdad es la más subversiva de las actitudes humanas, esa verdad hemos sostenido es dura para quien la investiga, muy dura para quien la dice y más dura para quien la oye y no le conviene oírla. Una Universidad debe investigarla de una manera objetiva, desapasionada, fría, sin la injerencia de criterios políticos interesados, sectarios o prejuiciados, aquello aparte de expresar una creencia, idea o pensamiento que no deja de ser subjetivo, desnaturaliza su acción, minimiza sus propósitos y termina por disminuirla en su sitial, que por su elevado rol en la sociedad le pertenece y corresponde.

Los recursos humanos no pueden ser bien formados si no lo hacemos dentro de parámetros que reflejen una línea de conducta sin tacha de principios que nos hagan sentir que somos consecuentes con lo que decimos, el ejemplo es la mejor lección de un docente a sus alumnos.

En esta Universidad se ha avanzado mucho en aquella dirección en la que ojalá nuestra patria y América Latina avancen, de hacer sentir a las personas libres y dignas, como lo quisieron los inspiradores de nuestra lucha, el General Alfaro y Juan Montalvo. Montalvo terminaba por sostener que prefería pertenecer al partido que defienda la libertad y dignidad del hombre.

La Universidad está llamada a ser la institución que entregue criterios orientadores desde un punto de vista científico y técnico para la solución de los problemas socioeconómicos de un país, sin invadir atribuciones de otras instituciones, ni menos aún pretender convertirse en tutora o consejera del deber y la responsabilidad de otras instituciones públicas o privadas.

Una Universidad debe obrar bajo claros criterios de racionalidad, debe ser un ente crítico despojado de todo tipo de afectos o compromisos de un sector de la sociedad, fundamentalmente debe obrar con mentalidad imaginativa y creativa, para de esta manera no rezagarse en la dinámica social de un mundo que por ser dinámico es cambiante.

Si en la gestión universitaria están ausentes la razón, la posibilidad de una crítica no comprometida y si su mentalidad la hace vivir repitiendo enseñanzas del pasado, se confiesa infecunda en su cometido de ser generadora de ideas y criterios que apunten a la solución de nuestros problemas en un mundo cada vez más complejo y duro de ser vivido y por lo mismo exigente y competitivo.

La labor de promoción y desarrollo cultural que efectuamos nos hace sentir que estamos llegando a nuestra sociedad, para devolverle su memoria, recordarle su folklore, sus tradiciones, su ancestro, combatiendo de esa forma todo vestigio de penetración cultural ajena a nuestra verdadera idiosincrasia y costumbres.

Adecuamos nuestra gestión a criterios que responden a tesis y principios modernos de una ágil y eficiente administración, hemos concebido un organigrama institucional orientado a vivir una auténtica y cabal democracia participativa dentro de nuestra Universidad. Afortunadamente no hemos fomentado la formación de súper estructuras de poder que puedan degenerar en actitudes autoritarias, sin caer tampoco en la debilidad igualmente condenable, de no defender los principios de autoridad y disciplina que tanta falta hacen en el mundo de nuestros tiempos.

Nuestras Unidades Académicas a nivel de Facultades, Extensiones y Escuelas, son respetadas en su independencia en las gestiones que les incumben, sin que aquello implique en modo alguno que haya una descoordinación del aparato administrativo de gobierno de la Universidad, estamos vertebrados por objetivos, fines y planes de trabajo que nos son comunes y que han sido claramente definidos.

Planteamos que nuestros profesores, alumnos y empleados, sin sacrificar su dignidad, rebeldía e ideales, admitan siempre que primero está la institución y que tenemos que respetarla para poder exigir respeto de los demás.

Un profesor que no investiga y actualiza sus conocimientos, defrauda su alta misión, un estudiante que no estudia con ahínco no sólo que cae justamente en el conformismo si no que se mediocriza, y unos y otros terminan por ser socialmente improductivos.

Somos una entidad solvente con un equilibrio en el orden presupuestario logrado en base a definidos criterios de austeridad y racionalidad del gasto, consideramos que los fondos públicos son recursos del pueblo ecuatoriano que no pueden ser alegremente repartidos y dispendiados para provecho o canonjías personales, somos enfáticos en sostener que la Universidad está obligada a ser un ejemplo del buen uso de los recursos fiscales, no hacerlo significaría confesarnos sin autoridad moral alguna para criticar los excesos, abusos e incorrecciones que se producen en el festín creciente de dineros públicos, que el país observa absorto y asqueado con frecuencia, haciendo perder esperanzas a un pueblo anímico y moralmente desarmado por el imperio de la corrupción que se observa tanto en los sectores público como en el privado.
(El presente texto forma parte de lo que será la obra La educación: única vía hacia la igualdad de Medardo Mora Solórzano, y que saldrá bajo el sello editorial de Mar Abierto y Eskeletra)

lunes, 8 de junio de 2009

La misión de un buen libro



El "Canto de los Rieles" de autoría del ex alumno de esta Universidad, Jaime Cedeño Saltos, es sin duda un trabajo de profunda investigación efectuada con singular afecto y dedicación, texto que cumple la misión de un buen libro, sirve de guía y consulta para quienes desean conocer fidedignamente la historia del ferrocarril, las ventajas que históricamente tuvo este medio de transportación a nivel mundial, y lo que más le ha interesado al autor en el trabajo realizado, efectuar una narración históricamente fundamentada y muy bien concebida sobre la añorada época del ferrocarril en Manabí.


Para comprender la bondad de la obra es suficiente recurrir a la confesión del autor que comienza y termina destacando el factor motivador del porqué escribe este libro, nace de una vivencia que se graba en sus más sentidas inquietudes en la etapa de su niñez y adolescencia, cuando conoce la vivienda que sirvió como estación del ferrocarril en la ciudad de Manta, a partir de esa inquietud juvenil, realiza las indagaciones que corresponden, para poder entregar una información sustentada en hechos y documentos, que en distendido y bien logrado relato, nos va haciendo conocer cómo se inicia la vida del ferrocarril desde la época en que se utilizaba la máquina a vapor, invento que lo atribuye al inglés James Watt, cuyo descubrimiento y primer uso lo sitúa entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, haciéndonos conocer igualmente, que el primer país sudamericano que inaugura una vía ferroviaria es Chile en el año 1852.


Estos antecedentes de identificación con su tierra natal y con un hecho que lo emociona, lo conduce a relievar y acentuar su investigación en la vida del ferrocarril en Manabí, cuyos inicios de la primera línea ferroviaria nos ilustra se la hace el 7 de Noviembre de 1909, los primeros trabajos del ferrocarril Bahía-Chone se dan en la ciudad de Bahía de Caráquez, llegando a la primera parada, Puerto Larrea, el 21 de Septiembre de 1910, a Calceta el 5 de Enero de 1911, a Canuto el 3 de Noviembre de ese año y a Chone el 27 de Octubre de 1912, es decir, un recuento histórico detallado y orientador para quienes son amigos de inquietarse por los antecedentes de alegres realidades del pasado.


También nos reseña la realización de los trabajos del ferrocarril Manta-Santa Ana, que se iniciaron el 29 de Abril de 1911 con la presencia del Coronel Manuel Alfaro en representación del Presidente Eloy Alfaro, ferrocarril que llega a Montecristi el 15 de Agosto de 1912, el 4 de Mayo de 1913 a Portoviejo y finalmente en 1914 llega a Santa Ana.


Es importante destacar que el autor nos hace advertir que Alfaro buscó unir la mayor cantidad de pueblos manabitas que estimaba con clara visión debían tener mayor conectividad vinculando zonas productivas con sus dos puertos Bahía y Manta, por eso en la zona Norte concibe el ferrocarril entre Bahía y Chone, pasando por los actuales cantones de Tosagua y Bolívar, en la zona Central une Manta con Santa Ana pasando por Montecristi y Portoviejo, los dos ferrocarriles se mantuvieron con vida según el autor hasta 1966.


En la obra el autor resalta dos hechos que merecen destacarse, el primero, que con la construcción de la red ferroviaria el Ecuador se incorpora a los avances de la civilización y modernidad de aquella época, el segundo, es el hacernos reflexionar que el ferrocarril fue sustituido por la construcción de carreteras, vías de comunicación que son privilegiados por el ex Presidente Velasco Ibarra que se convierte en defensor de las mismas, alegando que son un mejor medio para la transportación. En todo caso, coincido con el autor, es indiscutible que se añora el ferrocarril que no ha pasado de moda, sigue siendo un medio de transporte de gran utilidad en las ciudades y países de mayor desarrollo a nivel mundial. Jaime Cedeño Saltos se siente parte del canto de los rieles y de la esperanza de su pronto retorno, ese es también un sentido anhelo nacional, los recuerdos dejados por el ferrocarril no se han borrado de la mente y espíritu de los ecuatorianos que lo disfrutaron y lo disfrutan de lo poco que queda del mismo.


La acuciosa investigación del autor no deja nada a la especulación, ni a la interpretación, ni a crear imaginarios en las épocas de auge del ferrocarril de Manabí, por eso menciona con nombres y apellidos a los personajes ligados al rugido de los "carriles" (así los denominaba el hombre común), cita las actividades económicas que prevalecían en aquellos tiempos, narra a manera de ejemplo lo que ha sido Tosagua desde que fue un caserío en 1628, su condición de Parroquia, primero de Portoviejo y luego de Rocafuerte, de haber sido escenario de encuentros como el combate de "Los Amarillos" antecedente de la proclama del 5 de Mayo en Chone, de los actos de rebeldía revolucionaria de Carlos Concha entre 1914 y de 1918, no deja de referirse y documenta el pavoroso incendio que terminó con Tosagua en Septiembre de 1930, información que para sustentarla recurre a recortes periodísticos que los rescata de El "Diario Manabita", aquello demuestra lo minucioso de su investigación. Este incendio dantesco que sacudió a todo Manabí, deja como anécdota, que nos la cuenta el autor, el que milagrosamente se salvó la iglesia, sitio de congregación de la comunidad, tampoco se destruyeron ni la estación del ferrocarril ni el teléfono, con lo que la magnitud de la tragedia se atenuaba y evitaba la incomunicación de Tosagua y sus habitantes.
25 de mayo del 2009
(El presente texto aparece en la introducción del libro El canto de los rieles, historia del ferrocarril en Manabí de Jaime Cedeño, de próxima publicación en la editorial de Mar Abierto)

miércoles, 28 de enero de 2009

La educación superior



No existe discusión ni duda que si algo contribuye a un desarrollo consistente y equilibrado de una sociedad es la educación. Siempre he sostenido y sostengo que sin buenos ciudadanos con conocimientos que los haga conscientes de sus derechos y responsabilidades sociales, no pueden existir posibilidades de un país que aspire a mejor calidad de vida ni al logro de un mayor bienestar colectivo, al contrario será una sociedad cuyo único destino es lo incierto.


Pero no podemos confundirnos que con el solo enunciado de educar existe un beneficio a una colectividad, la educación para que signifique un real aporte al desarrollo social, debe responder a rigores de una dualidad enseñanza-aprendizaje que permita una sólida formación integral del educando, ello nos lleva a una elemental conclusión: o existen personas bien educadas o existen personas mal educadas, aquello explica que los dos grandes ejes de la educación contemporánea, sean el de la calidad y el del aprendizaje del estudiante, lo más importante no es tanto que el profesor sepa mucho sino que el educando aprenda bastante y que la información que reciba sea de buena calidad, una educación de baja calidad desorienta y confunde, en consecuencia en nada contribuye a construir una mejor sociedad.


Pero la educación debe ser analizada en un contexto y desde esa óptica es un proceso que se inicia en el hogar, nunca fue equivocada aquella afirmación de Freud que sostenía que los cinco primeros años de vida de un ser humano son determinantes en la formación de una personalidad, etapa de la vida en la que prevalecen factores sensitivos que podrían incidir en conductas y comportamientos, futuros, por ello si en esa primera etapa influyen aspectos de orden afectivo, resulta primordial la educación que se reciba en el hogar, en cuyo caso es fundamental que el ambiente que se viva en familia sea de armonía, de buenos ejemplos y de ausencia de violencia intrafamiliar que pueden afectar negativamente en la vida, conducta y comportamiento del hijo (a) de familia y futuro ciudadano y eso no puede dejar de ser considerado en todos los ciclos educativos incluso en la educación superior.


Lo antes expuesto nos obliga a comprender con claridad que en la infancia debe existir necesariamente una corresponsable coparticipación de padres de familia y educadores especializados en la educación de la niñez, aquello explica el que actualmente se fomente una educación que comience desde la etapa previa al jardín de infantes, y en general todo lo que configura la llamada educación parvularia, la cual sirve de base para el inicio de la educación básica, actualmente extendida a 10 años y que constituye una obligación y un deber del Estado y los individuos, es decir educarse no solo es un derecho sino un deber de las personas, al menos hasta el nivel básico.


Las breves y necesarias reflexiones anteriores me permiten sustentar mi ponencia sobre Educación Superior, que en el Ecuador está considerada como un subsistema dentro del sistema nacional de educación, subsistema que por supuesto debe cumplir su rol en estrecha vinculación con el otro subsistema que comprende la educación básica y de bachillerato hay que estar claros el proceso formativo de una persona no comienza en los niveles superiores, es un proceso que nace y muere con la persona, de tal manera que en el nivel de educación superior no puede prescindirse de analizar al alumno en su proceso de vida. En nuestro país la educación básica y de bachillerato están bajo la responsabilidad del Ministerio de Educación, la educación superior está confiada a las entidades que conforman este subsistema, para cuyo efecto se ha creado un organismo que es el Consejo Nacional de Educación Superior que planifica, regula y coordina este sector educativo, pero no puede realizarse un análisis de un educando sino se lo hace en el contexto integral de su formación como lo señalo anteriormente.


En el análisis que efectuamos no podemos limitarnos a meras afirmaciones que podrían carecer del debido sustento, estimo necesario que analicemos el término educación superior lo cual sugiere sin lugar a equívocos, que en este nivel deben existir los más altos rigores de rendimiento académico, aquello explica que la Declaración de Derechos Humanos en su Art. 26 establezca que el acceso a esta etapa educativa se lo haga por méritos, lo que obliga a las instituciones de educación superior a precautelar que los procesos de ingreso, de permanencia en el claustro universitario o politécnico y de egresamiento y titulación, establezcan las más altas exigencias para que quien termine una carrera en estos centros tenga claros criterios de orientación y conocimientos de la carrera por la que haya optado, que le permitan un confiable ejercicio profesional, no hacer aquello implicaría ir a procesos de una educación mediocre, masificadora y de muy poco o escaso aporte al desarrollo de un país e incluso de perjuicio al estudiante y por ende a la sociedad.


Lo antes relatado nos lleva a concluir que el deber de una sociedad o que el servicio que un Estado debe a sus habitantes en materia de educación, es opcional y exige cumplir determinados requisitos para acceder o ingresar en los distintos rangos de la educación superior, aquello explica que la actual Constitución estipule taxativamente en su Art. 356 el que se establezca un sistema de admisión y nivelación en las instituciones públicas de educación superior, es decir el derecho de ingresar es para todos (as) sin distinción ni discriminación de ningún tipo, pero deben cumplirse requisitos de ingreso, el libre ingreso existe, pero ese derecho puede ser ejercido si se cumplen los requisitos mínimos de admisión, también en el análisis que efectuamos es oportuno precisar, lo cual corrobora lo antes afirmado, que si bien es verdad la actual Constitución consagra la gratuidad de la educación hasta el tercer nivel (excluye el posgrado), sin embargo la propia Constitución condiciona aquella gratuidad a la responsabilidad académica del estudiante, lo cual sugiere que los estudiantes que no tengan niveles de rendimiento exigidos en la ley o en regulaciones internas de la instituciones de educación superior, no pueden gozar de este beneficio que confiere el Estado.


Es conveniente recordar que a partir de la Constitución de 1998 se incorporó en el Ecuador al Sistema de Educación Superior a los Institutos Técnicos y Tecnológicos Superiores, los cuales tradicionalmente funcionaron bajo la dependencia del Ministerio de Educación, como consecuencia de aquello el patrimonio de estos Institutos de carácter público pertenecen al mencionado Ministerio, esto en la práctica ha derivado en el hecho real, que estos Institutos incluyendo los privados, no se hayan ni se sientan integrados a plenitud al sistema de educación superior, existiendo más bien una cierta distancia con las Universidades y Escuelas Politécnicas, en consecuencia no existe una cooperación que vuelva secuencial la labor de todos los entes de este subsistema, inversamente han existido ligeras disputas de espacio sobre ámbitos de gestión de unos y otros. En todo caso la vigente Ley de Educación Superior consagra en beneficio de estos Institutos, capacidad de autogestión administrativa y financiera e incluso se estableció que los cofinanciados por el Estado continúen recibiendo fondos públicos, pero en la parte académica pasaron a ser dependientes del Consejo Nacional de Educación Superior, (CONESUP), organismo al que se le otorgó la facultad de expedir un Reglamento para la elaboración de los Estatutos y aprobación de los mismos, aunque en el caso de los públicos, el Estatuto de estos Institutos es de carácter general y su elaboración compete al Ministerio de Educación en base al cual lo debe aprobar el CONESUP.


De conformidad con el actual texto constitucional el Sistema de Educación Superior tiene como finalidad la formación académica y profesional con visión científica y humanística, la investigación científica y tecnológica, la innovación, la promoción, el desarrollo y difusión de los saberes y las culturas, la construcción de soluciones para los problemas del país que deben tener relación con los objetivos del régimen de desarrollo, lo cual debe ser observado par todos los entes de educación superior, lo que implica que estos centros deben programar y vincular sus fines y gestiones al desarrollo de la sociedad y no obrar de acuerdo a criterios institucionales aislados o individuales desconectados de la planificación y desarrollo nacional, sin que esto constituya un limitante para gobernarse y administrarse autónomamente y tomar decisiones en el ámbito académico, administrativo y financiero, e incluso de planificar estratégicamente el desarrollo de cada institución del sector.


En resumen las Universidades y Escuelas Politécnicas son las proveedoras de un recurso humano científico y técnicamente preparado, son los centros donde la ciencia y la tecnología permiten formular propuestas que contribuyan a la búsqueda de soluciones innovadoras a los complejos y heterogéneos problemas de una sociedad, pero ese aporte científico tecnológico debe ser creativo, novedoso, origina y de aplicabilidad en la realidad social, de lo contrario serán meros ejercicios teóricos que solo servirán para incrementar páginas para archivos que no tienen destino social, deben ser centros de promoción y desarrollo cultural, que los vincule con la comunidad y las ayude a encontrar su identidad, su idiosincrasia, para que conociendo lo que son sepan a donde van, sin conocernos nosotros mismos no sabremos qué hacer ni cómo hacerlo, cuáles son nuestras fortalezas, debilidades, oportunidades, los entes de educación superior no pueden dejar de ser autocríticos.


Es importante resaltar que la actual Constitución respetando el elevado rol social que compete y corresponde a las Universidades y Escuelas Politécnicas, mantiene la existencia de un organismo de carácter público que será el responsable de la planificación, regulación y coordinación interna del sistema y de la relación de sus distintos actores con la Función Ejecutiva, en consecuencia existe un organismo del cual forman parte las entidades del subsistema de educación superior que es el responsable de planificación, reglamentaciones y coordinación de las mismas, convirtiendo a este organismo en armonizador de políticas y acciones de las instituciones que la conforman y en una especie de interlocutor o vínculo con la Función Ejecutiva, sin que aquello signifique que una institución específicamente a nivel de Universidades y Escuelas Politécnicas, carezca de su debida individualidad y personería jurídica, aquello es parte sustancial de su autonomía. Adicionalmente se establece la existencia de un organismo de carácter público técnico, con atribuciones privativas que será el encargado de la acreditación y el aseguramiento de la calidad de las instituciones, carreras y programas de las entidades de este subsistema educativo, por ello no se permite que este organismo esté integrado por los representantes de las instituciones de educación superior, teniendo este mismo organismo la facultad de acuerdo con la ley, de suspender a las entidades de educación superior y en los casos de las que han sido creadas por Ley solicitar la derogatoria de dicha Ley y con ello su extinción definitiva.


Debe quedar claro que la nueva Constitución ratifica la autonomía académica, administrativa, financiera y orgánica de la que deben gozar las Universidades y Escuelas Politécnicas, las cuales deberán estar acorde con los objetivos del régimen de desarrollo y los principios establecidos en la Constitución (Art. 355). A partir de esta garantía constitucional se vuelve indispensable definir con claridad el porqué se reconoce esta autonomía especial a las citadas entidades y es obvio que en estricto apego a lo que son sus fines y funciones, deban tener independencia de las distintas Funciones o Poderes del Estado que ejercen el poder político, de lo contrario se bloquearía o mutilaría su capacidad de pensar libremente, de generar conocimiento, de investigar sin criterios preestablecidos y con fundamentación científica o tecnológica, de generar propuestas objetivas que contribuyan al bienestar social y a la solución de problemas que afectan al colectivo social, que se conviertan como entidades sedes de la razón, del análisis crítico y desprejuiciado, como entes con atributos para ser creativos o imaginativos, que sean foros de los que emane la posibilidad de alumbrar la ruta que debe recorrer el país, deben ser como lo sostuvo el eminente ex Director General de la UNESCO, Dr. Federico Mayor Zaragoza, una especie de conciencia de la sociedad, agregarla, el cerebro donde se forjan las ideas, las tesis, las propuestas para edificar una sociedad más humana, más justa, más fraterna y solidaria, un faro que provisto del fluido enriquecedor de verdades demostrables y debidamente fundamentadas, oriente el rumbo que debe transitar un país que lo proteja de dificultades y abrojos que se le presenten en el camino que debe recorrer en el presente y en el futuro, amparado en sus vivencias del pasado, hay que insistir, no existe ciencia sin conciencia, ni ciencia sin experiencia.


Si la autonomía es un elemento inherente a la gestión que deben cumplir socialmente las Universidades y Escuelas Politécnicas, eso las obliga a obrar con responsabilidad, actitud que incorpora la eticidad con la que deben proceder, sin responsabilidad no existe ética en el obrar de una persona o de una institución y sin la observancia de preceptos morales no existe posibilidad alguna de coadyuvar a edificar una patria digna y soberana, no obrar en base a principios es asesinar la esperanza que es el nutriente anímico que estimula la superación de una comunidad y especialmente de su juventud, a la que la Universidad no puede dejar de responderle y rendirle cuentas claras al ser ellos los destinatarios de su propia existencia y su razón de ser.


En definitiva las Universidades y Escuelas Politécnicas al no ser entidades gubernamentales, para poder contribuir a un modelo de desarrollo que establezca un Gobierno, deben partir de un consenso que articule lo propuesto en el Plan Nacional de Desarrollo con los planes y proyectos universitarios, aquello desafortunadamente no han sido las políticas que el país ha estimulado y más bien lo que ha existido es un divorcio entre Universidad y Gobierno, en muchos casos la Universidad ha sido una especie de contestataria o de entidad crítica radical de las acciones de los gobiernos de turno, disminuyendo sus posibilidades de aportar en beneficio del país, aquello sin duda debe cambiar, para que en una reciproca cooperación Universidad-Gobierno respetándose mutuamente, ámbitos de gestión, puedan favorecer un desarrollo sustentable del país y por ende mejorar el bienestar de los ecuatorianos (as).


Importancia y valor de la educación




Me he animado a reeditar un texto sobre educación universitaria, que tiene fundamentalmente el aval de un ejercicio de la cátedra en este nivel, que lo inicié en julio de 1969, inmediatamente después de haber culminado en aquel mes y año mis estudios de abogacía. La vida me permitió familiarizarme de manera permanente con la dirección de un centro universitario, en efecto en julio de 1977 por pedido del Rector de la Universidad Laica "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil, Dr. Alfonso Aguilar Ruilova, y por espontánea solicitud de los profesores que colaboraban en aquella fecha en la entonces Extensión en Manta de esa Universidad, asumí el Decanato y dirección de la misma, Extensión universitaria que ya me había tocado administrar desde 1973 en mi condición de Presidente de la Unión de Profesores Universitarios de Manta, administración que asumí por así habérmelo solicitado expresamente el Rector de la ya mencionada Universidad guayaquileña, como inexcusable condición que se me impuso en razón del cierre de la Extensión dispuesta por las autoridades de la matriz, decisión a la que me había opuesto en defensa de la Extensión universitaria. Antes de aquello tuve el grato placer de haber iniciado y dirigido en 1972 el funcionamiento de la Escuela de Derecho en Manta, en la que debí enfrentar una fuerte resistencia de la Federación Nacional de Abogados.


En mi condición de Decano de la ya mencionada Extensión universitaria me tocó vivir la dura realidad de no contar con locales ni recurso económico alguno para realizar nuestra labor, teníamos que solicitar locales a préstamo, el Colegio Manta, las Escuelas Adolfo Jurado González, Fe y Alegría y Abraham Lincoln, nos ayudaron a mantener la Extensión, que tenía la grave dificultad de tener establecidas pensiones a sus estudiantes de aproximadamente un salario mínimo vital mensual de la época, lo que afectaba toda posibilidad de crecimiento de la población estudiantil y no permitía un pago adecuado a docentes que resultaba muy difícil conseguirlos con un buen nivel de conocimientos.


Aquella realidad vivida me llevó a concebir a fines de 1981, la idea de dedicar todos mis esfuerzos para que se creara en Manta lo que hoy es la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, cuyo proyecto de Ley presenté como Legislador por Manabí en 1983, proyecto que me permitió la oportunidad de dirigir una hermosa lucha, en la que se debió superar una radical oposición del Congreso Nacional, del Presidente de la República y del propio Consejo Nacional de Universidad y Escuelas Politécnicas, oposición a la que se unían algunos Colegios de Profesionales que no aceptaban la apertura de carreras profesionales, sobre todo en áreas de la salud que se habían programado en la nueva Universidad en trámite de creación. Las diversas batallas libradas fueron ganadas y el 13 de Noviembre de 1985 se publicó en el Registro Oficial la ley que creó la Universidad laica "Eloy Alfaro" de Manabí y convertía a Manta por derecho propio en una Ciudad Universitaria. No puedo omitir contar que mis colegas del Congreso Nacional me propusieron una alternativa para que se cree la Universidad, que la misma sea privada, petición que jamás acepté, no obstante que a la misma se unieron el Presidente de la República, el CONUEP, el propio Rector de la Universidad "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil, terminando por aceptar lo que se convirtió en una condición inexcusable, que asuma la dirección como Rector de la Universidad que se creaba, pedido que acepté de manera transitoria por un año, luego por expresa y espontánea petición de la comunidad universitaria, me he mantenido en el ejercicio del rectorado hasta la presente fecha.


El ejercicio del rectorado dirigiendo una Universidad con mente fresca y actitud renovadora, unida al inmenso honor que significó para mí el que por tres ocasiones, los Rectores de las Universidades y Escuelas Politécnicas del país, me designarán Presidente del máximo organismo de la educación superior del país el Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas del Ecuador (CONUEP), me posibilitó tener las más directas vivencias de lo que significa la misión, fortaleza, debilidades, oportunidades, perspectivas, etc., del mundo universitario, todo lo cual ha contribuido a que dedique con la más íntegra satisfacción, mis mejores capacidades y esfuerzos en beneficio de la educación de la juventud ecuatoriana, con cuyos anhelos espirituales y ansias de superación me siento identificado e integrado a plenitud, tengo la firme convicción que no existe otra vía para que vivamos en una sociedad más consciente de sus deberes y derechos.


Las gratificantes y estimuladoras recompensas y distinciones que me ha obsequiado el mundo académico, me imponen sentirlo hondamente, vincularme militantemente y por siempre con esta dignificante tarea de la cátedra y dirigencia universitaria, en la que no puedo olvidar me permitió también la maravillosa e inolvidable oportunidad de haber presidido en irrepetible ocasión, la Comisión que le fue asignada a América latina y El Caribe, en la primera y única Conferencia Mundial de Educación Superior celebrada en París, por convocatoria de la UNESCO, en Octubre de 1998. Han quedado grabados en la memoria de mis mejores recuerdos, el que el Vicepresidente de esa Comisión haya sido el Ministro de Educación de Israel y la Secretaria de la Comisión la Ministra de Educación de Rusia, países de notable influencia mundial, me acompañó como Consultor de la Comisión uno de los más acreditados asesores de la Dirección General de la UNESCO, un experto en educación de nacionalidad polaca, cuya fisonomía me resulta inextinguible, pero cuyo nombre me resulta difícil recordarlo.


"Vivir para contarla" es el título que el gran escritor colombiano Gabriel García Márquez le ha puesto a uno de sus libros y eso es lo que yo he pretendido y pretendo con este libro, que espero sirva de alguna manera a quienes les inquieta realmente la situación de la Universidad ecuatoriana, por ello el libro es una recopilación de un pensamiento que mi memoria y mi cerebro han ido procesando y generando a lo largo de mi ya dilatada vinculación con la Academia ecuatoriana, a la que he conocido en sus interioridades de manera cercana y profunda, por ello este texto recoge ideas y testimonios sobre la importancia y valor de la educación en un país, incorpora fragmentos de tesis y criterios expuestos con ocasión de intervenciones en los aniversarios institucionales, así como de ponencias que he realizado en foros nacionales e internacionales en los que he sido invitado a exponer mis puntos de vista sobre el rol de la educación a nivel universitario.


Una inevitable reflexión para todos. La esperanza, he sostenido y sostengo, debe ser una expresión y actitud que no puede dejar de habitar en la mente y en el sentimiento de los seres humanos y de manera especial en la juventud, que tiene un largo camino que recorrer en sus vidas, pero ese camino no puede ser recorrido sin advertir la existencia de realidades, de dificultades y oportunidades, aquello me obliga a invitarlos a que entendamos con claridad que el mundo del presente y a futuro ofrece muy limitadas oportunidades a la juventud, el crecimiento demográfico proyectado hacia el mañana, tiene una relación de una oportunidad de trabajo por cada tres personas, frente a tan abismal déficit no queda sino la decisión de avanzar en educación, en adquirir conocimientos y cultivar una mentalidad emprendedora, ese es a fin de cuentas el reto de la sociedad y especialmente de la juventud del hoy y del mañana, a lo que hay que agregar la imperiosa necesidad de restaurar valores y códigos de conducta, aquello constituye al margen de sistemas políticos o tesis económicas, los verdaderos desafíos en los albores del siglo XXI.

(El presente texto es la parte introductoria de lo que será el próximo libro del Dr. Medardo Mora Solórzano, obra que oportunamente Editorial Mar Abierto publicará)