Me he animado a reeditar un texto sobre educación universitaria, que tiene fundamentalmente el aval de un ejercicio de la cátedra en este nivel, que lo inicié en julio de 1969, inmediatamente después de haber culminado en aquel mes y año mis estudios de abogacía. La vida me permitió familiarizarme de manera permanente con la dirección de un centro universitario, en efecto en julio de 1977 por pedido del Rector de la Universidad Laica "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil, Dr. Alfonso Aguilar Ruilova, y por espontánea solicitud de los profesores que colaboraban en aquella fecha en la entonces Extensión en Manta de esa Universidad, asumí el Decanato y dirección de la misma, Extensión universitaria que ya me había tocado administrar desde 1973 en mi condición de Presidente de la Unión de Profesores Universitarios de Manta, administración que asumí por así habérmelo solicitado expresamente el Rector de la ya mencionada Universidad guayaquileña, como inexcusable condición que se me impuso en razón del cierre de la Extensión dispuesta por las autoridades de la matriz, decisión a la que me había opuesto en defensa de la Extensión universitaria. Antes de aquello tuve el grato placer de haber iniciado y dirigido en 1972 el funcionamiento de la Escuela de Derecho en Manta, en la que debí enfrentar una fuerte resistencia de la Federación Nacional de Abogados.
En mi condición de Decano de la ya mencionada Extensión universitaria me tocó vivir la dura realidad de no contar con locales ni recurso económico alguno para realizar nuestra labor, teníamos que solicitar locales a préstamo, el Colegio Manta, las Escuelas Adolfo Jurado González, Fe y Alegría y Abraham Lincoln, nos ayudaron a mantener la Extensión, que tenía la grave dificultad de tener establecidas pensiones a sus estudiantes de aproximadamente un salario mínimo vital mensual de la época, lo que afectaba toda posibilidad de crecimiento de la población estudiantil y no permitía un pago adecuado a docentes que resultaba muy difícil conseguirlos con un buen nivel de conocimientos.
Aquella realidad vivida me llevó a concebir a fines de 1981, la idea de dedicar todos mis esfuerzos para que se creara en Manta lo que hoy es la Universidad Laica "Eloy Alfaro" de Manabí, cuyo proyecto de Ley presenté como Legislador por Manabí en 1983, proyecto que me permitió la oportunidad de dirigir una hermosa lucha, en la que se debió superar una radical oposición del Congreso Nacional, del Presidente de la República y del propio Consejo Nacional de Universidad y Escuelas Politécnicas, oposición a la que se unían algunos Colegios de Profesionales que no aceptaban la apertura de carreras profesionales, sobre todo en áreas de la salud que se habían programado en la nueva Universidad en trámite de creación. Las diversas batallas libradas fueron ganadas y el 13 de Noviembre de 1985 se publicó en el Registro Oficial la ley que creó la Universidad laica "Eloy Alfaro" de Manabí y convertía a Manta por derecho propio en una Ciudad Universitaria. No puedo omitir contar que mis colegas del Congreso Nacional me propusieron una alternativa para que se cree la Universidad, que la misma sea privada, petición que jamás acepté, no obstante que a la misma se unieron el Presidente de la República, el CONUEP, el propio Rector de la Universidad "Vicente Rocafuerte" de Guayaquil, terminando por aceptar lo que se convirtió en una condición inexcusable, que asuma la dirección como Rector de la Universidad que se creaba, pedido que acepté de manera transitoria por un año, luego por expresa y espontánea petición de la comunidad universitaria, me he mantenido en el ejercicio del rectorado hasta la presente fecha.
El ejercicio del rectorado dirigiendo una Universidad con mente fresca y actitud renovadora, unida al inmenso honor que significó para mí el que por tres ocasiones, los Rectores de las Universidades y Escuelas Politécnicas del país, me designarán Presidente del máximo organismo de la educación superior del país el Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas del Ecuador (CONUEP), me posibilitó tener las más directas vivencias de lo que significa la misión, fortaleza, debilidades, oportunidades, perspectivas, etc., del mundo universitario, todo lo cual ha contribuido a que dedique con la más íntegra satisfacción, mis mejores capacidades y esfuerzos en beneficio de la educación de la juventud ecuatoriana, con cuyos anhelos espirituales y ansias de superación me siento identificado e integrado a plenitud, tengo la firme convicción que no existe otra vía para que vivamos en una sociedad más consciente de sus deberes y derechos.
Las gratificantes y estimuladoras recompensas y distinciones que me ha obsequiado el mundo académico, me imponen sentirlo hondamente, vincularme militantemente y por siempre con esta dignificante tarea de la cátedra y dirigencia universitaria, en la que no puedo olvidar me permitió también la maravillosa e inolvidable oportunidad de haber presidido en irrepetible ocasión, la Comisión que le fue asignada a América latina y El Caribe, en la primera y única Conferencia Mundial de Educación Superior celebrada en París, por convocatoria de la UNESCO, en Octubre de 1998. Han quedado grabados en la memoria de mis mejores recuerdos, el que el Vicepresidente de esa Comisión haya sido el Ministro de Educación de Israel y la Secretaria de la Comisión la Ministra de Educación de Rusia, países de notable influencia mundial, me acompañó como Consultor de la Comisión uno de los más acreditados asesores de la Dirección General de la UNESCO, un experto en educación de nacionalidad polaca, cuya fisonomía me resulta inextinguible, pero cuyo nombre me resulta difícil recordarlo.
"Vivir para contarla" es el título que el gran escritor colombiano Gabriel García Márquez le ha puesto a uno de sus libros y eso es lo que yo he pretendido y pretendo con este libro, que espero sirva de alguna manera a quienes les inquieta realmente la situación de la Universidad ecuatoriana, por ello el libro es una recopilación de un pensamiento que mi memoria y mi cerebro han ido procesando y generando a lo largo de mi ya dilatada vinculación con la Academia ecuatoriana, a la que he conocido en sus interioridades de manera cercana y profunda, por ello este texto recoge ideas y testimonios sobre la importancia y valor de la educación en un país, incorpora fragmentos de tesis y criterios expuestos con ocasión de intervenciones en los aniversarios institucionales, así como de ponencias que he realizado en foros nacionales e internacionales en los que he sido invitado a exponer mis puntos de vista sobre el rol de la educación a nivel universitario.
Una inevitable reflexión para todos. La esperanza, he sostenido y sostengo, debe ser una expresión y actitud que no puede dejar de habitar en la mente y en el sentimiento de los seres humanos y de manera especial en la juventud, que tiene un largo camino que recorrer en sus vidas, pero ese camino no puede ser recorrido sin advertir la existencia de realidades, de dificultades y oportunidades, aquello me obliga a invitarlos a que entendamos con claridad que el mundo del presente y a futuro ofrece muy limitadas oportunidades a la juventud, el crecimiento demográfico proyectado hacia el mañana, tiene una relación de una oportunidad de trabajo por cada tres personas, frente a tan abismal déficit no queda sino la decisión de avanzar en educación, en adquirir conocimientos y cultivar una mentalidad emprendedora, ese es a fin de cuentas el reto de la sociedad y especialmente de la juventud del hoy y del mañana, a lo que hay que agregar la imperiosa necesidad de restaurar valores y códigos de conducta, aquello constituye al margen de sistemas políticos o tesis económicas, los verdaderos desafíos en los albores del siglo XXI.
(El presente texto es la parte introductoria de lo que será el próximo libro del Dr. Medardo Mora Solórzano, obra que oportunamente Editorial Mar Abierto publicará)
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