lunes, 8 de junio de 2009

La misión de un buen libro



El "Canto de los Rieles" de autoría del ex alumno de esta Universidad, Jaime Cedeño Saltos, es sin duda un trabajo de profunda investigación efectuada con singular afecto y dedicación, texto que cumple la misión de un buen libro, sirve de guía y consulta para quienes desean conocer fidedignamente la historia del ferrocarril, las ventajas que históricamente tuvo este medio de transportación a nivel mundial, y lo que más le ha interesado al autor en el trabajo realizado, efectuar una narración históricamente fundamentada y muy bien concebida sobre la añorada época del ferrocarril en Manabí.


Para comprender la bondad de la obra es suficiente recurrir a la confesión del autor que comienza y termina destacando el factor motivador del porqué escribe este libro, nace de una vivencia que se graba en sus más sentidas inquietudes en la etapa de su niñez y adolescencia, cuando conoce la vivienda que sirvió como estación del ferrocarril en la ciudad de Manta, a partir de esa inquietud juvenil, realiza las indagaciones que corresponden, para poder entregar una información sustentada en hechos y documentos, que en distendido y bien logrado relato, nos va haciendo conocer cómo se inicia la vida del ferrocarril desde la época en que se utilizaba la máquina a vapor, invento que lo atribuye al inglés James Watt, cuyo descubrimiento y primer uso lo sitúa entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, haciéndonos conocer igualmente, que el primer país sudamericano que inaugura una vía ferroviaria es Chile en el año 1852.


Estos antecedentes de identificación con su tierra natal y con un hecho que lo emociona, lo conduce a relievar y acentuar su investigación en la vida del ferrocarril en Manabí, cuyos inicios de la primera línea ferroviaria nos ilustra se la hace el 7 de Noviembre de 1909, los primeros trabajos del ferrocarril Bahía-Chone se dan en la ciudad de Bahía de Caráquez, llegando a la primera parada, Puerto Larrea, el 21 de Septiembre de 1910, a Calceta el 5 de Enero de 1911, a Canuto el 3 de Noviembre de ese año y a Chone el 27 de Octubre de 1912, es decir, un recuento histórico detallado y orientador para quienes son amigos de inquietarse por los antecedentes de alegres realidades del pasado.


También nos reseña la realización de los trabajos del ferrocarril Manta-Santa Ana, que se iniciaron el 29 de Abril de 1911 con la presencia del Coronel Manuel Alfaro en representación del Presidente Eloy Alfaro, ferrocarril que llega a Montecristi el 15 de Agosto de 1912, el 4 de Mayo de 1913 a Portoviejo y finalmente en 1914 llega a Santa Ana.


Es importante destacar que el autor nos hace advertir que Alfaro buscó unir la mayor cantidad de pueblos manabitas que estimaba con clara visión debían tener mayor conectividad vinculando zonas productivas con sus dos puertos Bahía y Manta, por eso en la zona Norte concibe el ferrocarril entre Bahía y Chone, pasando por los actuales cantones de Tosagua y Bolívar, en la zona Central une Manta con Santa Ana pasando por Montecristi y Portoviejo, los dos ferrocarriles se mantuvieron con vida según el autor hasta 1966.


En la obra el autor resalta dos hechos que merecen destacarse, el primero, que con la construcción de la red ferroviaria el Ecuador se incorpora a los avances de la civilización y modernidad de aquella época, el segundo, es el hacernos reflexionar que el ferrocarril fue sustituido por la construcción de carreteras, vías de comunicación que son privilegiados por el ex Presidente Velasco Ibarra que se convierte en defensor de las mismas, alegando que son un mejor medio para la transportación. En todo caso, coincido con el autor, es indiscutible que se añora el ferrocarril que no ha pasado de moda, sigue siendo un medio de transporte de gran utilidad en las ciudades y países de mayor desarrollo a nivel mundial. Jaime Cedeño Saltos se siente parte del canto de los rieles y de la esperanza de su pronto retorno, ese es también un sentido anhelo nacional, los recuerdos dejados por el ferrocarril no se han borrado de la mente y espíritu de los ecuatorianos que lo disfrutaron y lo disfrutan de lo poco que queda del mismo.


La acuciosa investigación del autor no deja nada a la especulación, ni a la interpretación, ni a crear imaginarios en las épocas de auge del ferrocarril de Manabí, por eso menciona con nombres y apellidos a los personajes ligados al rugido de los "carriles" (así los denominaba el hombre común), cita las actividades económicas que prevalecían en aquellos tiempos, narra a manera de ejemplo lo que ha sido Tosagua desde que fue un caserío en 1628, su condición de Parroquia, primero de Portoviejo y luego de Rocafuerte, de haber sido escenario de encuentros como el combate de "Los Amarillos" antecedente de la proclama del 5 de Mayo en Chone, de los actos de rebeldía revolucionaria de Carlos Concha entre 1914 y de 1918, no deja de referirse y documenta el pavoroso incendio que terminó con Tosagua en Septiembre de 1930, información que para sustentarla recurre a recortes periodísticos que los rescata de El "Diario Manabita", aquello demuestra lo minucioso de su investigación. Este incendio dantesco que sacudió a todo Manabí, deja como anécdota, que nos la cuenta el autor, el que milagrosamente se salvó la iglesia, sitio de congregación de la comunidad, tampoco se destruyeron ni la estación del ferrocarril ni el teléfono, con lo que la magnitud de la tragedia se atenuaba y evitaba la incomunicación de Tosagua y sus habitantes.
25 de mayo del 2009
(El presente texto aparece en la introducción del libro El canto de los rieles, historia del ferrocarril en Manabí de Jaime Cedeño, de próxima publicación en la editorial de Mar Abierto)

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