martes, 22 de septiembre de 2009

La universidad, un ente crítico

Nuestra Universidad sin falsa modestia es el mejor monumento que el Ecuador ha edificado en homenaje al más notable de sus hijos nuestro Patrono el General Eloy Alfaro, homenaje hecho en su tierra manabita en el área de lo que fue sin duda su obra de mayor trascendencia social y humana: la educación.

La verdad es la más subversiva de las actitudes humanas, esa verdad hemos sostenido es dura para quien la investiga, muy dura para quien la dice y más dura para quien la oye y no le conviene oírla. Una Universidad debe investigarla de una manera objetiva, desapasionada, fría, sin la injerencia de criterios políticos interesados, sectarios o prejuiciados, aquello aparte de expresar una creencia, idea o pensamiento que no deja de ser subjetivo, desnaturaliza su acción, minimiza sus propósitos y termina por disminuirla en su sitial, que por su elevado rol en la sociedad le pertenece y corresponde.

Los recursos humanos no pueden ser bien formados si no lo hacemos dentro de parámetros que reflejen una línea de conducta sin tacha de principios que nos hagan sentir que somos consecuentes con lo que decimos, el ejemplo es la mejor lección de un docente a sus alumnos.

En esta Universidad se ha avanzado mucho en aquella dirección en la que ojalá nuestra patria y América Latina avancen, de hacer sentir a las personas libres y dignas, como lo quisieron los inspiradores de nuestra lucha, el General Alfaro y Juan Montalvo. Montalvo terminaba por sostener que prefería pertenecer al partido que defienda la libertad y dignidad del hombre.

La Universidad está llamada a ser la institución que entregue criterios orientadores desde un punto de vista científico y técnico para la solución de los problemas socioeconómicos de un país, sin invadir atribuciones de otras instituciones, ni menos aún pretender convertirse en tutora o consejera del deber y la responsabilidad de otras instituciones públicas o privadas.

Una Universidad debe obrar bajo claros criterios de racionalidad, debe ser un ente crítico despojado de todo tipo de afectos o compromisos de un sector de la sociedad, fundamentalmente debe obrar con mentalidad imaginativa y creativa, para de esta manera no rezagarse en la dinámica social de un mundo que por ser dinámico es cambiante.

Si en la gestión universitaria están ausentes la razón, la posibilidad de una crítica no comprometida y si su mentalidad la hace vivir repitiendo enseñanzas del pasado, se confiesa infecunda en su cometido de ser generadora de ideas y criterios que apunten a la solución de nuestros problemas en un mundo cada vez más complejo y duro de ser vivido y por lo mismo exigente y competitivo.

La labor de promoción y desarrollo cultural que efectuamos nos hace sentir que estamos llegando a nuestra sociedad, para devolverle su memoria, recordarle su folklore, sus tradiciones, su ancestro, combatiendo de esa forma todo vestigio de penetración cultural ajena a nuestra verdadera idiosincrasia y costumbres.

Adecuamos nuestra gestión a criterios que responden a tesis y principios modernos de una ágil y eficiente administración, hemos concebido un organigrama institucional orientado a vivir una auténtica y cabal democracia participativa dentro de nuestra Universidad. Afortunadamente no hemos fomentado la formación de súper estructuras de poder que puedan degenerar en actitudes autoritarias, sin caer tampoco en la debilidad igualmente condenable, de no defender los principios de autoridad y disciplina que tanta falta hacen en el mundo de nuestros tiempos.

Nuestras Unidades Académicas a nivel de Facultades, Extensiones y Escuelas, son respetadas en su independencia en las gestiones que les incumben, sin que aquello implique en modo alguno que haya una descoordinación del aparato administrativo de gobierno de la Universidad, estamos vertebrados por objetivos, fines y planes de trabajo que nos son comunes y que han sido claramente definidos.

Planteamos que nuestros profesores, alumnos y empleados, sin sacrificar su dignidad, rebeldía e ideales, admitan siempre que primero está la institución y que tenemos que respetarla para poder exigir respeto de los demás.

Un profesor que no investiga y actualiza sus conocimientos, defrauda su alta misión, un estudiante que no estudia con ahínco no sólo que cae justamente en el conformismo si no que se mediocriza, y unos y otros terminan por ser socialmente improductivos.

Somos una entidad solvente con un equilibrio en el orden presupuestario logrado en base a definidos criterios de austeridad y racionalidad del gasto, consideramos que los fondos públicos son recursos del pueblo ecuatoriano que no pueden ser alegremente repartidos y dispendiados para provecho o canonjías personales, somos enfáticos en sostener que la Universidad está obligada a ser un ejemplo del buen uso de los recursos fiscales, no hacerlo significaría confesarnos sin autoridad moral alguna para criticar los excesos, abusos e incorrecciones que se producen en el festín creciente de dineros públicos, que el país observa absorto y asqueado con frecuencia, haciendo perder esperanzas a un pueblo anímico y moralmente desarmado por el imperio de la corrupción que se observa tanto en los sectores público como en el privado.
(El presente texto forma parte de lo que será la obra La educación: única vía hacia la igualdad de Medardo Mora Solórzano, y que saldrá bajo el sello editorial de Mar Abierto y Eskeletra)

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