Sin duda alguna el principal bien de una sociedad es vivir en paz, para que ello sea posible es necesario que exista una condición que resulta indispensable para lograrla, estar en paz con nosotros mismos, si no existe esa condición seremos proclives a la conflictividad, a provocar controversias, a dejarnos llevar por la actitud agresiva que desemboca en acciones de violencia verbal e incluso física, lo cual traerá como resultado el que exista desunión, falta de armonía, confrontaciones, todo lo cual incide en la profundización de desencuentros entre personas que son parte de una misma comunidad o grupo social.
Pero lo que nos preocupa no son las conductas individualmente adoptadas, aquellos es humanamente saludable y conveniente, pero el análisis que interesa es el comportamiento socialmente considerado, eso nos exige ser tolerantes, admitir que las sociedades son heterogéneas, que no debemos juzgar prejuiciadamente, que debemos controlar nuestros impulsos, no dejar que se desborden nuestras pasiones, no actuar de esa manera es alentar enfrentamientos entre personas o grupos de personas que conforman una comunidad y eso es socialmente negativo.
El gran líder de la independencia y demócrata mexicano Benito Juárez, sostenía con mucha razón que la paz es el respeto al derecho ajeno, y ese es exactamente el punto de partida para alcanzar la paz, sino respetamos atribuciones de los demás, sino sometemos nuestras facultades y deberes a lo que establece una normatividad jurídica, llegamos al punto en el que atropellamos, actuamos abusivamente y cuando eso sucede estamos construyendo una cultura de irrespeto, de hacer lo que nos parece, sin comprender que con esa actitud sólo sembraremos conflictos entre los miembros del colectivo social, es decir alentamos lo que termina por ser una especie de guerra civil, donde prescindimos de códigos de comportamientos y cada cual actúa de acuerdo a su personal criterio o lo que es peor por el interés que lo motiva.
Para volver pertinente este mensaje, es necesario que situemos nuestras palabras en el contexto del acto al que nos han convocado los organizadores de este evento, que trasciende lo local, desborda lo nacional y nos invita a reflexionar y debatir sobre aquellos conflictos o guerras vividas por la humanidad, donde la ambición por el poder no respeta el derecho de los Estados que integran el conjunto de naciones del mundo, como consecuencia de esa situación se vulnera el principio de la igualdad jurídica de los países, el derecho a la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, se agrede la soberanía de los Estados y se incuba una actitud belicista, donde el país más fuerte, más armado, es el que impone sus planes expansionistas de dominio del mundo entero, del control de todos los recursos políticos y económicos, con lo cual crecen las desigualdades y con ello las inequidades, las injusticias, se forma una división entre países ricos y países pobres, entre quienes mandan y quienes obedecen, en definitiva se produce una ruptura de una relación equilibrada y respetuosa entre todas las naciones, relación que para que sea igualitaria debe prescindir del poderío económico de cualquier país para no generar el nacimiento de poderosos y débiles, de imperios y de grandes potencias, donde el fuerte impone su ambición de ser juez y árbitro del mundo, el que impone las condiciones en las relaciones bilaterales o multilaterales, surgiendo una actitud prepotente y dominadora de la que inevitablemente nacen las guerras, que en el mundo moderno dejaron de ser con armas convencionales y se las decide con el uso de armas nucleares con tan desbastadoras consecuencias para la humanidad que convertirían el mundo entero en un campo de batalla, en un cementerio masivo de personas inocentes e indefensas, desaparece todo vestigio de las libertades y garantías fundamentales que tanto costaron al ser humano conseguirlas, lo único que existirá será el condenable delito del genocidio, habrá desolación, nos convertiremos en escombros, eso es lo que hemos escuchado de las víctimas que todavía sobreviven de lo que fue el repugnante bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, por eso como Universidad creemos firmemente que la paz es un camino que se construye diariamente, por ello saludamos con satisfacción la presencia de este crucero cargado de gente con afanes pacifistas que navega por los mares del mundo a bordo del Peace Boat (Barco de la Paz), multiplicando y comprometiendo adhesiones para una vida en paz.
Para tranquilidad de los ecuatorianos la actual Constitución vigente proscribe la posibilidad de establecer bases militares extranjeras en territorio nacional, cuyo establecimiento produce intranquilidad y provoca inevitables fricciones entre distintos grupos humanos y países.
Finalmente no olvidemos la tesis sostenida por la UNESCO, si es en la mente de los hombres donde se siembra la cultura de la guerra, es en la mente de los hombres donde debemos cultivar una cultura de paz.
Pero lo que nos preocupa no son las conductas individualmente adoptadas, aquellos es humanamente saludable y conveniente, pero el análisis que interesa es el comportamiento socialmente considerado, eso nos exige ser tolerantes, admitir que las sociedades son heterogéneas, que no debemos juzgar prejuiciadamente, que debemos controlar nuestros impulsos, no dejar que se desborden nuestras pasiones, no actuar de esa manera es alentar enfrentamientos entre personas o grupos de personas que conforman una comunidad y eso es socialmente negativo.
El gran líder de la independencia y demócrata mexicano Benito Juárez, sostenía con mucha razón que la paz es el respeto al derecho ajeno, y ese es exactamente el punto de partida para alcanzar la paz, sino respetamos atribuciones de los demás, sino sometemos nuestras facultades y deberes a lo que establece una normatividad jurídica, llegamos al punto en el que atropellamos, actuamos abusivamente y cuando eso sucede estamos construyendo una cultura de irrespeto, de hacer lo que nos parece, sin comprender que con esa actitud sólo sembraremos conflictos entre los miembros del colectivo social, es decir alentamos lo que termina por ser una especie de guerra civil, donde prescindimos de códigos de comportamientos y cada cual actúa de acuerdo a su personal criterio o lo que es peor por el interés que lo motiva.
Para volver pertinente este mensaje, es necesario que situemos nuestras palabras en el contexto del acto al que nos han convocado los organizadores de este evento, que trasciende lo local, desborda lo nacional y nos invita a reflexionar y debatir sobre aquellos conflictos o guerras vividas por la humanidad, donde la ambición por el poder no respeta el derecho de los Estados que integran el conjunto de naciones del mundo, como consecuencia de esa situación se vulnera el principio de la igualdad jurídica de los países, el derecho a la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, se agrede la soberanía de los Estados y se incuba una actitud belicista, donde el país más fuerte, más armado, es el que impone sus planes expansionistas de dominio del mundo entero, del control de todos los recursos políticos y económicos, con lo cual crecen las desigualdades y con ello las inequidades, las injusticias, se forma una división entre países ricos y países pobres, entre quienes mandan y quienes obedecen, en definitiva se produce una ruptura de una relación equilibrada y respetuosa entre todas las naciones, relación que para que sea igualitaria debe prescindir del poderío económico de cualquier país para no generar el nacimiento de poderosos y débiles, de imperios y de grandes potencias, donde el fuerte impone su ambición de ser juez y árbitro del mundo, el que impone las condiciones en las relaciones bilaterales o multilaterales, surgiendo una actitud prepotente y dominadora de la que inevitablemente nacen las guerras, que en el mundo moderno dejaron de ser con armas convencionales y se las decide con el uso de armas nucleares con tan desbastadoras consecuencias para la humanidad que convertirían el mundo entero en un campo de batalla, en un cementerio masivo de personas inocentes e indefensas, desaparece todo vestigio de las libertades y garantías fundamentales que tanto costaron al ser humano conseguirlas, lo único que existirá será el condenable delito del genocidio, habrá desolación, nos convertiremos en escombros, eso es lo que hemos escuchado de las víctimas que todavía sobreviven de lo que fue el repugnante bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, por eso como Universidad creemos firmemente que la paz es un camino que se construye diariamente, por ello saludamos con satisfacción la presencia de este crucero cargado de gente con afanes pacifistas que navega por los mares del mundo a bordo del Peace Boat (Barco de la Paz), multiplicando y comprometiendo adhesiones para una vida en paz.
Para tranquilidad de los ecuatorianos la actual Constitución vigente proscribe la posibilidad de establecer bases militares extranjeras en territorio nacional, cuyo establecimiento produce intranquilidad y provoca inevitables fricciones entre distintos grupos humanos y países.
Finalmente no olvidemos la tesis sostenida por la UNESCO, si es en la mente de los hombres donde se siembra la cultura de la guerra, es en la mente de los hombres donde debemos cultivar una cultura de paz.
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